2018 - 113K SCENIC TRAIL 2018 (9 Y 10 JUNIO 2018) TESSERETE- LUGANO (SUIZA)


113K SCENIC TRAIL 2018 9 Y 10 JUNIO 2018 TESSERETE - LUGANO (SUIZA)

           Me dispongo a escribir esta crónica más de seis meses después de que se celebrara la carrera, allá en los Alpes Suizos, muy cerca de Lugano y del lago que lleva su nombre.  Y si hay algo que recuerdo vívidamente es el lunes de aquella semana, previo a la carrera. Tras la euforia del día anterior corriendo la media maratón de montaña por Cazorla, rodeado de mi familia, con buenas sensaciones, volvía al día siguiente a la cruda realidad, al trabajo, a la rutina pero con un pensamiento que no se marchaba de mi cabeza y que me angustiaba y era el de saber, primero, si la logística de carrera que había planeado, funcionaría, y si ya en carrera, todo iría bien y conseguiría terminarla.


           A esta carrera me inscribí en octubre del año anterior, en uno de esos días, tardes, mejor dicho en el que uno dispone de tiempo y se dedica a navegar por la red, a ver carreras y más carreras y por casualidad descubre una donde la inscripción tiene buen precio y el vuelo a la ciudad más próxima, desde Málaga también lo tiene ¡bingo! ¡Esta es la mía! Y sin pensarlo mucho, uno va y le da a la tecla y paga. Y una vez que has pagado, ya no hay vuelta atrás pero como todavía queda mucho tiempo, en cierto modo, te olvidas, hasta que llega el lunes antes de la carrera y te das cuenta que la ultra la tienes a la vuelta de la esquina, que hay un desnivel brutal en no tantos kilómetros y que los tiempos de cortes y de finalización son bastante ajustados.  Y entonces, es cuando uno se da cuenta y se pregunta: ¿dónde me he metido? Y claro, recuerdo aquel lunes como un día de auténtico bajón.

           En fin, a lo largo de los siguientes días me fui recuperando psicológicamente y físicamente (de la media maratón de Bosques del Sur) mientras iba preparando la maleta y toda la logística de carrera, así como los billetes de avión, alquiler de vehículo, hotel a la vuelta en Italia, etc.   Por suerte, menos mal que el tiempo que daban para la ultra fue mejorando a lo largo de la semana y al final, para aquellos días de principios de junio en las proximidades de Lugano, los días iban a ser de un azul maravilloso y primaveral, como pude comprobar.

           Y llegó el viernes y tras dejar el coche en las proximidades del aeropuerto de Málaga, facturación de maleta, control de seguridad y todo el protocolo que muchos conocen, ya en la puerta de embarque, coincido con varias compañeras de trabajo que iban a coger en la misma puerta otro vuelo pero en dirección a Bérgamo. Casualidades de la vida.  Unos de viaje y otros a sufrir por las montañas.  En  mi caso, volaba con Easyet a Milán-Malpensa para llegar sobre las 12,30.  La hora de salida de la Scenic Trail se iba a dar a las 12 horas de esa misma noche (entre el viernes y el sábado).  No había mucho tiempo entre la llegada al aeropuerto y la salida de la ultra.

           Y como no solo de “ultras” vive un ultrero, también resulta interesante contar las aventuras y desventuras previas y a veces, también, posteriores a una carrera.  En este caso, a diferencia de otras, donde todo está más controlado o depende menos de uno, en este caso, había decidido alquilar un coche en el aeropuerto de Milán.  El problema es que no soy muy ducho en idiomas y según en qué país, cuesta bastante hacerse entender.


           En fin, como de todo se aprende, espero que al que lea esta crónica, en algo le pueda servir.  Y sigo con la historia.
Al llegar a la terminal 2 (ahora sé que llegué a esa Terminal) del aeropuerto de Milán-Malpensa y salir fuera del edificio, obviamente sigo los carteles de rent a car donde veo, entre las empresas que se anuncian la mía, es decir, con la que he alquilado el coche.  ¡Perfecto!  Sigo las flechas que me conducen a otro edificio que sirve también de estación del tren. Pero cual es mi sorpresa que, tras la espera en la cola de la empresa de alquiler de coches, me dice una chica, primero en inglés y luego en francés que mi vehículo de alquiler se encuentra en la terminal 1.  Deduzco que estoy en otra terminal. En francés la entiendo perfectamente. Que coja la lanzadera- me dice. ¿Y dónde está la terminal 1?  Me dice que coja el autobús para trasladarme a la terminal 1.  Eso es muy fácil cuando algo se conoce pero la primera vez que uno llega a un sitio y más a un aeropuerto, uno está bastante desorientado.  Menos mal que tengo el móvil operativo y localizo la terminal 1 a unos 6 o 7 kilómetros y observo que hay carretera y que se puede ir andando.   Como no sé a quien preguntar, hay mucha gente, a cual más ajetreado y no veo lugar ni parada para coger ese autobús, decido hacer una tontería y es cargar con la maleta durante esos 7 kilómetros, y realizar el trayecto andando, desde una terminal a la otra.  Durante el mismo, puedo comprobar como la lanzadera pasa una y otra vez de una terminal a la otra y veo algunas paradas pero como no se cuanto cuesta (luego me enteré que es gratis) y soy algo terco, decidí seguir andando. Todo suma, me digo.

           La verdad que al alquilar el coche, no me di cuenta de ese detalle, ni tampoco que el vuelo aterrizaba en la terminal 2 de Milán-Malpensa y del que Easyet es la “concesionaria”.

           Creo que tardé más de una hora en completar ese largo paseo de una terminal a la otra con una maleta con más de 20 kilos de peso, por tramos sin acera y sobre todo, cuando en menos de 10 horas salía la carrera y quedaba lo peor, coger el coche y orientarme para entrar en Suiza y llegar al pueblo de Tesserete, cerca de Lugano.

           Por fin alcanzo la terminal 1, compruebo donde para la lanzadera y entro en el edificio del aeropuerto buscando la zona de las empresas de rent a car.  Son más de las 14 horas del viernes y aquello está hasta arriba de gente.  Después de una larga espera, me atiende una señorita que, por suerte, sabe o entiende algo de español.  El vehículo que he alquilado es el más básico de todos.  Me indica que está aparcado en el garaje A, en el número 150 y me recalca que no tengo seguro a todo riesgo y que en caso de daños al vehículo tengo que pagar 1000 €uros.  Esto me asusta y me acongoja un poco.  Bien es cierto que tengo un seguro a todo riesgo con otra empresa pero mejor evitar cualquier contratiempo y más en un país extranjero.
 Es una opinión personal pero ya son unos cuantos coches que he alquilado en distintos aeropuertos y creo que no hay empresas más piratas y más fraudulentas que estas.  Si te pueden sacar los cuartos, lo van a hacer si o si, si te pueden engañar lo van a hacer si o si. 
Mejor llevarlo ya todo bien atado por Internet y no prestar mucha atención a la perorata.  En la mayoría de estas empresas el trato deja mucho que desear, sobre todo a la vuelta, al entregar al coche.  Es una mafia consentida a nivel internacional pero es como, en cierto modo, está montado el negocio de los aeropuertos y las empresas que te esquilman en los mismos.   A modo de ejemplo, resulta que no puedes pasar un botellín de agua en el control de seguridad pero luego puedes comprar el mismo botellín en las tiendas del aeropuerto pero, claro, a precio de oro.

           Volviendo con la crónica.  Voy al garaje en busca de mi coche por unos días, tres, en concreto, de viernes a lunes.  La táctica siempre es alquilar el coche más básico porque, generalmente, la empresa te va a dar el que tenga en ese momento y a veces no te entregan el más básico, sino uno superior.  En esas iba pensando cuando me aproximo a la plaza 150 y veo un flamante BMW.  Me digo: lo que yo pensaba.  Pero no. Cuál es mi sorpresa cuando veo que el flamante BMW está aparcado en la plaza 149 y en la 150, apenas si se ve, hay un ridículo coche de juguete, un Smart.  ¡Adiós! ¡Pero si es un huevo!  Y esto cómo se abre! Y esto cómo se conduce! Si se lo va a llevar el viento!
           Bueno, bromas aparte, si que es verdad que me encontré con un serio problema como fue meter la maleta en el “pseudomaletero” del Smart.  En primer lugar, porque la maleta apenas si cabía dentro y en segundo lugar, porque lo que hay en su interior es visible desde el cristal trasero, es decir, desde el exterior del vehículo.   Toda mi maleta era perfectamente visible.  No me hacía mucha gracia.

           En fin, trato de arrancar el vehículo.  Esa es otra historia porque cada vehículo y cada marca tienen su mecanismo.  En algunos modelos ya no hace falta girar una llave pero si que hay que pisar o no el embrague y darle a tal o a cual botón.  En alguna ocasión, he tenido que preguntar cómo se arranca el coche porque no encontraba la forma. 

           En esta ocasión no hizo falta.  Salgo del aeropuerto por la primera rotonda que encuentro.  Siento que el vehiculo es muy inestable y que hay que andarse ojo avizor.   En cuanto puedo hago una parada para aliviar tensiones y para colocarle en la luna delantera un soporte para el móvil.   Luego con el Google Maps busco Teserete y cómo llegar.  Me marca que en una hora y media estoy en ese lugar y pulso aceptar.

           Vuelvo a conducir por la autovía con mucho cuidado y prestando atención a las indicaciones del programa. Lo de la franquicia de 1000 €uros me ha dejado intranquilo.  Por suerte, aunque en Italia hay bastantes autopistas, no llego pasar por ningún peaje y en poco tiempo me empiezo a aproximar a zonas montañosas. 
           Atravieso la frontera entre Italia y Suiza sin que paren a ningún vehículo, el mío tampoco, y entro en el país helvético.  Decir que en Suiza te exigen pagar 50 €uros al año por circular por sus carreteras y que la transferencia de datos del móvil en ese país ya no es gratuita, a diferencia de los países de la Unión Europea.  La broma de media hora del móvil buscando datos me costó aproximadamente unos 40 o 50 € por lo que aconsejo tener cuidado al entrar en Suiza.  Más vale quitar la transmisión de datos porque, aunque no te conectes, la compañía te va a cobrar un buen pico.

           En mi caso, la conexión del gps del móvil me aguantó una media hora, lo suficiente para que casi me encaminara hacia el pueblo.  Ni que decir tiene que las vistas del valle y de las montañas de Lugano son impresionantes, así como el espectacular lago.

           Y sobre las 17,30 aproximadamente llegué al pequeño y limpio pueblo de Tesserete, a unos 15 kilómetros de Lugano.  Aparqué donde encontré un hueco y aproveché para comprar agua en un supermercado y luego volví al coche para encontrar la ubicación definitiva del estadio de atletismo y lugar de salida de la Scenic Trail. Ya no me funcionaba el gps del móvil y todo era más difícil. Tuve que preguntar a gente del pueblo.

           Por fín, llego al polideportivo y como llegué con tiempo, pude dejar el Smart bien aparcado, a unos 200 metros de la salida y al lado de los vestuarios.
En seguida, pude recoger el dorsal y el resto de la bolsa del corredor.  Bastante completa, por cierto, teniendo en cuenta el precio de la inscripción y que es un país bastante caro como Suiza.

           El resto de la tarde la aproveché para darme un paseo por el bosque cercano, curiosear un poco (había muchos corredores de lugares próximos que en una elevación del terreno, casi al lado de la salida-meta, habían montado sus tiendas de campaña) y hacer una compra a otro supermercado, sobre todo agua y más bebida isotónica.


           Al anochecer utilicé uno de los vestuarios para cambiarme y prepararme para la carrera.  Me comí una barrita de avena, algo de líquido y a esperar hasta las 12 horas.  Según fue avanzando la noche, empezó a hacer algo de fresco y decidí meterme un rato en el coche escuchando música para estar lo más descansado posible.  Sobre las 23 horas, como ya se iba ambientando la cosa, decidí dejar el coche y acercarme al lugar de salida.  No había muchos corredores hasta que me doy cuenta que la gran mayoría está dentro de una gran sala escuchando la charla técnica.  Entro y aquello está hasta arriba de corredores.  Uno de los organizadores, todo en inglés, les va explicando lo distintos puntos kilométricos, avituallamientos, material obligatorio, etc.  No me entero de mucho pero si de lo necesario y suficiente. 
           Al terminar, como hace frío fuera, me quedo dentro del edificio haciendo un poco de tiempo y a pocos minutos para que den las 12 horas de la noche, todos los corredores nos acercamos a la línea de meta.  Como siempre, nervios, tensión y el habitual pellizco en el estómago. En fin, la incertidumbre de no saber donde te metes y si tu cuerpo responderá bien, mal o regular.

           Por cierto, corrí con mis Hoka Stinson 4 Atr que y que en carrera no me defraudaron.  A las 12 horas, tras las fotos de rigor, arengas y demás parafernalias habituales, salimos los corredores de la Scenic Trail 113K con 7400 + (aunque en mi gps me salieron casi 8000 +).  Mi idea era terminarla lo mejor posible e intentar no sufrir más problemas con los vómitos o al menos descubrir qué me lo está provocando, tal y como ya me pasó en la Ultra Trail Mercantour  agosto 2017 y en la Transgrancanaria febrero 2018.  
           Tras dar una vuelta por el pueblo comenzamos la primera subida, toda ella por pista, más o menos fácil coronando el Monte Bigorio.   En la bajada está el primer avituallamiento, Gola di Lago 1, sobre el kilómetro 7,6 por donde pasó en una hora y 13 minutos en el puesto 145.  Seguimos bajando, ora pista, ora algún sendero pero nada técnico hasta volver otra vez al valle y cruzar el pueblo de Mezzovico.  Recuerdo compartir varios kilómetros con varias chicas, de hecho, con una de ellas, la llegué a ver hasta el kilómetro 85, la chica del traje negro.
           Y comienza lo interesante con una larga subida hacia el Monti di Torricella y posterior bajada hacia el pueblo de Arosio donde se encuentra el siguiente avituallamiento, sobre el kilómetro 21 y por el que transito en 3 horas y 15 minutos.  Sigo bien y con la moral alta.
           A partir de aquí la carrera se complica.  Seguimos subiendo hacia el Monte Tamaro a través de sendero con unos desniveles donde toca clavar bastones.  Algunos tramos son verdes praderas verticales.  Poco a poco va amaneciendo cuando llegamos a un primer pico, Monte Gradiciolli, donde hay un vértice geodésico que algunos aprovechan para hacerse fotos.  Sopla bastante viento. Ni que decir tiene que las vistas son espectaculares.  Hacia un lado todo un sistema montañoso enorme como son los Alpes.  Al fondo se ven las enormes montañas nevadas.  Pero no es cuestión de pararse porque hace bastante frío. Tras una bajada con bastante piedra, nueva subida por escalones hasta coronar un segundo pico y luego nuevo descenso buscando el tercer avituallamiento.  Recuerdo que algunos tramos están bastante expuestos.  Trato de correr lo más pegado a la roca. Los precipicios son de vértigo y más vale ir con cuidado.  Sigo bien pero esta subida me ha cascado bastante.  Llego al refugio de Capanna Tamaro, sobre el kilómetro 31, a las 6,31 horas de la mañana, en el puesto 153 y con bastante claridad. El avituallamiento es escaso y apenas como algo. Cargo agua y sigo mi camino. 


           Tras la larga subida, una larguísima bajada de casi 10 kilómetros, en la que no paro y aprovecho para adelantar a unos cuantos corredores.  Hay tramos fáciles, algún tramo de pista forestal pero con mucha piedra, zonas de senderos con algo de barro y raíces y mucha curva, atravesando zonas bastantes boscosas y sombrías.  Los últimos kilómetros, alguno de ellos en llano y por asfalto se me hacen bastante largos y llego cansado al avituallamiento del kilómetro 41Monte Ceneri, sobre las 7,52 de la mañana.  Este avituallamiento está bastante mejor y aprovecho para descansar unos minutos, sentarme y comer algún que otro sándwich.
           Y vuelta a la carga, con una subida hacia la Cima di Medeglia.  Según subimos, con un día soleado y una temperatura agradable, las vistas del lago de Lugano y de las montañas cercanas, se vuelven deslumbrantes y hermosas.  Las subidas de la Scenic Trail tienen pendientes bastante fuertes y éstas no van a ser diferentes.  Son pequeños senderos herbosos zigzaguendo en paredes verticales.  Y bueno, coronamos otra subida y como me siento con fuerza y en el kilómetro 50 está la base de vida, donde la organización nos ha llevado una mochila, pues avanzo con rapidez.  Además, es un carril amplio y corrible y sin darme cuenta llego al avituallamiento de Alpe del Tiglio, creo que se trata de otro refugio de montaña.  Paro un rato a descansar, como algo, creo que fue pasta y cargo de agua los bidones de plástico.  Me encuentro bien y por ahora, no tengo problemas estomacales.  No obstante, voy con mucho cuidado a la hora de comer y el primer requisito es que todo lo que coma me tiene que entrar por los ojos.
           Y nueva subida, está bastante más complicada y técnica con unos desniveles donde hay casi escalar.  Por uno de estos tramos me adelanta un corredor español que me saluda. Va bastante rápido. La temperatura va subiendo, al igual que los latidos de mi corazón y la respiración.  Esta subida, psicológicamente, me hizo bastante daño.  Se me hizo interminable pero al final, conseguimos llegar al Pixxo di Corgella, kilómetro 53, donde había un punto de control por el que cruzo en la posición 128 a las 11,26 y de la mañana. 
           La primera parte del descenso no es fácil y cuesta correr.  Aprovecho el ritmo de otro corredor extranjero y juntos avanzamos, dejando atrás a varios corredores.  Este es un tramo bastante salvaje.  Llegamos a un nuevo refugio de montaña, kilómetro 55,3Alpe Caneggio, donde sólo dan agua. Sin embargo, tienen latas de cerveza y de café.  Mi cuerpo empieza a dar síntomas de que no se encuentra todo lo bien que debiera.  No tiento a la suerte y aunque me apetecía una lata de café, que ya había probado el día anterior en la bolsa del corredor, me abstengo de tomar nada.
           Abandonamos el refugio, cruzamos un puente y seguimos por una vereda en zona boscosa.   Recuerdo una bonita bajada por sendero estrecho y sombrío, con algo de barro y también un resbalón que me hizo caer pero sin consecuencias.  Y después, un paso algo complicado, para cruzar un riachuelo. Lancé los bastones al otro lado para tener las manos libres. 


            Y seguimos bajando hasta llegar al avituallamiento del kilómetro 62Isone, por donde paso a las 12 horas y 52 minutos en el puesto 122.  Aprovecho para entrar en un lavabo y darme un lavado de cara.  La temperatura ha subido bastante y más en el valle.  Hace calor y me tiemblan los gemelos.  No quiero parar demasiado pero sí que descanso unos minutos.  Por ahora, la carrera me está resultando bastante dura con muchas subidas con gran verticalidad y unos descensos en los que hay que estar bastante pendiente, es decir, que no da tregua. 
           Sigo avanzando.  Junto a mi nuevo compañero extranjero, cruzamos el bonito pueblo de Isone que parece estar de fiesta y cono muchos militares.  Cruzamos al rio y vuelta a subir, primero por asfalto para volver a entrar en zona de sendero con bastantes raíces.  En uno de estos tramos piso mal y me hago bastante daño en el tobillo de la pierna izquierda.  A partir de ese momento, cada mala pisada irá repercutiendo en ese tobillo y todo se irá complicando pero mejor no pensarlo mucho y continuar avanzando. El día está en su esplendor y el calor aprieta.  Seguimos subiendo y el agua escasea. Por esta zona encuentro otro compañero, un italiano muy simpático, descamisado y que no para de hablar con la novia por el móvil.  Me comenta alguna subida.  Le hablo del Monte Gazirolla pero parece desconocerlo.  No sé si pertenece a la carrera de 113K o a la de 54k. Da igual.  Como digo la carrera es bastante dura y en una de estas interminables subidas nos cruzamos con una chica que se retira y que, en italiano, nos dice ya no puede más, que ya está bien.   Ahora el ascenso se hace a través de una carretera asfaltada y allá a lo lejos se observa el siguiente avituallamiento, Gola di Lago 2kilómetro 68 al que llego sobre las 14 horas y 15 minutos, en el puesto 110.  Sigo con el estómago regular pero me obligo a comer algo.  Aquí vuelvo a coincidir con aquella chica de negro del kilómetro 12 cuando cruzamos el pueblo de Mezzovico sobre las 2 de la madrugada.  No paro demasiado y vuelvo a la carrera para cruzar por el punto más emblemático de la Scenic Trail, el Motto della Croce, con una enorme cruz desde la que se divisa el pueblo de Tesserete, Capriasca, Comano y todo el valle de Lugano, un lugar hermoso y rodeado de puntiagudas montañas y bañado por el lago del mismo nombre.  Pero la carrera sigue y cada vez vamos cogiendo más altura.  El día comienza a nublarse y la temperatura cae unos cuantos gratos.  Al chico descamisado lo dejo atrás. 
Comienza a soplar un fuerte viento y siento que la carrera vuelve a cambiar y sigue endureciéndose.   En solitario, sin más ruido que mis pisadas y respiración, atravesando praderas montañosas, unos 200 metros por delante de la chica, atravieso la tachuela del Monte Bar, luego un largo descenso por una vereda con mucha piedra donde el tobillo izquierdo sigue resintiéndose cada vez que hago una mala pisada.   Es un paisaje agreste, de alta montaña, sin apenas árboles.  A lo lejos, un grupo numeroso comienza a subir otro enorme pico de gran desnivel.  Al principio creía que era el monte Gazzirola pero luego me doy cuenta que no.  Este hecho, psicológicamente, también me afecta.  El nuevo pico que consigo coronar, no sin mucho esfuerzo, es la cima Monccuco  Y es que cada vez me cuesta más subir.  De hecho, la chica me adelanta en esta subida aunque en la bajada la mantengo a la vista. 
Y seguimos avanzando hacia las grandes montañas que nos rodean. El día sigue nublándose y una densa bruma va cubriendo los picos. Continuamente me pregunto si debemos ascender esos enormes picos que, a decir verdad, impresionan.  Parecen monstruos acechantes, escondiéndose en la bruma, esperando engullir a sus ingenuas presas.   Apenas si llevo agua.  En el último avituallamiento nos dijeron que había una fuente con agua potable pero van pasando los kilómetros y no la vemos.  Me estoy desesperando un poco.  La carrera está siendo más dura de lo previsto.
Mi pregunta es si ya empezamos a bajar o todavía hay que seguir subiendo. Por fin llegamos a la referida fuente (Passo d,pozzaiolo) Las vistas impresionan y las montañas cubiertas por la densa niebla, aún más. A lo lejos se divisan corredores ascendiendo, perdiéndose entre la niebla. Cargo bidones con agua fría de la montaña y le pregunto a un extranjero sobre la siguiente subida.  No me entiende nada, ni siquiera hace el esfuerzo por hacerse entender.  En fin, que recuerde, hasta ahora sólo me he tropezado con un español en carrera que luego se tuvo que retirar, pero no será el último.


En la fuente nos juntamos un buen grupo de corredores, entre ellos con la chica de negro. La mayoría decide abrigarse.  Hace frío y una densa niebla.  En mi caso, me encuentro bien, sino fuera por las preocupaciones del estómago.  Y empieza la subida definitiva al pico Gazzirola y cuando peor, psicológicamente me encontraba, tal vez por el estrés, por el frío, por terminar cuanto antes, la verdad que no lo sé, lo cierto es que el cuerpo reaccionó. Me lo tomé como un kilómetro vertical competitivo.  A ver quien llega antes a la cima y así, y sin mirar hacia atrás, imponiendo un ritmo fuerte, adelantando a unos cuantos corredores, llegué, dentro del nutrido grupo, entre los primeros al ya famoso Gazzirola, donde nos volvieron a tomar control.  Avanzo hasta el puesto 105 de la general y ya llevo en carrera 17 horas y 43 minutos. Qué paliza!
Y después del Gazzirola todavía nos quedan unos cuantos kilómetros de bajada hasta el siguiente avituallamiento.  La bajada es bastante técnica, con muchas piedras de todos los tamaños y colores, algunas sueltas otras no. Adelanto a la chica del traje negro.  Cuesta soltarse y correr tranquilo.  La bajada, al principio es por un cresteo, a nuestra derecha, según bajamos, Suiza, a nuestra izquierda, Italia y es que esa cresta es la frontera entre los dos países.  Pasamos por el refugio Gazzirola que esperaba fuera el avituallamiento pero no.  De hecho el refugio está en la parte italiana.  Los cuadriceps empiezan a resentirse con tanta bajada pronunciada.  Al fondo se abren nuevas montañas y justo antes se divisa una construcción, puede que sea el refugio San Lucio.  En efecto, corriendo sin parar, con cuidado de no lastimarme demasiado el tobillo, me voy acercando a un nuevo grupo de corredores y así, en modo competitivo, llego al siguiente avituallamiento en menos de una hora.  Pero al llegar saltan todas las alarmas. De repente, ya no me encuentro tan bien, sobre todo del estómago.  Apenas si pruebo bocado porque siento que mi estómago se ha cerrado.  Mal asunto!  A veces me digo que los avituallamientos más que ayudar, frenan tu ritmo y te ralentizan y ese parón hace que el cuerpo y la mente flaqueen. En fin, el avituallamiento está hasta arriba de corredores y no sé ni donde sentarme. Descanso unos minutos pero hace bastante frío.  Un italiano, en un notable español, quiere interactuar conmigo pero yo lo único que quiero es salir pitando y llegar cuánto antes. Al salir del refugio San Lucio, nuevo control y sigo avanzando hasta el puesto 86 de la general y con 18 horas y 24 minutos.


Salgo muy cansado y mentalmente tocado por que siento que no me encuentro bien y todavía me quedan 30 duros kilómetros atravesando las enormes montañas que nuevamente se interponen entre nosotros y la meta. Atravesamos una loma, luego una enorme pradera por un sendero muy estrecho donde sufro varias malas pisadas y me acabo, definitivamente, de destrozar el tobillo izquierdo por la parte externa.  Y volvemos a subir, primero el Monte Cuco Dosso Colmine y luego Cima di Fojorina.  Son momentos bastante duros. Me encuentro muy cansado, con la respiración acelerada, viendo como otros corredores me adelantan con relativa facilidad.   Trato de hacer acopio de fuerza mental. Intento dejar la mente en blanco y sólo pensar en poner un pie delante de otro. Van pasando los minutos y sigo ascendiendo.   Consigo llegar a lo alto de la cima.  El paisaje es increíble pero el tramo está bastante expuesto.  Ando con cuidado porque un mal paso puede resultar fatal.  Atravieso la zona conflictiva y ahora viene una bajada más fácil.  El tobillo está fastidiado pero aún así puedo seguir corriendo mientras no pise mal.   Me adentro en una zona boscosa y sombría por un sendero zigzagueante. No paro de correr, incluso rápido.  Adelanto a un corredor y así, forzando la máquina llego al siguiente avituallamiento, Pairolokilómetro 91,2, donde no hay punto de control.   Justo al llegar me viene un enorme bajón.  Solo quiero sentarme un rato y descansar. Intento comer alguna galleta pero mi estómago se ha cerrado.  Siento que no me encuentro bien.  Tengo ganas de vomitar.   El avituallamiento es muy pobre y casi no hay de nada.  Decido seguir, aún sabiendo que no me encuentro bien.
Reinicio la marcha mientras atardece. Entro en una zona boscosa.  El sendero tiene muchas piedras y raíces. Me encuentro mal.  Hay un momento que me pierdo y acabo en lo alto de un precipicio, junto a unas rocas mirando el atardecer.  Es precioso.  Me siento un rato a ver si se me pasan las nauseas.  En ese momento, situado fuera del track, tal vez provoco que tres corredores avancen hacia mi posición, dos de ellos españoles. ¡Vaya! ¡Lo siento!   Nos saludamos y este encuentro me levanta de mi buscado descanso o tal vez temporal evasión de la carrera y trato de seguirlos durante un rato pero no voy bien y no consigo seguirlos durante mucho tiempo y justo cuando se están marchando me vienen las arcadas y vomito varias veces.  ¡Qué mal me encuentro! Al menos, al soltarlo todo, me encuentro algo mejor. En fin, sigo avanzando.  Toca bajar pero el camino no es fácil.  Se hace de noche y enciendo el frontal.  Las vistas son espectaculares. A la derecha se llega a divisar la meta y el pueblo de Tesserete.  Parece que estamos al lado pero no es así y eso mentalmente también me afecta. Sigo bajando.  Algún corredor solitario me adelanta.  Sin darme cuenta se ha hecho de noche y avanzo por una zona muy sombría que provoca aún mayor oscuridad.  Por algún momento me siento muy perdido.  Me paro y no veo frontales por delante ni por detrás.  Muy cansado, empiezo mentalmente hundido una nueva cuesta que se me hace muy larga y durísima.  Estos últimos kilómetros se me están haciendo interminables. Lanzo algunos gritos de desesperación.  A veces escucho voces de otros corredores.  Creo que van por delante. Me encuentro desconcertado.
Minutos depués consigo encontrarme con otro corredor y los dos juntos avanzamos hasta llegar a la cumbre del Monte Boglia desde cuya cima se observan unas vistas nocturnas espectaculares de todo Lugano y sus alrededores.  Justo en el vértice geodésico saludamos a un chico que sale de una tienda de campaña y que parece estar bastante perdido, más incluso que yo.  En la cumbre hace viento y algo de frío.  Ahora me siento más despejado y algo mejor.
           Empieza una nueva bajada más fácil pero estoy muy cansado y con el estómago descompuesto y el tobillo maltrecho. Mi único objeto es terminarla.  Me da igual el tiempo. En cuanto a la bajada, tras un tramo fácil se complica bastante con un nuevo sendero muy técnico para volver luego a otra zona más cómoda donde se puede correr.  En esta bajada me pasan varios corredores, entre ellos una chica con la respiración muy acelerada y así, como muy competitiva, como si se estuviese jugando la victoria en la ultra.
           Después de un tiempo interminable consigo llegar otra población y por fin a un nuevo avituallamiento, el del kilómetro 101Brè Paese, por donde paso en la posición 105 en 23 horas y 39 minutos.
           En el avituallamiento, con más surtido que el Pairolo del km 91, no me apetece nada.  Bebo refresco de cola y solicito algún gel o spray para calmar el dolor del tobillo o bien algún tipo de vendaje.  No tienen de nada.  Toca aguantarse y seguir.  En el avituallamiento veo a la chica que me ha pasado hace un rato. 
           Justo salir del avituallamiento, de nuevo, vuelvo a vomitar varias veces echando todo lo que acababa de comer.  Al menos, nadie se ha dado cuenta.  Menos mal que me quedan 13 kilómetros y una última subida.  Me armo de paciencia y comienzo la última subida hacia Alpe Bolla.  Al poco tiempo la chica me adelanta pero un poco más adelante se para porque no está segura del camino. Llego a su altura y le indico que esos puntos pintados en el árbol también son balizas.  A todo esto debo indicar que las balizas en la Scenic Trail, en muchas ocasiones, son chapitas con el símbolo de la carrera, una especie de sol rodeando a una cabra en lo alto de una montaña y muchas veces escasean y uno no está seguro si sigue en la dirección correcta y más en una noche cerrada como aquella. La chica extranjera no queda muy convencida pero sigue avanzando y me vuelve a dejar para atrás.  Al cabo de cierto tiempo, escucho que grita.  Más adelante veo su frontal.  Trato de avanzar más rápido para ver que le pasa.  Justo cuando llego a su vera veo que está hablando por el móvil y marchando en dirección contraria como si fuera a retirarse.  Ni siquiera me mira.  Allá cada cual con sus actos.  A veces es difícil comunicarse si no conoces el idioma pero siempre hay una reglas básicas de cortesía. En fin, yo a lo mío, a terminarla cuánto antes.  Y como no hay dos sin tres, al cabo de cierto tiempo me vuelve a adelantar la chica. ¿Te quieres ir ya?  Puro surrealismo en una ultra.  Lo mismo estaba medio dormido y lo soñé, pero creo que no.   Por cierto, a los pocos minutos me encontré un enorme jabalí muerto en medio del sendero.   Creo que tampoco era una visión.  Por cierto, a ver si en la crónica de otra ultra hablo de las visiones que nos afectan en la segunda noche de carrera. Algunas te ponen los pelos de punta.

           Por fin llego al último avituallamiento, sólo agua, Alpe Bolla, km 105 y ya solo me queda la bajada.  Pero es una bajada con mucho barro y algo técnica y el tobillo está muy maltrecho.  No puedo correr. Los kilómetros se me eternizan.  De hecho, este último tramo de 13 km lo completé en más de 4 horas y 20 minutos.  Muy lento, lo que da reflejo de mi situación.  Y es que en las ultras siempre hay que correr mientras se pueda porque si no se avanza muy despacio.   En estas situaciones siempre me acuerdo de mi primera y única UTMB (2016), hasta el momento, donde también lo pasé bastante mal pero al final, poniendo un pie delante de otro, conseguí terminar lo que me parecía imposible.
           Y bueno, por fin consigo llegar a la “civilización” y empieza la última broma de la Scenic Trail.  Tal vez quedaran los últimos 3 kilómetros de carrera, ya todo en llano y buena parte por asfalto pero la sensación que tuve, con “cartelitos” y demás, es que nos estaban haciendo dar vueltas sin mucho sentido en vez de dirigirnos a la meta, ora arriba, ora abajo, ora a la izquierda, ora a la derecha.  Me sentía muy perdido y cabreado. Supongo que serían las ganas locas de terminar y que ya estaba muy cansado. No lo sé.  Luego, viendo el plano parece que no existen tales vueltas.  Tal vez sería mi sensación con una segunda noche sin dormir, con el tobillo y el estómago fastidiado.  Más alucinaciones!
           Faltando poco para llegar a meta me paré porque parecía que la meta no llegaba nunca y además porque en todo este tramo no ví a ningún corredor y justo al pararme, dos frontales en la lejanía se fueron acercando hacia mí.  Era una pareja.  Me dieron ánimos y continué con ellos.  Y por fin, tras 27 horas y 58 minutos, en plena madrugada de la segunda noche, pude ser finisher de la durísima Scenic Trail 2018 en el puesto 107 de 199 que terminaron, con 154 retirados.  Al menos, la medalla, hay que reconocerlo, es muy chula.


           Y hasta aquí, la aventura de Lugano y la Scenic Trail.  Luego, una vez terminada la ultra, quedarían más aventuras como la de quedarme a dormir en el vestuario y luego en el smart, la de salir de Tesserete, la mañana del domingo, sin gps y sin saber muy bien como salir de Suiza y si me pararían en la frontera y luego mi agradable viaje por Italia, coincidiendo en una cafetería con otros ultreros (italianos) magullados, mientras contenía las ganas de dormir hasta llegar a Varese y descansar en un coqueto hotel con desayuno incluido y muy barato (Hotel Verbano 2000) Por cierto, lo peor que me llevé de esta ultra fue la lesión en el tobillo de la pierna izquierda que tardó más de 1 mes en curarse. 
          

          

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