sábado, 12 de abril de 2014

2014 - VII CxM Sierra Elvira 12 abril 2014 (29,4 KM Y 2000+) (GRANADA)


Crónica de la carrera por montaña Sierra Elvira 12 de abril de 2014.
3ª prueba de la Copa de Andalucía de carreras por montaña
(29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo).


    El sábado se celebraba la tercera prueba del campeonato de Andalucía de carreras por montaña. La de Sierra Elvira.  Algo había escuchado de que era bastante dura. De hecho, sus 29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo ya la hacen bastante dura. Estaba inscrito desde hacía varios meses y cuando llega el momento, uno no sabe como se va a encontrar.


    Coincidía con la Maratón antequerana pero por probar nuevos sitios, opté por la de Sierra Elvira. Hace justo un año que en el Desafío Sur Torcal de Antequera participé en mi primera carrera de montaña, en modalidad de senderista. Lo recuerdo como toda una aventura.

    La semana pasada había hecho las Millas Romanas y al día siguiente de terminarla pensaba que para la de Sierra Elvira no iba a estar en condiciones y que lo más razonable es que no participara. Sin embargo, fue pasando la semana y cada día me encontré mejor. El jueves, dos días antes de la carrera, hice una tirada de 10 km. a ritmo lento y, salvo ligeras molestias en la rodilla derecha, me sentía medianamente bien. Decidí probar suerte y correrla pero en plan tranquilo, saliendo desde atrás y según me fuese encontrando apretaría o no.





    Me presenté con tiempo en la ermita de Atarfe. El sitio engaña bastante, al lado de la autovía y de varias canteras. Parece un sitio poco dado para organizar una carrera por montaña pero nada más lejos de la realidad. Al subir a la ermita tienes unas vistas magníficas de Granada y Sierra Nevada y se atisban senderos y carriles entre pinares. Un lugar que merece la pena visitar. Por lo visto, según un lugareño, la zona de la ermita se llama los tres juanes y lo que es Sierra Elvira, con sus morrones, se encuentra detrás.

    Como siempre, recogida de dorsal y preparativos varios. Encuentro con dos máquinas del trail, Laura y Angel y dispuesto a disfrutar de la carrera.  En la salida también coincido con Libelula, encantadora, a la que ya conocí en la Pinsapo Trail.



    Decido salir sin mochila ni riñonera para el tema de la hidratación. A confiar en los avituallamientos y soportar bien el calor. 

    Los primeros kilómetros son una especie de tobogán alrededor de la ermita por un carril estrecho pero bien definido, también alguna subida por escaleras, alguna bajada peligrosa pero todo bien controlado. Voy a ritmo tranquilo y adelantando de vez en cuando.
Sobre el kilómetro 7 u 8 dejamos la zona de la ermita y salimos por carril en busca de las tachuelas.
A partir del kilómetro 10 siento ligeras molestias en la rodilla. Es zona corrible pero trato de regular el ritmo. Empieza una zona de subida por una zona de matorral donde se disponen de estupendas vistas pero sin árboles y así será el resto de la carrera salvo los últimos kilómetros donde volveremos al bosque de pinares.




    Sobre el kilómetro 15 empieza lo bueno. Primera subida importante, "la cuesta de la maldición" con un desnivel brutal. La subo a buen ritmo. Luego un descenso peligroso con mucha piedra suelta hasta que llegamos a un sendero donde podemos llanear durante un rato. La molestia de la rodilla me ha desaparecido y disfruto corriendo a buen ritmo.
Nuevo avituallamiento y segunda subida. Esta segunda todavía es más fuerte, con un desnivel que no te deja descansar. Los últimos metros de subida se realizan entre grandes piedras. El sol aprieta y las piernas empiezan a tomar conciencia del esfuerzo. Llegamos al vértice y de nuevo, otra bajada peligrosa y un descenso zigzagueante por un sendero que a veces se pierde entre tanto arbusto y matorral. Me encuentro con numerosos carteles de bajadas peligrosas. Mucha tierra suelta donde había que retener o bajar de lado y que parece no terminar nunca. Este descenso se me hace bastante duro. En uno de ellos, sin previo aviso, se me agarrota un gemelo. Bastante dolor aunque pasa rápido. Terminamos la bajada algo tocado. Uno de los chicos de protección civil me echa, creo que era reflex, y luego, en el avituallamiento, varios viales de glucosa, mucha agua e isotónica, ayudan a minimizar las molestias.



    Para rematar la carrera, al final venía lo peor, un cortafuegos con una pendiente brutal, creo que se llamaba la cuesta de manu el cojo o cuesta de los esclavos. Parecemos zombies subiendo a cámara lenta por un sitio duro de verdad. Al final, con mucha paciencia y sufrimiento, coronamos el último morrón. Nueva bajada peligrosa y ya sí, los últimos kilómetros se hacen ya muy llevaderos, por un bonito camino entre pinos donde avanzo sin parar de correr.

En la línea de meta, muy buen ambiente. Ducha fría, un bonito chaleco, paella y cerveza. Encuentros de nuevo con Libelula, Angel y Laura y con Pedro de Triaworld, todo un campeón. Cada uno cuenta como le ha ido. Todos coincidimos en que es bastante dura.
En fin, bien por la organización y mejor aún por los ánimos recibidos a lo largo de la carrera. Al final 4 horas y 29 minutos. Cansado pero satisfecho.



domingo, 30 de marzo de 2014

IV Pinsapo Trail Yunquera 30 marzo de 2014 (YUNQUERA-MALAGA)

IV PINSAPO TRAIL (30 DE MARZO DE 2014)
2ª prueba de la Copa de Andalucía de carreras por montaña 2014
    YUNQUERA (MALAGA) SIERRA DE LAS NIEVES



Enhorabuena a todos los que la finalizaron y a los que no la terminaron también.  Ya el hecho de estar presente en la salida de esta carrera hay que valorarlo.  Luego, a veces el cuerpo y las lesiones respetan y te dejan disfrutar y otras veces no.  Así es la vida, pero siempre mirando las cosas desde un punto de vista positivo y si uno se cae, sonríe, se levanta y continúa avanzando.


Algo parecido es lo que me ha ocurrido a mí en estos últimos meses.  Desde hace aproximadamente dos meses sufro molestias en la tibia izquierda que me han impedido entrenar y participar en varias carreras, la del Calamorro, la de Sierra Blanca y la primera prueba del Campeonato de Andalucía, la de los Guájares.  Aún así, decidí participar en los Bandoleros y probar sensaciones.  Las últimas semanas he hecho alguna tirada corta y a ritmos bajos y las largas las he hecho andando o trotando con suavidad.  A veces reaparecían las malas sensaciones y a veces no.  La carrera para mi era una incógnita y así la afronté.  Sobre todo me planteaba no correr mucho en las bajadas y si lo hacía, siempre a ritmos lentos y en caso de forzar, sólo en las subidas.


En cuanto a la carrera en sí.  Bueno, todo el mundo hablaba muy bien de esta carrera.  Dura pero por unos lugares espectaculares y por senderos no demasiado técnicos donde se podía disfrutar corriendo.  Además tenía el aliciente de ser prueba del campeonato de Andalucía.  Decidí correr con la mochila de 5 litros del Decathlon y la bolsa de hidratación, en vez de con la riñonera.

Llegué con tiempo a Yunquera.  Hacía más de 15 años que no pasaba por allí.  Viejos recuerdos.  Nervios típicos de precarrera, olvidos varios, etc.  Después de mi café de rigor, me dirigí a recoger dorsal y bolsa del corredor con tan mala suerte que no me lo entregaron.  Creía que estaba en la bolsa y… ¡empezaba bien la mañana!  Menos mal que iba con tiempo.  Una vez solucionados los pequeños problemas, con mi spray efecto frío en el bolsillo del cortavientos, me dirigí a la zona de salida.  Encuentro con muchos del TRM, Josejudo, Wibo, Kike, Guirilarson, Vickilu, Ecjuandi, Fernadal, Llero; nuevos conocidos como Libelula, saludos varios, fotos chulas incluídas, una de ellas con el campeón Zait, buenos momentos y en mi mente la incertidumbre de lo que me iban a deparar los próximos kilómetros.  En la salida neutralizada puse el freno de mano. Quería mentalizarme que no debía correr en exceso. Si había que hacerla andando, se hacía. Daban 6 horas para finalizarla, tiempo de sobra para hacerla en modo ultra lento. Me coloqué entre los últimos y de hecho, cuando llegaron las primeras rampas iba bastante atrás.  Salí a ritmo tranquilo y como todo era en ascenso empecé a tirar.  Al cabo de varios kilómetros tenía calor y me quité el cortavientos.  Lo guardé en la mochila junto con el spray efecto frío.  A ver si no lo tenía que utilizar.  Empecé a adelantar a algunos en la subida.  Me encontraba bien.  Adelanté a Fernadal y pasamos una zona con bastante barro.  En las primeras zonas de descenso corría a ritmos bajos.  Algunos de los que pasé en la subida me volvieron a adelantar en el llano pero me sentía contento porque las molestias no aparecían.  Euforia sin desbordar.  El sendero era precioso, zigzagueaba en un frondoso y a esas horas, sombrío bosque.  Además, los restos de los pinsapos formaban una acolchada alfombra por la que se disfrutaba corriendo.  Durante un rato seguí el ritmo de toda una institución en el mundo del trail como Fali “el coleta” hasta que se paró por necesidades fisiológicas y empezó una nueva subida.  Tiré con fuerzas.  Delante había un grupo de tres que con esfuerzo logré pasar.  Durante un rato me quedé sólo saboreando los primeros rayos de la mañana hasta llegar al siguiente avituallamiento, el del pinsapo candelabro en el que me encontré con un tipo fantástico, buena gente, Llero.  Decidí aminorar el ritmo de subida del Puerto Saucillo y acompañarle durante la subida.  Todavía quedaban muchos kilómetros por delante y tal vez sería conveniente tomarse un respiro.  Lo subimos disfrutando de una amena charla, entre pinsapos y con avistamientos espectaculares de un maravilloso paisaje. En la conversación prácticamente hicimos planes de próximas carreras hasta el verano (la nocturna de Montejaque, la media maratón nocturna de El Burgo, etc.).


Un poco antes de llegar al punto más elevado de la carrera, ya sea por el ritmo o por los ánimos que me dio Llero de que subiera a mi ritmo, decidí tirar en solitario.  Así lo hice aunque le comenté que en el descenso me alcanzaría porque era cuando la incertidumbre de las molestias de la tibia más se podían acentuar.  Durante varios kilómetros, por una zona bastante técnica, con mucha roca, piedra suelta y laja, avancé en busca de nuevos corredores a los que adelantar.  El sol de la mañana empezaba a apretar.  La Sierra de las Nieves se levantó aquella mañana, en lo alto del Torrecilla, con una leve capa de nieve, pero en nuestra carrera no llegamos a divisarla.  Es lo que tiene correr por la montaña, que corres por unos paisajes majestuosos pero en pocas ocasiones te paras a disfrutarlos.  Es básico estar pendiente del sendero, de sus piedras, de sus raíces ocultas, de esos socavones inesperados.  Cualquier traspiés puede resultar bastante peligroso.   Hay que verter los cinco sentidos en lo que haces y el sexto, la intuición, agudizarla, por lo que uno se pueda encontrar en los próximos metros.

Sobrepasé a uno vestido con una camiseta naranja y empecé un descenso zigzagueante, menos técnico.  Alguno me adelantó.  Como siempre, le animo a que me pase y a que no se quede justo detrás de mí, primero porque resulta bastante agobiante, como cuando un coche se pone muy pegado detrás tuya y segundo, porque no quiero retrasar a nadie, ni obligarle a llevar un ritmo que no sea el suyo. Al poco rato Llero me volvió a coger. 


Las piernas siguen bien.  Los voluntarios de la carrera abundan por todas partes. Ya llevamos más de 13 km. de carrera y Llero y un servidor realizamos el descenso del Puerto Saucillo.  Me comenta que en los descensos va mejor pero en las subidas y en llano, los gemelos ya le han avisado dos veces. 

Llegamos al llano y en un primer repecho sigo corriendo y LLero se para.  Me dice que quiere descansar.  Que siga yo sólo.  Así lo hago.  Llegamos al siguiente avituallamiento, cojo dos trozos de plátano, bebida isotónica y empiezo a correr por una senda bien marcada.   Aumento el ritmo.  Adelanto a varios que ya van fundidos.  Enfrente diviso la montaña que tenemos que ascender.  Me encuentro con fuerza.  Avanzo y adelanto a más de 15 corredores en esa empinada subida.  Al llegar a la cumbre ya llevamos más de 20 km. y ante la inmensidad del paisaje, el esfuerzo realizado y comprobando que las piernas responden, asomo una prudente sonrisa de felicidad. 


El siguiente tramo es un falso llano por la parte alta de la montaña a través de un caminito bien marcado.  Atrás he dejado a bastantes corredores y corro sin parar pero sin emocionarme ni apretar demasiado el ritmo. Durante unos 20 minutos no me encuentro a nadie. Son los momentos mágicos de la carrera. Me regocijo en el paisaje y en la soledad ante la inmensidad de las montañas hasta que llego al siguiente avituallamiento.   A partir de ahí, volvemos a coger el sendero, el mismo del inicio.  Son más de 5 kilómetros de suave descenso por el bosque de pinsapos que disfruto con una alegría contenida.  Por momentos se me llegan a hacer pesados.  Me adelantan varios corredores.  Sigo sin querer apretar a pesar de que noto que las piernas me responden.  Al salir del bosque un pequeño repecho donde me despisto y pierdo unos minutos pero enseguida retomo el camino.  A unos cien metros hay varios corredores.  Me encuentro con fuerzas pero no quiero apretar.  La meta está cerca y no es cuestión de forzar en los últimos metros para mejorar unos puestos.  La carrera es mía.


Termino en 3 horas y 49 minutos en la zona de los arbolitos.  Contento.  Luego vino lo mejor: el descanso del guerrero, la sensación del deber cumplido.  Una ducha de agua fría, un plato de arroz con una cerveza y varios plátanos y la agradable conversación con varios corremontañeros, entre ellos otro nuevo del TRM, llamado Bulla, sobre los tiempos, carreras pasadas y futuras.  Bonita carrera y una de las que será fija en el calendario de los próximos años.
















viernes, 7 de marzo de 2014

Mi primer ultra trail. III Ultra Trail Sierras del Bandolero 7, 8 y 9 de marzo de 2014.

Mi primera experiencia ultra.  Espero no aburrir demasiado con mi crónica. 

En primer lugar, agradecer a mi club TRM por los ánimos recibidos, a todos en general, y algún agradecimiento en especial por el interés mostrado. GRACIAS.

Han pasado dos días desde que abandoné la carrera por lesión en el kilómetro 60,7 en Ronda tras más de 14 horas de carrera y los recuerdos y vivencias se van asentando en mi cabeza. Sobre todo extraigo experiencias positivas y me va a servir de aprendizaje. La lesión parece que no tiene mucha importancia y me permite hacer vida normal. Espero recuperarme pronto.

Dar la enhorabuena a la organización y voluntarios, a todos los que lo han intentado y la han sufrido en mayor o menor recorrido, y por supuesto, a los héroes que han conseguido finalizarla, desde el primero al último. Finalizar un ultra tiene un mérito enorme.

La semana pasada me la tiré tratando de que no me faltara nada (material obligatorio, las mochilas de Ronda y Villaluenga, la logística de la noche cuando llegase a meta, etc.) y la verdad que, en cuanto a preparación de material y demás, llevaba bien aprendida la lección, salvo en el tema del frontal que luego contaré. 

Llegaba bastante descansado a la prueba, a mi pesar, por culpa de una lesión en la tibia izquierda que he llevado arrastrando durante todo el mes de febrero. Aun así, pude hacer dos tiradas largas con cierto desnivel en las últimas dos semanas, de 30km. una, y otra de 52 km., ninguna de ellas por la zona, por lo que desconocía por donde me iba a meter y las dos realizándolas prácticamente andando.

Tenía muchas dudas y sabía que iba a ser muy duro y que mis posibilidades reales de terminarlas eran escasas aun cuando no me hubiese lesionado. Luego estaba el tema de pasar casi dos noches sin dormir, la aclimatación a la noche, el efecto túnel del frontal, el frío, el tema mental y de nutrición, etc. 

Mi estrategia era clara: terminarla aunque fuera el último y con 39 horas y 59 minutos horas a mis espaldas, es decir, hacer todo el recorrido andando, salvo, si me encontraba bien, los primeros kilómetros hasta El Bosque.

En cuanto a la carrera en sí os comento mi vivencia. Tras la comprobación de material, recogida de dorsales y parafernalias varias, bandoleros incluidos, empezó la carrera puntual a las 6 de la tarde. Nervios típicos con el ajuste del dorsal, mochila, etc. Buen día de sol aunque a última hora empecé a notar un poco de frío. En los últimos minutos opté por ponerme la chaqueta y creo que acerté. Puede que entre los que hacían la prueba de forma individual y los que la hacían por equipo seríamos algo más de 400. Muy buen ambiente. Algunos ataviados de forma curiosa (uno, por ejemplo, con un paraguas pequeño a modo de sombrero con la bandera de España) y a otros que se les veía muy profesionales. 

Salí muy conservador y tras el primer repecho andando, empecé a correr al trote en el descenso hasta El Bosque sobre el kilómetro 6. En este descenso se fue estirando el grupo y al llegar al primer avituallamiento, kilómetro 7 ya iba sólo. Un poco antes me paré para echarme un spray efecto frío en la pierna izquierda por que notaba ciertas molestias. La mayoría iba con bastones. Como todavía no estoy acostumbrado decidí no llevarlos y no me arrepiento, sobre todo en las zonas técnicas donde más que ayuda, pienso, por lo que ví, que eran un estorbo y hasta un peligro. A veces se quedaban enganchados entre las piedras.

Una vez pasado el Bosque empieza la primera ascensión seria: un sendero en un fuerte desnivel, primero por un cortafuegos y luego adentrándonos en un frondoso bosque que casi ocultaba la luz del día. Aquí me encontré con un grupo de tres, uno de ellos, Antonio, un fisio de Rincón, al que conozco, buena gente, y con el que decidí realizar la ascensión mientras íbamos conversando. Alguna vez nos giramos y pudimos contemplar un maravilloso atardecer mientras nos alejábamos del pueblo.

Poco a poco fue entrando la noche y la parada obligada para ponerse el frontal. Empezaron a aflorar bonitas sensaciones: los pilotos rojos de las mochilas, los reflectantes, los frontales, el silencio y la soledad de la noche, el grito de alguno que se había extraviado o que llamaba a otro del equipo que se había parado. El sendero era estrecho. Se formaban algunos atascos, por algún momento perdimos de vista las balizas pero esto acababa de arrancar y había bastantes risas. En mi caso, mi grupo no paraba para ponerse el frontal y ya no se veía un "pimiento". Menos mal que acoplé a la mochila un frontal de 70 lumens que me iba guiando y que en la zona técnica me ayudó bastante. En un descampado decidí pararme y ponerme el frontal H14. En la revisión de material me dijeron que ese frontal consumía mucha batería y yo, novato, lo puse en modo de máxima potencia. Perdí de vista el grupo de Antonio y me uní a otro que iba más rápido de lo que considera oportuno, por lo que me quedé solo. Pasamos el siguiente avituallamiento que lo dejamos a un lado y que, en mi caso, ni siquiera pisé, y empezamos una fuerte ascensión al Puerto Boyar por un sendero con bastante barro y charcos de agua. Algún que otro grupo me adelanta hasta que encuentro a otro ultrero que lleva un ritmo parecido al mío y junto al que decido seguir. 

Ya es noche cerrada. Hay muchas estrellas. Cuando uno mira hacia arriba ya no sabe si son frontales o estrellas. Voy bien. El sendero sube paralelo a la carretera y algunos coches, al pasar, nos animan. Vuelvo a pararme para aliviar la molestia en la pierna izquierda con el spray. Sigo con el mismo, del equipo Irontriath, el cual, después de un rato juntos, sufre un traspiés y parece hacerse daño en el tobillo. Me llevo una sorpresa. A este le conozco yo. Es Guille, el de la tienda Irontriath. Casualidades de la carrera. No se ha hecho daño y seguimos juntos. Se acuerda de mí y empezamos a conversar. Subimos un apaño de escalera para atravesar una valla. Más adelante una chica nos salva de tomar un camino equivocado. Hay mucho barro y a veces, no sé ni donde pisar. 


La ascensión es larga y pasadas más de 3 horas y media aproximadamente de carrera llegamos a un primer control, el del Puerto Boyar donde se agolpan muchos corredores. Me aprovisiono con agua, isotónica y medio sándwich. Llevamos 20 km. casi nada para lo que nos queda.


No quiero entretenerme demasiado y salgo sólo. Ahora empieza lo duro. Un tramo muy técnico de más de 12 km. sin posibilidad de avituallamiento hasta Villaluenga en el kilómetro 32. Aquí me uno con un sevillano que ha hecho 4 veces los 101 y que el año pasado se retiró, precisamente, en Villaluenga por el temporal. En el ascenso ya con mucha piedra y barro, el caminar se hace peligroso. Las piedras están resbaladizas y hay que andarse con bastante cuidado. La tibia izquierda está respondiendo bastante bien. Las vistas de la bahía de Cádiz, en plena noche, son preciosas. Hacemos el descenso donde nos hacen un control sorpresa y en el que nos unimos a un grupo bastante grande, de unos 15, aprox. Subimos creo que se llama el Simancón donde sufro el primer contratiempo serio. El frontal me empieza a parpadear. Me quedo sin batería. Lo pongo al mínimo pero nada. El sevillano hace una pequeña parada. No se qué hacer. Si esperarle o seguir. Pienso que se incorporará por detrás al grupo y sigo avanzando. Es una lástima porque ya no vuelvo a verle en toda la carrera y apenas, si pude verle la cara. El camino está salpicado de piedras y más piedras. Sopla el viento y el frío hace mella. Continuo con el grupo y con mi frontal parpadeando hasta que llega un momento que se apaga definitivamente y sólo me quedo con el pequeño de 70 lumens. Aun así el H14, si lo enciendo vuelve a mantenerse parpadeando durante un rato hasta que otra vez se vuelve a apagar y así continuamente, encendiendo y apagando. De todas formas, al ir en grupo no hay mucho problema hasta que llega un momento que necesito pararme. Entonces me quedo sólo en la zona más técnica, casi sin luz y sin nadie por delante y por detrás. 


Avanzo con el haz de luz pequeño, con mucho cuidado. Las balizas se ven con dificultad. Además de las piedras, también hay mucho barro y agua. Me adelantan varios grupos. Decido ir lento y al ritmo que me permite mi frontal. El H14, aún casi sin batería, lo utilizo de vez en cuando como si fuera la larga de un coche para comprobar que no me pierdo y sigo las balizas. Entiendo que no es el lugar más adecuado para cambiar las pilas. Por lo visto, el año pasado uno se perdió en esa zona y se tiró más de una hora hasta que consiguió bajar. Apenas si se distingue sendero. La zona es bastante peligrosa y más de noche. Son grandes piedras donde hay que utilizar las manos para ir con seguridad. Me encuentro solo. Trato de no perderme y no ponerme nervioso. Es mi momento más crítico en la carrera. De vez en cuando vislumbro luces. Los tengo cerca. Al cabo de un rato, llegamos al descenso casi en vertical a Villaluenga y para alegría mía, me uno a un grupo numeroso que van muy despacio por el peligro que supone avanzar. Los bastones sobran. Hay que agarrarse a las piedras y tener mucho cuidado donde se pisa. Justo debajo están las casas del pueblo. Las vistas son espectaculares. Al fondo se ven luces de frontales como formando un camino en dirección a los llanos del Republicano. 


Llegamos a Villaluenga a las 2 de la madrugada aproximadamente. El pueblo está en silencio. El lugar de avituallamiento es una estancia grande. Nos toman el doral. Ya hay algunos retirados. El año pasado, allí se retiraron unos 30. Este año, por lo que he escuchado, sólo 11. La gente toma sus cafés, cola-cao, infusiones, coca cola, etc. Algunos se quitan las zapatillas y calcetines y descansan un rato. En mi caso, no quiero tomar demasiadas cosas, vaya que me sienten mal. Algo de fruta y poco más. No me encuentro excesivamente cansado. Cambio las pilas al frontal, como algo y sigo el camino. He pasado lo más difícil hasta que vuelva la zona técnica en el kilómetro 94, después de Cortés de la Frontera. 


Tras varios kilómetros en solitario por una pista asfaltada y luego de tierra compacta, llegamos a los llanos del Republicano donde hay barro y agua. Subimos el puerto del Correo con bastante viento. Me uno a un nuevo grupo de tres que apenas si perciben mi presencia. Al bajar a los llanos de Libar el viento sopla con mucha fuerza que casi nos tumba. Hay muchos arroyos y barro. Al cruzar uno de ellos y para evitar caerme meto los dos pies en el agua. Es mi segundo contratiempo. El agua está muy fría y con las zapatillas encharcadas y llenas de barro cuesta caminar. Además, hace mucho frío y el fuerte viento entorpece aún más. Sólo pienso en llegar al siguiente avituallamiento. Empiezo a notar ligeras molestias en la pierna derecha. Toda mi preocupación agolpada en la izquierda y resulta que las molestias se van a la otra. Todo se complica pero no pienso abandonar. Sabía que esto iba a ser duro. Me encuentro con fuerzas.


En ese avituallamiento, un cortijo en medio de la nada, se agolpan los ultreros tomando café. Dos chicos al abrigo de la chimenea van anotando los que van llegando. Una mujer se dedica a trocear plátanos y otra persona a servir cafés. La verdad que el trabajo de los voluntarios es de aupa y para agradecer. Eso sí, todo resulta un poco surrealista. Me hace gracia ver como para pasar la noche los dos chavales están fumando en una especie de cachimba que van compartiendo. Me entero que vamos bastante retrasados aunque bien de tiempo para pasar los controles. Me aprovisiono de agua, tomo algo de isotónica, me pongo el polar y sigo avanzando. Me encuentro con moral y contento con el esfuerzo realizado. A ver la pierna como responde.


Volvemos a la carrera. Ahora es una pista en la que se puede correr pero no puedo. La molestia en la pierna derecha se acrecienta. Utilizo el spray efecto frío que llevaba para la izquierda a ver si me alivia pero no da mucho resultado. También fisiocrem pero nada. Me pasan varios grupos que a pesar, de ir andando, avanzan rápido. Ahora si les ayudan los bastones. El cielo y la noche son preciosos. Es una sensación de libertad y paz en la soledad de la noche que son dignas de vivirlas, más que de contarlas. Me veo con fuerzas para llegar bastante lejos si aguanta la pierna. Montejaque queda a 10 kilómetros.

Noto como en las subidas voy bien pero en las bajadas me duele. Es una lástima. Al llegar a Montejaque me encuentro con otro grupo de tres que van bastante fastidiados. Dos se van a retirar en Montejaque y animan al otro compañero a seguir hasta donde pueda. Uno de ellos ha sufrido una caída en la zona técnica y le duelen la costillas. Al otro le cuesta respirar. En el avituallamiento de Montejaque me encuentro con el grupo del fisio de Rincón. Una gran alegría. Ahora ya si necesito un café. También hay dulces. Son aproximadamente las 6 de la mañana y queda poco para que amanezca. Decido continuar por lo menos hasta Ronda.

Subimos a la ermita de Montejaque y en el descenso el dolor me hace ir muy lento y de vez en cuando sufro pinchazos. Me pasan unos cuantos que me preguntan como voy. Disfruto del amanecer camino de Ronda pero no quiero forzar. A cada paso que doy siento que agravo la lesión y esto sólo es una carrera y primero está la salud. Lo intentaremos al año que viene, me digo para animarme. En la subida a Ronda me uno a otro buen tipo que hizo el ultra del Valle del Genal y que también iba tocado. Le animé a que continuara, por lo menos hasta Cortés. Me dijo que en la mochila de Villaluenga le esperaba un bocadillo de jamón. Pues entonces, no te lo pienses, le dije. Creo que ya sé lo que me llevaré en este tipo de carreras. Subiendo a Ronda había un tramo común. Muchos bajaban en dirección a Benaoján. Todos nos deseábamos suerte. ¡Qué lástima! 

En Ronda, sobre las 8,30 de la mañana, después de más de 14,30 de ultra, opté por no forzar. Me retiré. A pesar de todo estaba contento por el esfuerzo realizado y por la sensación de haberlo dado todo. Tal vez hubiese llegado a Benaoján o a Jimera de Libar pero ...a qué precio?. 

Una furgoneta acababa de llevarse a un grupo que también se había retirado en Ronda. Sobre las 10 de la mañana cuando finalizaba el control de paso por Ronda, con algo de frío y con el cuerpo entumecido por el parón, una furgoneta, tras recorrer varios pueblos a fin de llevar provisiones, visitar Ubrique, Benaocaz, de nuevo Villaluenga donde pudimos degustar unos bocadillos de tortilla y recoger las mochilas, nos dejó a las 13,15 del sábado en Prado del Rey.


La mayoría del grupo comentaba que la carrera les quedaba muy grande y que la zona técnica y el descenso a Villaluenga son muy peligrosos y más de noche y con viento. Salvo uno, de Chiclana, los demás hablaban de no volver a intentarlo. Reconozco que es verdad que la zona técnica de Villaluenga es bastante peligrosa y con demasiada piedra pero cada uno se ha inscrito siendo consciente de lo que afrontaba y pagando 80 €uros. Y eso que no hemos visto ni realizado la subida de Cortés de la Frontera ni la zona técnica de Villaluenga a Grazalema. En fin, una carrera dura como ella sola. Y eso es todo compañeros.

domingo, 2 de febrero de 2014

XXV Media Maratón Internacional de Torremolinos 2 de febrero de 2014

Después de pasar una semana fastidiado tras haber corrido el II Trail La Capitana de Rincón de la Victoria acontecido el 19 de enero de 2014, me disponía a afrontar una nueva prueba, esta vez por asfalto. Pues si, después de muchas carreras por montaña más o menos largas y aprovechando que se corría muy cerca de mi casa, aproveché la ocasión para probarme otra vez en la media maratón. 


 A decir verdad, esta carrera tiene su solera pues la que he corrido suponía la vigésimo quinta edición. Amaneció un día soleado con algo de viento y bastante frío. No es una carrera para conseguir tus mejores marcas pues se suben demasiadas cuestas. No obstante, después de haberla terminado, tengo una gran satisfacción porque a la llegada a meta contaba con un público de excepción: mis padres, y porque, después de la Media Maratón de Málaga, allá por abril de 2013 donde bajé por poco de 1 hora y 42 minutos, los resultados en está han sido espectaculares, pues he bajado de 1 hora y 35 minutos (1 hora 34 minutos y 57 segundos), es decir, casi 7 minutos mejor que la última, a un ritmo medio de 4,30 minutos el Kilómetro. Y tal vez hubiese sido mejor si llego a salir entre los primeros, pues calculo que en ese primer kilómetro pude perder aproximadamente 1 minuto. Pero bueno, de lo que se trata es de superarse a uno mismo y seguir mejorando. Creo que en esta carrera lo he logrado con creces. Además, al finalizar, me encontraba bastante bien, sobre todo sin molestias en los gemelos. Lástima que al día siguiente me ha vuelto el dolor en la tibia izquierda. Creo que sufro una tendinitis en el tibial anterior. No estoy seguro. Me la estoy tratando con crioterapia y cremas. La próxima semana acudiré al traumatólogo a ver que me dice. También a un fisioterapeuta. Tengo mis dudas sobre participar en la carrera de montaña del Calamorro (Benalmádena) que se celebrará el día 9 de febrero de 2014.
















domingo, 19 de enero de 2014

2014 - II Trail La Capitana 19 de enero de 2014 (Rincón de la Victoria)

II Trail La Capitana 19 de enero de 2014 
(Rincón de la Victoria)

    Mi segunda carrera del año 2014.  Otra carrera por montaña de 20 km y seiscientos metros.  Había escuchado buenas críticas sobre la organización del año anterior y bueno, es un trail y está muy cerca de mi casa.  Además el precio de 12 euros para la inscripción es bastante bueno, es decir, no había excusas para no participar en esta prueba.  Además, iba a estar lo mejor de Andalucía, es decir, el campeón Ivan Ortiz, secundado por dos de los mejores, Ruben Bravo y Dani García como bien demostraron en la clasificación final de la prueba.  Y allí que me presenté.  



El fin de semana resultó bastante lluvioso.  De hecho, no paró de llover durante toda la noche.  La montaña y sus senderos iban a estar repletos de barro.  No obstante, a la hora de la salida el sol brillaba entre continuas nubes.  La lluvia hacía varias horas que había cesado.  Eso sí, la temperatura era bastante baja.  Muchos con cortavientos, manguitos y chaquetas con membrana. Otros en manga corta. ¡qué aguante!  Durante la carrera, en algunas zonas altas del recorrido sopló el viento con fuerza pero según avanzó la mañana acabó sobrando casi todo. Yo, como siempre, con mi uniforme de las últimas carreras, es decir, camiseta térmica y encima la de mi equipo.  Utilicé mis Asics Fuji Trabuco neutral 2 de las que estoy muy contento y las polaínas del Decathlon que, creo, ayudaron a que no me entrara barro en los calcetines.  





Aparqué detrás del Ayuntamiento del municipio y me dirigí al lugar de salida.  Allí me encontré con un montón de gente de mi club: C.D. TRAIL RUNNING MALAGA.  Saludé a Fermín, Guiri Larsson, Adrimarco, Fernadal, Josejudo, Nandorros, Llero, Laura, Juanmi y Angeliyo y conocí a otros miembros como Antonio Pozo, Wibo y Vickilu.       Creo que no se me olvida nadie y si es así, pido disculpas.  También nos deseamos mutua suerte un compañero de trabajo, Paco, y el que les escribe.

La salida por el paseo marítimo comenzó muy rápida.  Mi idea era salir tranquilo pero algún comentario me animó a ponerme entre los primeros puestos.  No soy extremadamente rápido y me pasaron bastantes en ese inicio de vértigo entre charcos de agua, arena, cesped y algún bache traicionero. 




En el cauce del río comenzó a estabilizarse el grupo.  Llegaron las primeras rampas duras.  Por suerte no había mucho barro.  Después de la primera bajada peligrosa conseguí alcanza a Laura y la verdad es que buena parte de la prueba la hicimos bastante próximos. Llegamos al primer avituallamiento donde había un tramo de asfalto para luego hacer unos cuantos kilómetros por un carril bastante amplio.  De nuevo bajada espectacular.  Aquí si había mucho barro que, en mi opinión, ayudó en las frenadas y casi nos benefició para evitar más de una caída.  Bajamos al cauce del río Granadillas,  otro avituallamiento y empezamos a afrontar la parte más dura. 


Varias rampas empinadas donde había que llevar las manos a tierra y llegamos al vértice geodésico desde donde se divisaban unas vistas magníficas de la costa del sol, con la Sierra de Mijas al fondo.  





Mención muy especial de la gran cantidad de gente de la organización que nos animaba, nos avisaba de algún lugar peligroso y, en definitiva, muy presentes por todo el recorrido.  Desde este blog un diez para la organización.  Espero que sigan así durante muchos años.  


Volviendo con la carrera, me sentía con bastante fuerza al subir pero intentaba reservar algo para las bajadas y como siempre, tomármelas con precaución.  Aunque el perfil parecía indicar que todo iba a ser cuesta abajo, nos tenían reservada alguna que otra sorpresa en forma de empinados barrancos que subir.  No los recuerdo todos pero después de la Capitana superamos unas duras tachuelas que mentalmente sobre todo, nos dolieron a todos.  




En la última de esas rampas perdí de vista a Laura que durante varios Kilómetros me estuvo sirviendo de referencia para mantener el ritmo.   Al volver al cauce del río y al terreno llano todavía nos quedaban varios kilómetros para terminar la carrera.  Decidí afrontarlos con tranquilidad, sin acelerar mucho el ritmo.  Aunque intenté acercarme a varios de ellos, al final me pasaron varios corredores, dos de ellos prácticamente en la línea de meta.  


En el último kilómetro notaba las piernas bastante cargadas y con ganas de terminar. La opinión final bastante positiva.  Para ser una media maratón de montaña en su segunda edición, bastante dura.  


En línea de meta, buen recibimiento.  Mucha gente en los últimos metros animando.  La bolsa del corredor aceptable para el precio de inscripción.  Saludé a Laura y charlé durante un rato con otro del club, Miguel Angel.  El día no acababa de arrancar y seguía desapacible.  Empecé a enfriarme y como tenía el coche bastante lejos para ponerme ropa de abrigo, me despedí de Miguel Angel y me marché a casa con una sonrisa de oreja a oreja por la satisfacción del esfuerzo realizado, de haberlo dado todo y lo más importante, como siempre, finalizar sin ninguna lesión ni contratiempo, aunque los días siguientes me depararon una desagradable sorpresa... pero eso lo dejaré para la siguiente carrera.  





Para terminar, dar las gracias a un fotógrafo de excepción que dedicó aquella mañana a hacer fotos y animarnos en distintos lugares a todos los participantes del CD Trail Running Málaga.  Gracias Fernadal por tu tiempo y trabajo.

El campeón de la carrera, el mejor, Iván Ortiz, con un tiempo de 01:44:04.  Segundo fue Daniel Garcia Gomez con un tiempo 01:44:42.  Mi puesto fue el siguiente: Clasificación general el 101 con un tiempo de   02:26:18 a un ritmo medio de 06:57.09 y en mi categoría VETERANO A Masculino quedé en el puesto 49.
Finalizaron la prueba 525 corredores.