2019 - I ULTRA HÉROES CONTRA DUCHENNE (84 KM Y 3700+) 30 MARZO 2019 - LAUJAR DE ANDARAX (ALMERIA)




ULTRA HEROES CONTRA DUCHENNE (84 KM Y 3700 +)
LAUJAR DE ANDARAX (ALMERÍA) 30 DE MARZO DE 2019

           En un primer momento, mi intención para estas fechas era correr la Ultra Marao Compressport de 100 km y 6000 + (Amarante-Portugal) pero como sabía que tres semanas antes iba a participar en las 100 Millas Bandoleras y sabiendo que la Ultra portuguesa me iba a resultar demasiado dura y no iba a estar totalmente recuperado, decidí decantarme por buscar otra más próxima a Málaga y con menor kilometraje y desnivel.   Y buscando, la ITRA publicó esta carrera y a los pocos días resolví inscribirme … y no me arrepiento.
          

           Una vez terminada las 100 Millas Bandoleras (1 y 2 de marzo), con la rodilla derecha algo maltrecha, opté, a la semana siguiente, por hacer una Travesía de resistencia, a modo de recuperación: la Travesía de resistencia de Sierra Morena (48 km y 1200 +) que, saliendo de Córdoba recorre la sierra próxima, la zona de Cerro Muriano y el Parque Periurbano Los Villares, meseta Blanca, cerro Torre Árboles y ermita de Santo Domingo, entre otros lugares de interés. Me sentí bastante recuperado con esta Travesía y después de varios entrenamientos largos en las dos semanas siguientes, comenzaba a rescatar buenas sensaciones después de las 100 Millas.
          

           Y es la recuperación después de una ultra potente donde, a mi entender, se notan las grandes diferencias entre carreras de montaña cortas o, a lo sumo, no superior a los 50 kms y las ultras.  Con una media maratón de asfalto, con una maratón o incluso, con una carrera de montaña (entre 20 km a 35 km aprox) no acabas demasiado machacado y, en cierto, modo, pasadas unas dos semanas después de competir se adquiere, no siempre, un pico de forma que para nada existe en la fase, por decirlo de algún modo, post-ultra.   Después de una ultra (igual o superior a 100 km o inferior en kilometraje pero con mucho desnivel), mi cuerpo queda maltrecho y dolorido, con molestias en músculos y articulaciones, no siempre, pero sí en un porcentaje alto.   Al cabo de una semana, esos dolores van remitiendo, pero no significa que esté recuperado.  Es cuando vuelvo a correr o al intentar subir escaleras de forma rápida cuando percibo que la reparación del cuerpo, en todos los sentidos, no se ha producido y todavía necesito de varias tiradas, más o menos suaves, y unos cuántos días más, para encontrarme mejor.

           Volviendo a la Ultra Héroes contra Duchenne, reseñar que el viernes 29 de abril, salí por la tarde con mi coche y al cabo de 2 horas y media estaba llegando a Laujar de Andarax.  La temperatura rozaba los 11 grados. El pueblo, al igual que otros muchos de la zona, está enclavado entre la sierras de Gador y Sierra Nevada.  Nuestra carrera, prácticamente, atraviesa toda esa zona de la sierra de Gador llegando a la zona más elevada en Nuevo Mundo para luego adentrarse en los pinares del rio Andarax y en el encinar de Sierra Nevada (Sulayr).


           En el pabellón deportivo de Laujar me encontré con algunos corredores y voluntarios.  Uno de la organización, con el que pude charlar durante un buen rato, me explicó buena parte del recorrido de la carrera. Me indicó que casi toda era corrible y me advirtió de la zona alta de Sierra de Gador, con mucha pista forestal, pero a gran altitud y muy llana, sin avituallamiento, desde el km 29 al 44 y que podía resultar bastante dura.  Luego di un paseo por el pueblo y otro paseo siguiendo las balizas, viendo por donde discurría la ultra.

           Dos cuestiones más antes de seguir con la crónica.  En primer lugar, varias semanas antes le envié un correo a la organización para saber si se iba a celebrar ya que el número de inscritos era mínimo y no me hacía mucha gracia que varios días antes acordaran suspenderla por falta de corredores. Me respondió que se iba a celebrar pese al reducido número.  Al final, nos encontramos en la salida de Castalá, si mal no recuerdo, 26 corredores.
           La otra cuestión es el carácter solidario de esta ultra.  Duchenne es una distrofia muscular que avanza rápidamente; y es la más común diagnosticada durante la infancia reduciendo la expectativa de vida hasta los 30 años, aproximadamente.
       Bueno, es una ultra y si además se colabora con una buena causa, mejor que mejor.



            
           Tras recoger el dorsal, tenía alojamiento en el pueblo cercano de Beires donde llegué ya entrada la noche. Sobre las 4 de la mañana, sonó el despertador y como ya lo tenía todo preparado, no tardé mucho en desayunar y vestirme.  A veces, me levanto con ánimos renovados y dispuesto a comerme la ultra de turno, pero otras veces, sinceramente, me pregunto qué estoy haciendo y porque no me vuelvo a acostar o me voy para mi casa.   En fin, siempre la debilidad humana, siempre el lado mental hace acto de presencia.   Reseteé mis pensamientos afanándome en los preparativos y combatiendo esos pensamientos negativos con la idea de que en unas cuantas horas, 12 o 13, a lo sumo, estaría descansando, de nuevo, en una habitación de hotel pero con los deberes hechos. En fin, pensamientos y ánimos de un ultrero. 

Al salir al exterior, la temperatura no era tan fría como pensaba.  Tal vez, 8 o 9 grados.  En unos 15 o 20 minutos me desplacé por la solitaria carretera hacia Laujar de Andarax, donde, transcurridos unos lentos 20 minutos, nos recogió un autobús de la organización que nos dirigió al Parque Periurbano de Castalá, lugar donde se encontraba fijada la salida.  Como ya he dicho, éramos pocos corredores, no más de 30.  Nos acompañaba un “chaval” de la organización bastante majo.  Nos dio su teléfono móvil y nos deseó suerte.  Estuvo con nosotros durante la casi media hora que estuvimos allí, en aquel pinar, junto al arco de salida, en una zona recreativa, con mesas y zona de barbacoas, pasando algo de frío, hasta las 6 de la mañana y él fue el encargado de dar la salida.  Aproveché para relajarme, disfrutar del momento y observar a algún que otro corredor. No conocía a nadie y como dato curioso, sólo había una chica.
          
En cuanto al material que he utilizado en esta ultra, pues el habitual, las Hoka Mafate Speed 2, la mochila Salomon S-Lab de 12 litros, mallas kalenji y calcetines Lurbel.  En cuanto a alimentación, llevo varias ultras utilizando las pastillas masticables de Isostar y por ahora, me va bastante bien, abandonando las pastillas de sales de 226ers y de Victory Endurance.

           Lamentó el chaval de la organización que la salida fuera algo decepcionante, debido, sobre todo, al reducido número de corredores, pero como digo, a las 6 de la mañana, noche todavía cerrada, salimos disparados por el pinar.  Las primeras sensaciones fueron bastante malas.  Me costaba aguantar el ritmo de los últimos y mi respiración se aceleraba por momentos. Sentía como si no me llegara suficiente oxígeno y me costaba mantener el ritmo.  No obstante, pasados 10 o 15 minutos, empecé a encontrarme mejor y según avanzaba la subida fui adelantando varias posiciones y de paso tranquilizándome.  Tras el duro repecho una larga bajada por un sendero precioso bordeando la ladera y construido sobre muros de albarrada y que disfruté como nunca, bajando dentro de un equipo de trail de Almería.  Se animaban mucho entre ellos, se preguntaban continuamente cómo iban y se avisaban de los diversos obstáculos que nos íbamos encontrando: piedra, raíz, piedras sueltas, etc.  Uno de ellos se autodenominaba “cacho perro” y de vez en cuando, ladraba, y yo en medio del grupo como si de un extraño se tratara.  La bajada es larga y durante esos kilómetros nos amanece. A unos centenares de metros se divisan varios corredores que van delante, a un ritmo superior al nuestro.  Al final del descenso nos juntamos más corredores, entre ellos, la única chica de la carrera. 


Al dejar el sendero me escapo y tras un breve tramo por asfalto llegamos al primer avituallamiento de la carrera, Celín, kilómetro 11.   Tomo bebida isotónica y algo de fruta y chocolate y empiezo en solitario la larga subida.  Se trata de un sendero con bastante inclinación y piedra suelta.  Mi respiración se acelera y de repente me siento bastante fatigado. Trato de controlar el pulso y la fatiga.  Por delante un chico espigado con uniforme negro me va marcando el ritmo y por detrás el grupo del trail de Almería se me va acercando.  En un tramo de subida me equivoco y tengo que volver sobre mis propios pasos.  Al final, el chico que iba delante, el grupo de Almería Trail (creo que eran unos 6 componentes) y el que escribe seguimos juntos la ascensión hacia Nuevo Mundo.   Otro chico más y la única chica de la carrera no quedan muy atrás.
          Sobre la mitad de la larga subida, se suaviza la pendiente y me permite continuar la ascensión de forma más sosegada. 

      Abandonamos la vereda y cogemos la pista forestal que nos lleva al siguiente avituallamiento, Fuente Alta, sobre el kilómetro 19, tras más de 1200 metros positivos.  Tomo isotónico de sabor tropical, varias barritas, cargo los bidones de plástico y retomo el ascenso por pista.  El grupo de trail de Almería junto con el chico del uniforme negro, se me han escapado, aunque los mantengo a la vista.  El día empieza a nublarse un poco y cada vez hace más frío.  Las vistas son espectaculares. Es un paisaje yermo y con escasa vegetación, un páramo.   Al fondo se divisan las antenas hacia las que nos dirigimos.
           Coronamos el punto más alto de la carrera y empieza un larguísimo descenso por pista forestal a bastante altitud. Consigo unirme al grupo y juntos trotamos por esos parajes hasta llegar al siguiente avituallamiento, cruce de senderos, sobre el kilómetro 29 de carrera.  A pesar de ser pocos corredores, lo cierto es que, por ahora, en todos coincidimos 8 o 9, por lo que comer un poco de chocolate o fruta se antoja harto complicado.  Bueno, aún así, tratamos de avituallarnos de forma ordenada y seguimos corriendo por la Sierra de Gador.  Ahora, como ya me avisó el chaval de la organización, vienen unos largos 15 kilómetros en descenso por pista forestal con algunas subidas y falsos llanos que pueden resultar muy duros.


           En este tramo se me vuelve a escapar el equipo de Almería trail y el del uniforme negro y hago unos cuantos kilómetros en compañía de la única chica, una auténtica campeona.  No nos dirigimos la palabra durante el tiempo que corrimos juntos pero no importa.  La observo.  Se ve que es toda una ultrera, bastante curtida en ultradistancia.  Cada uno va a lo suyo.  A ella se la ve muy centrada en la carrera. Corre despacio, pero sin parar.  Yo, hago más paradas, pero cuando corro creo que voy más rápido. Los gemelos los llevo algo cargados y de ahí, lo de las continuas paradas.

A veces escribir estas crónicas pueden no transmitir el sufrimiento que todo corredor de ultradistancia debe soportar, por lo menos, desde mi humilde punto de vista.  Por ejemplo, en esta carrera, el dolor de gemelos fue bastante considerable durante 15 o 20 kilómetros y en esos momentos concretos me digo, -recuerda lo que estás sufriendo; intenta escribirlo y transmitirlo en la crónica.  Pero, pasados unos días, se olvida casi todo lo malo y lo que durante la carrera resultó un gran sufrimiento, pasado cierto tiempo se difumina y al escribirlo, casi siempre meses después, casi ni se acuerda o lo pasa por alto o sólo digo que los gemelos iban algo cargados como en esta ocasión.  No es cierto.  El dolor, a veces, resultaba insoportable.  Bueno, al menos esta vez, hago constar el lacerante dolor de gemelos que sufrí en la Ultra Héroes contra Duchenne, hasta que empezamos la bajada camino de las Minas de Martos, allá sobre el kilómetro 44, y las molestias se fueron trasladando a los cuádriceps.


 En fin, vuelvo con la narración de aquellos kilómetros junto a la única chica de carrera. Seguimos juntos hasta que llega una última subida un poco más larga y donde, casi sin darme cuenta, bastoneando, impongo un ritmo más fuerte y ella poco a poco, se va rezagando.  Ya no la volveré a ver más. 
           Adelanto a un corredor que va un poco tocado y tras pasar por unas enormes construcciones en lo más alto de la montaña (esta zona está rodeada de minas), con unas maravillosas vistas de Sierra Nevada al fondo, iniciamos un descenso más pronunciado, primero por camino de tierra compacta y luego por asfalto.   No pierdo de vista el equipo trail de Almería y el chico del uniforme de negro que corre con ellos, y poco a poco comienzo a recortarles terreno hasta que logro alcanzarlos y sobrepasarlos.  Como somos pocos, uno de ellos me preguntó, cuando lo adelantaba, la categoría en la que corría.  Le dije que en veteranos.
           El descenso es bastante rápido y en poco tiempo llego al siguiente avituallamiento, Minas de Martos, kilómetro 44 de carrera.  Justo al llegar sale un corredor de ese avituallamiento.  Le pregunto a la voluntaria por mi posición y me dice que voy el octavo de la ultra. ¡Qué! ¡No me lo creo!  Si voy en el top 10 de la carrera.  Esto me da un subidón de energía.  Tomo refresco de cola, cargo los soft flask de la marca Aonijie y sigo el descenso, ahora por una sinuosa vereda.


           En seguida, el sendero con mucha vegetación y bordeando una ladera, nos conduce a un duro repecho entre pinares.  La mañana ya va entrando y cada vez tengo más calor. Siento como el equipo de trail de Almería se me va acercando.  Escucho sus voces, y casi su respiración.  Reconozco que es una tontería.  Mi objetivo, como siempre, es terminarla, pero ese aliciente de luchar para que no te alcancen … supongo va muy dentro de cada uno. En fin, consigo pasar la tachuela por delante y seguimos descendiendo por un largo y estrecho sendero con mucha arenilla y piedra suelta. Tal vez, la bajada más técnica de la Ultra Héroes contra Duchenne. Decido no mirar hacia atrás e intento bajar lo más rápido que puedo, dentro de mis posibilidades.   Algunos tramos están mejor, otros con demasiada piedra y arena, algunos a la sombra y otros sin refugio alguno.  Durante estos minutos me adelantó un corredor que luego descubrí que pertenecía a la modalidad maratón y al que rebasé al empezar el camino de la Hidroeléctrica.   
Y el calor sigue apretando y por fin llegamos al valle del Andarax, al llano y a una zona de ramblas hasta coger un camino asfaltado que nos conduce al siguiente avituallamiento y a completar el primer bucle de la ultra.
          

Al entrar en el pueblo, los voluntarios nos guían hasta el pabellón donde está ubicado el avituallamiento y base de vida, Laujar de Andarax, kilómetro 56.  Voy con el pulso acelerado, pero bastante contento porque al nutrido grupo de corredores de Almería los he dejado atrás, luego sigo el octavo en la ultra.    
   En el avituallamiento de Laujar aprovecho para tomarme dos Powerade, bebida isotónica que me va bastante bien, a diferencia de las marcas blancas de algunos supermercados, y cargo una barrita de avena de 120 gramos.   Y retomo la marcha para hacer el segundo bucle de unos 28 kilómetros aproximadamente, tramo que comparten la Ultra, el Maratón y el Trail.   Se pasa por el camino de Nacimiento y en seguida, se tuerce a la derecha para enfilar la sinuosa senda de la Hidroeléctrica, paralela al río Andarax.   Justo en este sendero me encuentro a dos corredores de la maratón que vienen de vuelta. Me comentan que se han perdido y que no ven más balizas y que al atravesar uno de los túneles en oscuridad absoluta….  Les digo que este es el único camino y que es hacia delante.  Y así es.  Me hacen caso y volvemos a cruzar la acequia y los túneles y casi sin ver ninguna baliza, seguimos adelante, cuando se puede, trotando, cuando no, caminando, hasta que dejamos el sendero de la Hidroeléctrica y cambiamos por otra vereda, la senda del Aguadero, recorrido mejor marcado.


           Al poco llegamos a otro avituallamiento, Cortafuegos, sobre el kilómetro 63, una manta en la hierba con 4 o 5 voluntarios, por donde ya han pasado casi todos los corredores y ya les va quedando poco. Según el rutómetro, este avituallamiento estaba al final de la subida, pero su ubicación real es al principio.  Allí se quedan los dos maratonianos.  Uno tenía intención de retirarse, el otro creo que siguió.
Y empiezo en solitario una larga subida por una senda bien marcada, la del Aguadero, entre pino carrasco y encinares, con mucha sombra, pero a la hora de más calor y mentalmente se me hace muy dura.   La respiración se acelera y necesito hacer alguna parada corta para tomar oxígeno.  Suelto algún grito de furia y rabia.   Me cuesta subir.  Me pasan varios corredores de la maratón y uno de la ultra, pero solo uno, el chico del uniforme de negro.  Paso a la posición novena de la Ultra.  Y así, con mucho esfuerzo, subimos a lo más alto por una senda amable, casi acolchada, pero con el corazón acelerado y la boca seca y buscando como un loco el próximo avituallamiento.  Tras bajar al Castaño Milenario del Cortijo de la Rosa y cruzar el Barranco de las Palomas, tramos por la senda del Aguadero y el Sulayr, con algunos trechos de descenso más o menos complicados, aterrizamos, bastante cansados en la carpa y avituallamiento denominado Cruce de Caminos,  km. 69.  Una mujer y varios niños se afanan en ayudarnos. Ya me queda poco, me animo.  Tomo isotónico y refresco de cola, cargo los bidones y emprendemos una nueva subida, mucho más suave que la anterior, en compañía, de otra chica, pero ésta es la primera, creo, en la modalidad de maratón.  La senda está bien, apenas hay piedras y raíces y si mucha vegetación.  Se trata del encinar de Sierra Nevada o del Sulayr.  Cruzamos el barranco del Horcajo y por pista forestal llego al último avituallamiento.   En el camino la chica me ha dejado atrás y siento las pisadas de otro corredor, pero creo que también es de la maratón. 




La organización denominó a este avituallamiento Fin de Sulayrkm 75, aproximadamente.  Percibí en aquel avituallamiento mucho entusiasmo y ánimos. Comí un poco de fruta, cargué a la mitad los bidones y empecé el largo sendero de descenso para llegar a meta.  La senda es muy bonita, sombría, con mucho pino carrasco y cada vez más vegetación.  El chico de la maratón también me adelantó, pero yo, a pesar de molestias varias y con las piernas algo pesadas, ya iba disfrutando del momento, de la proximidad de la meta, del merecido descanso, del desayuno buffet que me iba a dar en el hotel de Laujar, etc.   Luego, entramos en otro sendero, el de Monterrey y que recorre la senda opuesta a la de la Hidroeléctria y también paralela al Andarax.  Un último repecho y ya tengo al pueblo a la vista y sigo en novena posición de la ultra, top10.  Y sin parar de correr, cruzando las calles del pueblo, entro en meta en la posición novena, en 12 horas y 20 minutos tras 84 kilómetros y 3700 +.  Y fin de la ultra, esbozando una sonrisa de alegría y más feliz que una perdiz.





          

          
          
          


          

          

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