miércoles, 11 de mayo de 2016

VII 101 PEREGRINOS (PONFERRADA) 30 DE ABRIL DE 2016. 101 KM y 3700 +.

VII 101 PEREGRINOS 30 DE ABRIL DE 2016
101 KM y 3700 +

Crónica

Tras haber realizado el año pasado los 101 de la Legión, tenía claro que este año 2016 no quería repetirla y buscaba algo parecido pero en otro sitio.  Tenía la duda entre los 10000 del “soplao” en Cantabria o esta de los 101 Peregrinos.  Al final me decanté por la de Ponferrada.

En el camino en coche hacia el norte, recogí a mis padres, que se animaron a acompañarme y sobre las 5 de la tarde del viernes llegamos al hotel que habíamos reservado en el pueblo de Bembibre, a unos 16 km de Ponferrada.   Tras descansar, nos dirigimos al Pabellón El Toralín a recoger el dorsal.  La bolsa del corredor consistía en una muestra de crema, una camiseta técnica muy chula y poco más.  La inscripción cuesta 45 euros y son 101 kilómetros con muchos avituallamientos.   En el pabellón estaban preparando la cena de la pasta.  Según me contaron, no tiene nada que ver con la cena de la pasta que organizan en Ronda.

Recorrimos el casco histórico de Ponferrada.  Especial atención a su imponente castillo templario y, en mi opinión, a los montes Aquilanos que tenían bastante nieve en las cumbres.  Después de un paseo, fotos y café, regresamos al hotel a descansar y preparar la logística.

Para la carrera anunciaban buen tiempo pero con temperaturas durante el día hasta unos 18 o 19 grados y por la noche podía descender a los dos grados, es decir, bastante frío.  A diferencia de los 101 de Ronda, aquí si es recomendable salir con ropa de abrigo, por lo que pueda pasar, y tal vez son planteables los bastones.  De hecho, en la carrera había bastantes corredores con ellos.  Mi mayor preocupación era terminar la carrera demasiado tarde, tanto por mí, por pasar muchas horas de noche con bajas temperaturas, como por mis padres, esperándome en línea de meta.  Al final, no llegué a usar la chaqueta y sólo utilicé los manguitos.

Al día siguiente, sábado, sobre las 8,15 ya estábamos en la línea de salida, siempre por detrás de los ciclistas.  Mis padres se fueron a las gradas a ver salir a a los de dos ruedas.  Allí coincidí con un grupo de Málaga, varios del Alpino Benalmádena y de la Senda.  Se nota buen ambiente entre ciclistas y corredores.  Hay ganas.  Veo muchos gallegos, asturianos y castellanos.  La temperatura era de 5 grados pero soportable. Poco a poco se fue llenando el estadio de atletismo Colomán Trabado y a las 8,30, con varios pistoletazos, se dio la salida de los ciclistas, unos 2200. Creo que son demasiados y para otras ediciones, su salida con la de marchadores debería espaciarse un poco más porque los atascos son la tónica durante el comienzo de la carrera. Durante media hora fueron saliendo.  Sobre las 9 de la mañana y justo detrás de los ciclistas escobas se dio la salida de los marchadores, algo más de más de 300 para la distancia de los 101 y aproximadamente la mitad para la distancia maratón.


Justo empezar a correr y aparecer los primeros problemas en forma de irritación y picor en el tobillo y cuadriceps derecho, como una especie de reacción alérgica que tuve en los primeros kilómetros.   Menos mal que al poco despareció.

Tras cruzar el centro de Ponferrada y subir al castillo templario, giramos a la derecha buscando el camino de invierno de Santiago en dirección a Toral de Merayo. Cruzamos un puente medieval sobre el río Boeza y ascendemos, bordeándolo, el monte Pajariel, dejando a la derecha, con unas vistas espectaculares, el valle sobre el que se asienta Ponferrada.  Adelantamos a algunos peregrinos. En estos primeros Kilómetros salgo a un ritmo bastante alto para una carrera de larga distancia, sobre 5,15 y continuamente me digo que tengo que bajar el ritmo y reservar, pero me encuentro bien, el carril es amplio y la temperatura es muy agradable.  Bajamos el monte Pajariel por un trecho como horadado sobre la tierra que le llaman el “Calellón” donde se amontonaba algo de barro y agua.  Llegamos al primer avituallamiento, km. 8 en Toral de Merayo con buenas sensaciones.  Dos vasos de isotónica y a seguir corriendo.  En seguida, nos encontramos con el primer atasco de ciclistas a causa del barro y las estrechas subidas. Suerte que nos dejan espacio y empezamos a adelantarlos. 

Primera subida con mucho barro y así nos encontraremos con varias más, algunas en mejor estado que otras.  Ante todo trataba de no mojarme los pies.  En los descensos con mucho cuidado porque los ciclistas te adelantaban a bastante velocidad y un movimiento extraño podía suponer que te arrollasen.  Eso sí, en todo momento, vi en los ciclistas bastante comprensión y respeto por los corredores y a veces, frenaban y nos pedían tranquilidad para adelantarnos.  Tres kilómetros después, un nuevo avituallamiento en Villalibre de la Jurisdicción y otro posterior en Santalla del Bierzo donde había bastante buen ambiente.  Aquí, en Santalla, sobre el kilómetro 15 se separa la carrera de los 101 con la maratón.  Algunos tramos son por senderos con bastante frondosidad y siempre siguiendo el margen izquierdo del río Sil pero la mayoría es carril.  El paisaje es de un verde pálido precioso.  Poco a poco, mi ritmo se va reduciendo y empiezo a sentir alguna molestia en el isquiotibial izquierdo.  Siento como me lastra pero no dejo de correr.  Me adelanta una pareja con camiseta blanca (parece el matrimonio) a los que luego me encontraré en la subida al mirador de Orellán y Ferradillo.  Volviendo a rebobinar la carrera, tal vez estos kilómetros del inicio fueron mentalmente los peores.
 
Seguimos con las subidas con barros y venga a pasar ciclistas que luego nos adelantan.  Es una carrera muy entretenida, teniendo a veces que salir del sendero o de la zona limpia para dejar paso a las bicicletas que van bastante más rápido.   Se pone a mi vera uno de los componentes del Alpino Benalmádena.  Le adelanto y luego me adelanta. En el avituallamiento 4, San Juan, organizado por el ejército y en el que se agolpan numerosos ciclistas, sobre el kilómetro 21, cojo mis primeros pastelitos Martínez que me sientan bastante bien.  Cruzamos algunos tramos de senderos con mucho barro y con bastante peligro de sufrir algún resbalón.  Me lo tomo con tranquilidad.    Llegamos a otro tramo de subida donde los ciclistas y corredores casi tienen que hundir los zapatos en el cenagal.   Hay bastante gente en algunos tramos de carrera.  Animan bastante y eso se agradece. Algunos barrizales son tremendos.   En uno de ellos hundo el pie en todo el barro y siento el agua en los calcetines.  Espero no sufrir ampollas.  Por fin, conseguimos subir el repecho y tras una bajada larga por asfalto nos espera otra pedanía de la zona y nuevo avituallamiento, Borrenes, sobre el kilómetro 26.  Cargó los bidones de agua y adelante.    
Ahora viene un buen tramo de subida para llegar al avituallamiento de las médulas.  Voy entre ciclistas y apenas si veo corredores.  He perdido de vista al chico del Alpino.   Voy escuchando las conversaciones de los ciclistas.  Algunos me animan.  A otros creo que no les gusta que le adelante. ¡Qué le vamos a hacer! Llevaré ya unas 4 horas de carreras.   Algunos repechos, estos sin barro, tienen bastante desnivel y los ciclistas sufren esas subidas con el handicap de cargar con la bicicleta y los zapatos con las calas que no están precisamente adaptados para andar y menos con desnivel.    No tengo ni idea de la posición que ocupo.  Mi único objetivo es seguir avanzando y cubriendo kilómetros.  Tras el avituallamiento de las médulas (km. 33), en una larga bajada empiezo a notar que los cuadriceps no responden todo lo bien que yo quisiera y la molestia del isquiotibial sigue dando por saco.   La zona que atravesamos parece sacada de una postal de Suiza.  Las casas son de tejados a dos aguas, de pizarra gris oscura.  Hay mucho bosque y el río Sil en medio.  Estamos en la frontera entre Galicia y Castilla León y cruzando todo el camino de invierno de Santiago.  De hecho, de vez en cuando se observa la señalización del camino de Santiago.  

Nuevo avituallamiento, Salas de la Rivera que la organización marcaba como kilómetro 39 pero que en mi reloj se disparaba al kilómetro 43.  Había dos mujeres cortando naranjas con muy buen rollo.  Por esta zona empecé a sentir una extraña molestia en la ingle izquierda que me acompañó el resto de la carrera.  Seguimos por carril por una nueva subida a la que le sigue una nueva bajada por el valle de Valdebría, camino de la mitad de carrera, sobre el kilómetro 48-50, en el polideportivo del pueblo llamado Puente de Domingo Flórez.  Son ya algo menos de 6 horas de carrera en el cuerpo.

El polideportivo está a rebosar de ciclistas y de algunos corredores.  También hay muchos familiares y la temperatura es agradable.  Me encuentro con el de la Senda y con la chica del Alpino.   Me siento unos minutos, como un plato de pasta, cargo bidones, un poco de isotónica, plátanos, y a seguir camino.  Como acabo de comer, reduzco el ritmo.  Me pasan varios corredores, entre ellos la del Alpino que me anima con un: ¡vamos malagueño!. Al final acabaría siendo la segunda mujer en entrar en meta con un tiempo de 14 horas y 29 minutos.  Enhorabuena para ella. 

La molestia en la ingle va a más y me dificulta correr.  Me impide levantar la pierna izquierda.   Por suerte, ahora vienen los 20 kilómetros de subida.  Lo bueno es que ya he superado el ecuador de carrera y ahora es cuando en una ultra viene más el trabajo mental que el físico, aunque este último también cuenta.  Utilizo como referencia a los del Alpino.  Tras varios kilómetros empiezo a encontrarme mejor.  Adelanto a varios corredores y ciclistas en un duro cortafuego y corro en varias bajadas carrileras que tanto me gustan.  Por lo visto, según les escucho, la compañera del Alpino va haciendo la carrera con su marido.  Vamos, lo que vienen siendo dos máquinas.

Vuelvo a encontrarme con el matrimonio vestido con camiseta blanca que me habían adelantado sobre el kilómetro 20.   Esta zona de subida es más agreste y con menos vegetación.  La temperatura baja un poco y sopla algo de viento.   Pasamos el avituallamiento de Yeres, una pequeña aldea perdida entre montañas, con poco más de cuatro casas, donde me como varios pastelitos Martínez.  Lo bueno de la molestia en la ingle es que ha solapado el dolor en el isquiotibial.    

Seguimos el ascenso.  Adelanto a la pareja de blanco. Ya no volveré a ver al matrimonio del Alpino que se quedan atrás, pero si al otro chico y al de la Senda.  Llegamos, al Alto de la Braña donde el ejército ha montado un pedazo avituallamiento con carpa, y mesas y sillas para descansar.  Desde aquel mirador se divisa un paisaje de la zona espectacular, con bastantes montañas, en sus cumbres, cubiertas de nieve.   Los soldados se vuelcan con nosotros.  Bebo coca cola y como algo y sigo ascendiendo.  La subida es larga. Los 3700 de positivos se notan.  La subida se hace por momentos interminable.  Nuevo avituallamiento del ejército y ya sólo 3 kilómetros para llegar a la parte más alta.   Me encuentro con el compañero del Alpino que me adelanta (sube bastante bien) y luego el de la Senda que también.  Voy algo tocado con el dolor en la ingle pero los kilómetros siguen cayendo y aunque sufriendo, en mi interior siento alegría, al ver como voy sobreponiéndome a la adversidad.     Mi objetivo de carrera era llegar al atardecer, sobre las 13 horas pero ya veía que iba a ser casi imposible.  Por otro lado, también veía más próxima la meta y aunque con más sufrimiento y dureza de la prevista, al menos, mis padres no iban a estar hasta altas horas de la madrugada esperándome.   Por lo visto, leyendo en las redes sociales, bastantes corredores se han quejado ya que han metido unos cuantos kilómetros de más.  A mi me salieron 105 y a algunos hasta 109.

Empezamos la larga bajada de 12 kilómetros tras subir al alto de Ferradillo. Algunos tramos por carril, otros por algún sendero técnico y otros con bastante barro y hierba (bajada “vruta”-bajada normal).  Adelanto a la pareja de blanco y al compañero de la Senda en el avituallamiento montado por el ejército en Ferradillo, otra aldea perdida en medio de la nada, donde ni siquiera llega la carretera y parece haberse detenido en el tiempo.  En la bajada adelanto a varios corredores.  De vez en cuando siento algún grupo de ciclistas.  Me aparto, pasan y vuelvo al sendero.   El dolor me permite seguir corriendo y lo hago en solitario y a mi ritmo.    Atravieso el avituallamiento de Paradela de Muces y tras atravesar una zona de mucho barro y agua llego al espectacular Castillo de Cornatel.  La gente nos anima.  Bordeamos el impresionante castillo y realizamos un rápido descenso a otra pedanía, Villavieja, sobre el kilómetro 80 donde están, creo, asando un cordero y donde la gente del pueblo se lo está pasando en grande.  Como algo y sigo. El dolor en la ingle se mantiene estable.  Otra cosa será cuando llegue a meta y me enfríe. Se pone a mi altura el compañero del equipo de La Senda que me acaba adelantando, aunque en seguida lo vuelvo a coger en el avituallamiento de Santalla del Bierzo.  En este tramo volvemos a coger el recorrido de los primeros 15 kilómetros pero al revés.   En este avituallamiento dan jamones a los corredores con la obligación de cargarlo hasta meta.  Mira que son brutos.  Ni me lo planteo.  Hay ganas de terminar.

En este avituallamiento, hay huevos, chorizo, bacon, de todo.  No pruebo bocado.  Pienso que a lo mejor me va a sentar mal y prefiero no arriesgar.  Eso sí, todo tiene una pinta estupenda.  Tras pasar por los dos últimos avituallamientos, el de Villalibre, también con bastante buen ambiente y megafonía incluida, y el de Toral de Merayo, ascender y bordear el monte Pajariel, Ponferrada se presenta ante mí ya con noche cerrada.  Faltando unos 7 kilómetros enciendo el frontal. No paro de correr.  Atravieso un puente de madera y comienzo a bordear por un sendero llano la ciudad siguiendo el margen del río Sil.  Me animo porque estoy a punto de terminar la carrera.  Todavía, de vez en cuando, me pasa algún grupo de ciclistas.

Por fin, dejamos el sendero y en seguida, cogemos una carretera que nos conduce a la línea de meta.  Despliego mi bandera de Trail Running Málaga y alegría.  La gente me anima.  Nuevo objetivo cumplido en 14 horas justas.  Saludo efusivo con el compañero del Alpino.  Recojo la camiseta técnica de finisher y mientras me como dos sándwich calientes que me saben a gloria, hablo con mis padres (a los que estoy eternamente agradecido por haberme acompañado en varias carreras y por su paciente espera en otras tantas) contándoles las aventuras de la ultra.  Lo malo es que al intentar levantarme, el dolor en la ingle se ha enfríado y apenas puedo moverme.  Al día siguiente ya me encuentro mucho mejor y emprendemos camino de vuelta haciendo escala en la Plaza Mayor de Salamanca.


En fin, otra ultra más a la saca.  Carrera absolutamente recomendable, con muchos voluntarios y muy buen ambiente y con avituallamientos bastante bien surtidos.  Los paisajes, mejor verlos que describirlos. A destacar la amabilidad del ejército.  Eso sí, mucho barro y demasiadas bicicletas y algo de descontrol con los kilómetros.    Siguiente objetivo: a finales de mayo Ultra Trail Jaca.

martes, 10 de mayo de 2016

I TRAIL SIERRA DE AGUAS (51 KM. y 2300 +) 7 de febrero de 2016

I Trail Sierra de Aguas (51 km y 2300 +)(7 de febrero de 2016). 

 Primera edición de una dura carrera, muy bien organizada, con buenos avituallamientos, chaleco en la bolsa del corredor, medalla artesanal y muchos voluntarios. En los prolegómenos, nutrido grupo de corredores de TRM (grandes deportistas y mejores personas) fotos de rigor, saludos varios y sobre las 8,30, con algo de lluvia y mucho viento arrancó esta carrera en suelo perote.





Llegando a Carratraca perseguido muy de cerca por mi compañero de club, Juan Vegan, un máquina.

La foto es baja calidad.  Por algún sendero embarrado entre los kilómetros 15 y 20 aproximadamente.


Mi entrada en meta con la bandera de Trail Running Málaga.

     


    En cuanto a la carrera en sí, me he encontrado mejor de lo que me esperaba. Salí a ritmo conservador y poco a poco fui sintiéndome con más fuerza. La primera parte es la más técnica y tal vez donde se encuentra el mayor desnivel. El resto es bastante corrible. Tal vez donde peor me encontré fue en la subida a los molinos, una vez pasamos Carratraca pero luego volvieron buenas sensaciones. Buena parte de la misma la hice acompañado por otros dos TRM, dos máquinas, Juan Vegan y Salva Rosado, con lo que todavía se hizo más amena. Al final, 6 horas justas, puesto 75 de carrera y orgulloso de lucir bandera en meta, para no cambiar con la costumbre. Lo dicho. Gracias a la organización, voluntarios, fotógrafos, protección civil, etc. por la gran carrera que han montado por la sierra de Aguas. Estupendo día de trail running con mis compañeros de club. Gracias a todos. Día redondo porque al llegar a casa tuve recibimiento familiar en forma de una sabrosa tarta de chocolate, eso sí, baja en azúcar. En fin, a descansar unos días pensando en la siguiente (Transgrancanaria Advanced).


Foto con el gran SuperPaco.


V MEDIA MARATÓN CIUDAD EL EJIDO 22 DE ABRIL DE 2012

       Escribo estas líneas cuatro años después y aún tengo grabado a fuego numerosos recuerdos: el hotel en el que nos alojamos, el paseo que dimos la tarde antes toda la familia por el centro del mismo, el premio en especie (hortalizas) al llegar a meta, el restaurante en el que comimos después de la carrera.
     
     Esta fue mi segunda media maratón.  Me había gustado eso de participar cada cierto tiempo en una media maratón.  Por un lado suponía salir de la rutina, convivencia con la familia y una manera distinta de hacer turismo.  Además, me obligaba a estar más en forma con el consiguiente esfuerzo y superación.

     Participé con las mismas zapatillas que en mi primera media maratón de Málaga, unas Nike de las que no recuerdo el modelo, y a falta de unos 10 kilómetros sufrí un fuerte tirón en la rodilla derecha sin consecuencias pero que me alertó ante unas necesidades ineludibles, es decir, cambiar de zapatillas y bajar aun más de peso. 

      Semanas después, corriendo por el paseo marítimo, el tirón en la misma rodilla fue mucho más duro, lo que me obligó a visitar el podólogo.  Para el verano ya contaba con mis primeras plantillas ortopédicas que me ayudaron bastante.  El problema fue la escasa duración de las mismas.
     
Por aquel entonces seguía jugando mucho al tenis y el participar en medias maratones me lo planteaba como una vía para estar más en forma a la hora de jugar al deporte de la raqueta pero no como un fin en sí mismo. 
      
      Volviendo a la carrera, decir que nos hizo un día fantástico, tal vez con demasiado calor.  Había una carrera de 10 km y la Media Maratón y todos salíamos juntos.  Tras un primer bucle, los corredores de los 10 km. entraban en el estadio de atletismo y los demás iniciábamos la segunda vuelta.    Mejoré el tiempo de mi primera media maratón en casi 10 minutos y bajé de dos horas.  Todo un record para mis inicios.  Recuerdo que en la meta estaban mi mujer y mi niña en la grada del estadio de atletismo.  Creo que una de las cosas que enganchan de correr es la sensación de satisfacción y objetivo cumplido que sientes cuando llegas a meta y tus seres queridos te dan la enhorabuena.


Al final un hora y 59 minutos y 9 segundos.

225º       27     JUAN CARLOS, BERMEJO SANCHEZ    73M -     01 : 59 : 09

2016 - III TRAIL GRAZALEMA (16 DE ABRIL DE 2016) (48 KM y 2700 +)

Crónica III Trail Grazalema- 16 de abril de 2016 (48 km. y 2700 +).

       Dos semanas después del Desafío Calares de Yeste me presentaba en el bonito y turístico pueblo de Grazalema para correr, sufrir y disfrutar un pedazo trail, técnico y montañero, aderezado con lluvia, niebla, algo de viento y esporádicamente un poco de frío pero sobre todo mucho barro. Salimos todas las rutas (promoción, corta, media y larga) pasadas las 9 de la mañana, cada corredor con su ritmo según en la carrera que participaba lo que podía llevar a algún despiste o descontrol si se quería seguir el ritmo del que uno tenía delante. 

        
Me quise tomar la carrera como un entreno fuerte pero siempre reservando. Muy buena organización, con buenos y numerosos avituallamientos, a pesar de lo inclemente del tiempo y siempre recibiéndonos con una amable sonrisa. 

         
        Los primeros 20 kilómetros me costó coger el ritmo ya que con tanto barro, charcos y piedras resbaladizas se hacía dificultoso conseguir un trote continuado. También es la parte más técnica y donde se concentra el mayor desnivel. Mención especial la subida al puerto del Águila, con unas vistas espectaculares a Zahara de la Sierra y el pantano. Tras bajar Puerto Boyar y subir el referido puerto, volvemos sobre nuestros pasos para llegar al embalse y completar el primer bucle que pone fin a todas las carreras, salvo la larga de 48 km. Fue entonces cuando empecé a encontrarme mejor. A ello contribuyó también que remitiera la molestia del isquiotibial izquierdo. Volvemos de nuevo a subir al Puerto Boyar, ya sólo los de la ruta larga, y tras la bajada a Benamahoma recorriendo el mismo camino que se hace en el Ultra de los Bandoleros, nos adentran en el Parque Natural a través del pinsapar por un carril serpenteante en plena naturaleza, casi siempre con la única compañía del viento y la niebla, hasta que coronamos el puerto del pinar y después de atravesar una zona muy boscosa y sombría, acentuada por la densa niebla, por un sendero bastante corrible, volvemos a bajar para llegar de nuevo al embalse y acto seguido a Grazalema. 

       
     Al final puesto 46 de la general en 7 horas y 36 minutos con la bandera TRM, para no perder la costumbre. Faltó el plato de arroz o el bocata de lomo postcarrera pero es un trail absolutamente recomendable. Ahora toca unos días de recuperación y a pensar en el siguiente reto: Los 101 Peregrinos en Ponferrada.



II HOMENAJE A LA GUARDIA CIVIL 2013 (HAGUA) 5 de octubre (42 km y 1600 +)

VII CXM Sierra Elvira (Granada- Atarfe) 12 abril de 2014 (29,4 km y 2000+) II Prueba Campeonato de Andalucía de CXM.

Crónica de la carrera por montaña Sierra Elvira 12 de abril de 2014.
(29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo).


    El sábado se celebraba la tercera prueba del campeonato de Andalucía de carreras por montaña. La de Sierra Elvira.

      Algo había escuchado de que era bastante dura. De hecho, sus 29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo ya la hacen bastante dura.
Estaba inscrito desde hacía varios meses y cuando llega el momento, uno no sabe como se va a encontrar.
    
   
       Coincidía con la Maratón antequerana pero por probar nuevos sitios, opté por la de Sierra Elvira. Hace justo un año que en el Desafío Sur Torcal de Antequera participé en mi primera carrera de montaña, en modalidad de senderista. Lo recuerdo como toda una aventura.

       La semana pasada había hecho las Millas Romanas y al día siguiente de terminarla pensaba que para la de Sierra Elvira no iba a estar en condiciones y que lo más razonable es que no participara. Sin embargo, fue pasando la semana y cada día me encontré mejor. El jueves, dos días antes de la carrera, hice una tirada de 10 km. a ritmo lento y, salvo ligeras molestias en la rodilla derecha, me sentía medianamente bien. Decidí probar suerte y correrla pero en plan tranquilo, saliendo desde atrás y según me fuese encontrando apretaría o no.



       Me presenté con tiempo en la ermita de Atarfe. El sitio engaña bastante, al lado de la autovía y de varias canteras. Parece un sitio poco dado para organizar una carrera por montaña pero nada más lejos de la realidad. Al subir a la ermita tienes unas vistas magníficas de Granada y Sierra Nevada y se atisban senderos y carriles entre pinares. Un lugar que merece la pena visitar. Por lo visto, según un lugareño, la zona de la ermita se llama los tres juanes y lo que es Sierra Elvira, con sus morrones, se encuentra detrás.



     Como siempre, recogida de dorsal y preparativos varios. Encuentro con dos máquinas del trail, Laura y Angel y dispuesto a disfrutar de la carrera.
En la salida también coincido con Libélula, encantadora, a la que ya conocí en la Pinsapo Trail.
    
Decido salir sin mochila ni riñonera para el tema de la hidratación. A confiar en los avituallamientos y soportar bien el calor. 



      Los primeros kilómetros son una especie de tobogán alrededor de la ermita por un carril estrecho pero bien definido, también alguna subida por escaleras, alguna bajada peligrosa pero todo bien controlado. Voy a ritmo tranquilo y adelantando de vez en cuando.
Sobre el kilómetro 7 u 8 dejamos la zona de la ermita y salimos por carril en busca de las tachuelas. 

       A partir del kilómetro 10 siento ligeras molestias en la rodilla. Es zona corrible pero trato de regular el ritmo. Empieza una zona de subida por una zona de matorral donde se disponen de estupendas vistas pero sin árboles y así será el resto de la carrera salvo los últimos kilómetros donde volveremos al bosque de pinares.


     Sobre el kilómetro 15 empieza lo bueno. Primera subida importante, "la cuesta de la maldición" con un desnivel brutal. La subo a buen ritmo. Luego un descenso peligroso con mucha piedra suelta hasta que llegamos a un sendero donde podemos llanear durante un rato. La molestia de la rodilla me ha desaparecido y disfruto corriendo a buen ritmo. 

        Nuevo avituallamiento y segunda subida. Esta segunda todavía es más fuerte, con un desnivel que no te deja descansar. Los últimos metros de subida se realizan entre grandes piedras. El sol aprieta y las piernas empiezan a tomar conciencia del esfuerzo. LLegamos al vértice y de nuevo, otra bajada peligrosa y un descenso zigzagueante por un sendero que a veces se pierde entre tanto arbusto y matorral. Me encuentro con numerosos carteles de bajadas peligrosas. Mucha tierra suelta donde había que retener o bajar de lado y que parece no terminar nunca. Este descenso se me hace bastante duro. En uno de ellos, sin previo aviso, se me agarrota un gemelo. Bastante dolor aunque pasa rápido. Terminamos la bajada algo tocado. Uno de los chicos de protección civil me echa, creo que era reflex, y luego, en el avituallamiento, varios viales de glucosa, mucha agua e isotónica, ayudan a minimizar las molestias.



        Para rematar la carrera, al final venía lo peor, un cortafuegos con una pendiente brutal, creo que se llamaba la cuesta de manu el cojo o cuesta de los esclavos. Parecemos zombies subiendo a cámara lenta por un sitio duro de verdad. Al final, con mucha paciencia y sufrimiento, coronamos el último morrón. Nueva bajada peligrosa y ya sí, los últimos kilómetros se hacen ya muy llevaderos, por un bonito camino entre pinos donde avanzo sin parar de correr. 


       En la línea de meta, muy buen ambiente. Ducha fría, un bonito chaleco, paella y cerveza. Encuentros de nuevo con Libelula, Angel y Laura y con Pedro de Triaworld, todo un campeón. Cada uno cuenta como le ha ido. Todos coincidimos en que es bastante dura.
En fin, bien por la organización y mejor aún por los ánimos recibidos a lo largo de la carrera. Al final 4 horas y 29 minutos. Cansado pero satisfecho.

I DESAFIO LURBEL CALARES YESTE (2 abril de 2016) (73 KM y 4400 +)

DESAFIO LURBEL CALARES YESTE 2 ABRIL 2016   (73 KM y 4400 +)

CRÓNICA.

Aunque un poco tarde, aquí comparto mi aventura, experiencia y sufrimiento en la última ultra que he corrido.

Por segundo año consecutivo probaba en los Calares de la provincia de Albacete (Sierra de Segura).  Si el año pasado fue en Riopar, en la maratón del Calar del Río Mundo de 45 km. con cresteos bastante técnicos (padroncillo, almenara,etc.) este año la oferta se había multiplicado y opté por probar en otra zona próxima, Yeste, patrocinado por Lurbel que, al menos, aseguran una buena bolsa del corredor.

Parece ser que, después de las críticas que está recibiendo en estos días el balizamiento de la Ultra del Calar del Río Mundo parece que he acertado con la elección. 

No tengo por costumbre hablar mucho de los prolegómenos de la carrera pero en este caso sirva mi experiencia para que otros lo tengan en cuenta o no repitan los mismos errores y ante la duda, mejor descansar en un apartamento o en un hotel.   

Desde que corrí la segunda edición de la Ultra del Valle del Genal y sobre todo, en el caso de que ésta salga de madrugada o al amanecer, opino que para mayor tranquilidad, es conveniente recoger el dorsal la tarde antes y tenerlo casi todo listo.

Para esta carrera y como ya he hecho en otras, me suelo llevar saco de dormir y esterilla, sobre todo para descansar (suelo duro) en el pabellón o instituto que habilite la organización después de finalizar la ultra. Tal vez por implicarme más con otros corredores, por ahorrarme unos euros o por alargar la incomodidad y evitar el descanso en un confortable hotel.  La razón es lo de menos, la cuestión es que lo suelo hacer (no en todas), pero en esta ocasión (ya lo había hecho dos veces) iba a utilizar el suelo duro antes de la carrera con el riesgo de no descansar bien pero bueno….., de ese modo le damos más aliciente a la aventura y la experiencia ultrera del fin de semana.

El viaje a Yeste es bastante fatigoso, muchos kilómetros por la sierra, con mucha curva, por una carretera infame y muy estrecha por la zona de Santiago de la Espada y a no más de 50 km/h.  Al final llegué bastante tarde y estresado (llegué a pensar que me había perdido) y bien entrada la noche, sin poder recoger el dorsal (es lo que iba buscando); sin embargo, un miembro de la organización con bastante amabilidad me ayudó a encontrar el edificio habilitado como suelo duro: un pabellón deportivo en lo alto del pueblo, desvencijado, con puertas y ventanas rotas por el que se colaba todo el frío de la noche. Es la única pega que le pongo a la organización.  Bien es verdad que tampoco había muchos solicitantes. Un chaval de Albacete y yo.  A ver si para próximas ediciones buscan algo mejor, por lo menos que proteja a los corredores de la intemperie.  Lo cierto es que durante la noche la temperatura bajó a los dos grados y a pesar de que me abrigué todo lo posible no pegué ojo y pasé bastante frío.  Vamos, para ponerse malo.

Me levanté bastante entumecido y después de desayunar una barrita y un batido, y de recogerlo todo, y con menos tiempo del esperado, me acerqué a la línea de salida para coger la bolsa del corredor y el dorsal.  Faltaban 20 minutos para el inicio (a las 6 de la mañana) y tenía que volver al coche a dejar la bolsa y apenas si podía articular palabra.   Me empecé a encontrar con el cuerpo totalmente rígido, los dedos agarrotados e incapaz de colocarme la mochila, llenar de agua los soft flask y por supuesto, colocarme el dorsal.  Además, apenas si sentía los pies.   

Todo hubiera sido distinto si decido alquilar una habitación del hotel pero quien iba a pensar que el suelo duro fue casi como dormir al raso y que  lo que era fresco a las 10 de la noche, pasó a gélido según avanzaban las horas de la madrugada. 

Un chaval de la organización me ayudó con el dorsal y una chica de la carrera con la mochila.  Salí sin agua, con la mochila mal colocada, tiritando de frío y por supuesto, el último de la carrera, junto con la chica que me había ayudado.  Al menos, pude colocarme los guantes y encender el frontal.  En fin, una mala experiencia que espero no repetir aunque nunca se sabe, a veces las circunstancias o la mala suerte nos pueden acabar superando …..   Si ya uno, cuando se plantea correr una ultra, se lanza a sufrir, al menos no incrementar ese sufrimiento.  Pero bueno, esas eras las condiciones en las que comencé esta carrera y como tal había que tomarlas.  Sólo esperaba que, al menos, las molestias de las últimas semanas remitieran o, como mínimo, me dejaran terminar la carrera, sobre todo, el tibial izquierdo ya que el dolor del isquiotibial lo doy ya como crónico.

Por lo visto, el número de inscritos llegó a los 97 de los 200 permitidos.  Creo que había dos chicas, la que me ayudó y otra. Creo que sólo finalizó una. Tras recorrer el pueblo empezamos una primera subida por escaleras, luego varias subidas y bajadas por sendero amplio pero con mucha piedra y tierra.   Adelanto a varios corredores pero me doy cuenta que la mayoría están bastante preparados y saben a lo que van.   La respiración forma vaho y a veces dificulta la visión del sendero y de las piedras.  La noche, todavía muy oscura, refleja una bóveda estrellada preciosa. 

Empezamos a dejar Yeste y vemos las luces de las pedanías y de otros pueblos en el valle. Poco a poco empiezo a sentir los pies pero noto como las pulsaciones las llevo bastante aceleradas.  Comenzamos una fuerte bajada, primero por carril con bastante piedra, hierbas e imperfecciones y luego por un sendero estrecho y cerrado con bastante matorral pero limpio.  Adelanto a algún corredor más y bajo rápido.  Voy sin agua y estoy deseando llegar al primer avituallamiento.  Poco a poco mi mente va olvidando el inicio de la carrera, el frío de la noche y el cuerpo empieza subir de temperatura y se va aclimatando a correr. 

Llegamos al río Tus y empezamos una fuerte subida por un sendero pedregoso.  Tiro con fuerza apoyándome en los bastones.  Un chaval se pega detrás y los dos conseguimos llegar al primer avituallamiento en la pedanía de Moropeche, sobre el kilómetro 8 de carrera. Allí tengo el primer encuentro con un trío de valencianos con los que haré buena parte de la ultra.  Cargo los bidones, bebo isotónica bien fresquita y como medio sándwich de nocilla y seguimos la subida.  Ya estoy metido en la ultra y el cansancio y el mal cuerpo se han difuminado.  Mi mente sólo piensa en dar un paso por delante de otro.  

La subida al pico Moropeche es bastante dura.  Se sube un gran desnivel en muy poco recorrido.  El sendero, con mucha tierra y rodeado de bastante vegetación, casi no zigzaguea.  Es directo hacia arriba.  Cuesta mantenerse en pie y no resbalarse.  El trabajo con los bastones ayuda.  La respiración sigue acelerada y tengo que hacer un leve receso para tomar oxígeno.   Apago el frontal y me quito los guantes con la mala suerte de que se me cae uno.  Menos mal que me doy cuenta y vuelvo sobre mis pasos y lo encuentro.  En la subida nos va amaneciendo pero todavía hace mucho frío.  Al llegar arriba, giramos hacia la izquierda por un camino de cabras (nunca mejor dicho) en el que cuesta mantener el equilibrio.   Tras una trepada con cuerdas llegamos al vértice geodésico y avanzamos por zona de piedras puntiaguadas y vegetación baja donde no hay sendero, sólo las balizas te lo van marcando.   Sopla algo de viento.  Decido tomármelo con tranquilidad. Además, se me ha soltado el dorsal y decido colocármelo bien. Me adelantan los valencianos. Queda mucho y prefiero correr donde se pueda antes que torcerme un tobillo por mejorar cinco minutos y además, me siento más cansado de lo normal y el pulso algo acelerado.  

La zona es espectacular, con mucho barranco y mucha roca y unas vistas increíbles.  Empieza a despuntar el día.  El cielo tiene un azul luminoso, sin una mota de nubes.  Poco a poco vamos bajando.  Abandonamos la zona técnica, primero por sendero y luego por una pista forestal entre un bosque de pinos con olor a madera y a naturaleza donde es fácil dejarse llevar.  Aprieto el ritmo y corro esbozando una sonrisa.  Las molestias no aparecen. Genial. 

Tras la pista, mas sendero, algún zigzagueo entre las pedanías y las casas sueltas que se escalonan en el barranco y en el recorrido hasta llegar al kilómetro 20 donde está el siguiente avituallamiento (Los Giles).   Bebo coca cola y más isotónico y volvemos a la carrera.  No hay zonas llanas, o se sube o se baja. 

Empezamos una nueva subida hacia el pico El Calar entre un bosque de pinos.  Los corredores ya van más relajados, cada uno a su nivel.   Ya son más de 3 horas de carrera y en la subida aprovecho para quitarme el impermeable.  Me siento mejor físicamente y la respiración vuelve a ser más acompasada.

Es la primera vez que utilizo los manguitos del club.  Durante esta subida me sigue un chaval con gafas y vestido de negro. Tras llegar a la cima, el chaval me adelanta y comenzamos a hacer caco por la planicie rocosa de la montaña durante varios kilómetros, siempre en un ligero ascenso.   El chaval de negro me sirve de referencia durante ese tramo.   Una vez superado, empieza un nuevo descenso por sendero bastante corrible y con unas vistas de naturaleza en estado puro.  Me adelantan dos corredores y aprovecho para adelantar al chaval de negro que se lo toma más tranquilo.  No lo volveré a ver.  Seguimos el descenso, ya por carril hasta llegar al avituallamiento del kilómetro 33 (La lastra) donde vuelvo a encontrarme con el trío valenciano.  Hasta el kilómetro 39 sigo la estela de los dos levantinos con la subida de alguna tachuela.  No hablan mucho.  Yo sigo a lo mío.  Bajamos hasta el río Tus, de nuevo y llegamos al lugar intermedio donde se podían dejar las mochilas (Molino Jaraiz). 

No hay donde sentarse y en unos minutos me ventilo unos macarrones fríos con un vaso de coca-cola.  Me sabe a gloria. Vuelvo a ponerme en marcha y enseguida doy caza a los tres valencianos, de Alzira.  Con ellos realizaré casi toda la subida del pico Mentiras.  Por algún momento parece que los únicos de la ultra somos los cuatro.  Nadie por delante, nadie por detrás. Los primeros 8  kilómetro son por carril.  Sobre la mitad, kilómetro 43 pasamos otro avituallamiento (Palancares).  El cansancio empieza a hacer mella.  Cojo una marcha con bastoneo incluido.  Ya es casi medio día, el calor se nota pero en ningún momento es asfixiante.  No creo que llegase a subir de los 18 grados.  Los valencianos, en su idioma hablan de sus cosas.  Los últimos kilómetros son un duro ascenso campo a través, pasando algún tramo de nieve, con mucha verticalidad, piedras, matorral bajo, y más piedras y rocas de los todos los tamaños.

En la subida dejo a los valencianos. Cuesta subir pero paso a paso llegamos al vértice geodésico del pico mentiras sobre el kilómetro 51 y con casi 8 horas de carrera.  Las vistas son preciosas.  Hace algo de viento y frío pero me quedo unos segundos disfrutando del lugar y del momento.  Me siento feliz conmigo mismo, pues a pesar de las circunstancias del inicio, la incertidumbre de como iban a responder las molestias, me siento vivo, sufriendo y luchando en carrera y a la vez, disfrutando.  Le pregunto por mi posición y me dice que en el puesto 62, es decir que voy en el furgón de cola, pero no me importa.  Comento con el voluntario los lugares y picos que se ven a lo lejos (La Sagra, Padrón, Padroncillo, Almenara, Pico Calar, etc,).   Empieza el descenso técnico del pico Mentiras con mucha piedra, bastante cresteo y algún tramo peligroso. A veces hay que ayudarse con las manos. No es nada corrible y decido tomármelo con tranquilidad.   Me cogen los valencianos y al poco pierden las balizas y nos perdemos los 4.  Durante 10 o 15 minutos caminamos sin rumbo fijo hasta que volvemos a encontrarlas.  Durante este tramo avanzamos a un ritmo muy lento.  Hemos pasado todos los controles sin problemas pero este retraso… y tenemos un máximo de 16 horas para finalizar la ultra.

Después de dos o tres kilómetros vuelven los senderos, los bosques de pinos y alguna pradera y nos ponemos en marcha para recortar tiempo.  Adelanto a tres corredores.  Los valencianos se han escapado en el descenso.  Los vuelvo a encontrar en el siguiente avituallamiento, kilómetro 57, Arguellite, donde me tomo otro plato de macarrones.  Los voluntarios nos animan y nos dicen que sobre las 8 de la tarde estaremos en Yeste.

Salgo con los valencianos que ya me saludan como a uno más del grupo.   Pero ellos van a lo suyo y a veces van muy lento y otras más rápido.  Yo prefiero mantener un ritmo constante.   Seguimos avanzando por otra zona de bosque con mucha tala reciente que dificulta el avance.  Troncos de todos los tamaños cierran el sendero.  Alguno los saltamos y otros por debajo.  Hay que tener cuidado porque los músculos ya están bastante agarrotados y un movimiento extraño puede suponer un acalambramiento.  Aquello parece una prueba de obstáculos.  Dejamos esa zona y volvemos a un sendero limpio que zigzaguea entre jaras y árboles.  Los valencianos vuelven a dejarme.  Son más rápidos y están más en forma que uno.  Mi intención era hacer la carrera entre 12 o 13 horas pero las zonas técnicas me han retrasado bastante.

         Me queda una última subida, más dura de lo que pensaba, la del pico Ardal.  Llego al último avituallamiento de carrera en el kilómetro 67, Bochorna, y empezamos, tras un ligero descenso, la última subida del ultra.  Esta subida es todavía más vertical que la del pico Moropeche.  El sendero, de tierra y piedras pequeñas no zigzaguea, es vertical y directo en todos los sentidos.  Cuesta bastante mantenerse en pie, incluso avanzar.  Me resbalo varias veces, incluida una caída sin consecuencias.   La respiración se vuelve a acelerar.  Tengo que hacer algún receso. Me voy acordando de toda la familia de esa maldita montaña.   Por fin lo consigo.  Me libero gritando con todas mis fuerzas.  Me ha costado más de la cuenta pero lo hemos hecho.  Los últimos kilómetros son un descenso por pista y sendero hasta Yeste.  Durante la bajada me quito la mochila y cojo la bandera de Trail Running Málaga y vuelvo a correr.  Me noto cansado pero feliz.  Entro en Yeste, corro por sus empinadas calles y entro en meta tras 14 horas y 38 minutos en el puesto 62.   El speaker me entrevista, me pregunta mi opinión de la carrera, etc.  Luego otro chaval de la organización me prepara varios batidos de sales y me cuenta pormenores de la misma.  Para terminar y como recuperación, un último plato de macarrones a la bolognesa con los valencianos y con la amabilidad de tres chicas de Hellín.  Nueva ultra a la saca.  Bastante dura y técnica pero con algunos senderos y vistas increíbles.  Merece la pena y me quedo con bastantes buenos recuerdos, a pesar de lo mal que lo pasé en la post carrera.  Obviamente, la noche siguiente decidí descansar en una habitación de hotel antes que volver a dormir en el pabellón.   Y eso es todo.  Si el cuerpo lo permite, a mediados de abril estaremos en otra, en Grazalema pero esta mas corta, solo 48 kilómetro