2017 - I SANTIAGO PONTONES TRAIL WEEKEND 2017 - LONG TRAIL SIERRA DE SEGURA (50,3 KM y 2150 +) (23 de SEPTIEMBRE DE 2017)

I SANTIAGO PONTONES TRAIL WEEKEND 2017 - LONG TRAIL SIERRA DE SEGURA (50,3 KM y 2150 +) (23 de SEPTIEMBRE DE 2017)

            Después de la Ultra Trail Mercantour decidí concluir a temporada con carreras más cortas y menos lesivas.  Ya estaba inscrito para la Turdetania, a mediados de octubre y para el Doñana Trail, a principios de noviembre.

            Al descubrir esta carrera por las redes sociales y conocer ya parte de la zona de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, así como el propio pueblo de Santiago de la Espada (provincia de Jaén), pensé en una buena candidata para comprobar mi estado de recuperación después de la Ultra Mercantour, cuatro semanas después, por lo que me decidí inscribirme y probar.

            Durante el mes de septiembre realicé dos buenos entrenamientos.  El primero de casi 50 kilómetros entre El Burgo y Ronda, pasando por el Puerto de Lifa en unas 7 horas y media y con más de 1200 +.  El segundo fue la XI Travesía Trevélez-La Zubia de otros 50 kilómetros y más de 2000 +, donde pasé mucho frío en el primer tramo de subida al Alto del Chorrillo.  Lo peor fue que se me volvió a resentir el tibial izquierdo y ese dolor si que es invalidante.


            Y claro, en una semana, esa molestia no desaparece, aunque confiaba que no me molestara demasiado.  Me equivoqué.   Con mucha ilusión, como siempre, me aventuré a una nueva carrera el propio sábado 23, cogiendo el coche muy temprano para poder llegar con tiempo a Santiago de la Espada. 

            Sobre las 9 de la mañana, con una temperatura de 11 grados, pude recoger el dorsal en el aislado pueblo de Santiago de la Espada, acompañada con una estupenda bolsa del corredor que incluía “buff”, cinta para el pelo, dos “geles” y una camiseta, sobre todo, si tenemos en cuenta que el precio de inscripción era de 25 €uros.  Las voluntarias, muy amables.

            A las 11 en punto de la mañana un autobús dispuesto por la organización nos llevó al punto de partida de la Long Trail Sierra de Segura de 50 kilómetros, el pequeño pueblo de Pontones.  Durante el trayecto pude charlar con algún conocido como Oscar del Alpino Benalmádena, aunque pertenece a un grupo llamado Marea Naranja y al que ya pude saludar en la salida de Bandoleros 2017.  Le acompañada otro chaval llamado Antonio.


            El pueblo de Pontones se encuentra enclavado en el nacimiento del río Segura.  Son cuatro casas alineadas junto al río en una zona con una orografía muy escarpada, lo que también le añade cierto encanto, con unos paisajes dignos de visitar.  Antes de empezar vimos desfilar a los primeros corredores de la Ultra donde contaban con un avituallamiento en ese paso, siendo para ellos el punto de control del kilómetro 50 de carrera.  La distancia de la ultra son 100 kilómetros.  Algún año la intentaremos hacer.

            En la zona de salida nos pudimos echar unas fotos.  Había buen ambiente.  También saludé a más gente, en este caso, de Rincón de la Victoria, a Antonio, un gran ultrero, luchador en mil carreras y a uno que se está iniciando, aunque ya tiene sus años, pero nunca es tarde, José Carlos Sánchez Navarro-Millán.
            
           Según la organización, había unos 140 corredores.  La temperatura fue ascendiendo a lo largo de la mañana y a las 12 del mediodía, ya hacía bastante calor.
            
           Y puntual, a las 12 horas del día 23 de septiembre de 2017, se dio el pistoletazo de salida a la primera edición de la Long Trail Sierra de Segura.   Como siempre, salgo a ritmo conservador, controlando las sensaciones y la respiración.  En seguida, a Oscar de Marea Naranja y a su compañero les perdí de vista y es que mi preparación cardiovascular deja mucho que desear.  Tengo resistencia pero nula velocidad.


Los primeros 5 kilómetros discurren por carril, paralelos al río y subimos al collado Masegoso aunque apenas es perceptible.  Es un continuo sube y baja que se hace rápido.  Al llegar al kilómetro 5 nos desvían a la izquierda del arroyo y empieza el sendero.  Igualmente, también es un sube y baja.  Empieza a dolerme la tibia izquierda.  Puede tratarse de periostitis tibial.  No lo sé.  La semana pasada, como ya he dicho, terminando la Travesía de resistencia Trevélez-La Zubia (16 de septiembre) comencé a sentir esas molestias que durante la semana desaparecieron pero se trataba de un espejismo.  La molestia persistía y estos kilómetros por sendero se me hicieron bastante duros al tener que soportar ese dolor.    El recorrido es muy bonito y el sendero bastante trotable, con cuidado de no lastimarse la cara en algunos tramos, por la tupida vegetación.   Así llegamos al primer avituallamiento, Huelga-Utrera en el kilómetro 9.2 donde apenas si bebo dos vasos de isotónico. Atravesamos la pedanía y algo de asfalto y vuelta al sendero paralelo al río.  Este tramo es más técnico, con más piedra, menos transitado, con zonas de ramblas, algún punto de escalada, donde, por cierto, me perdí aunque solo fueron unos minutos.

El dolor me sigue fustigando pero parece que lo voy controlando.  Se me pasa varias veces por la cabeza abandonar la carrera, es decir, no forzar para evitar males mayores.  De hecho el dolor me obliga a parar varias veces y a bajar bastante el ritmo.¡Maldita sea!
No obstante, siento que el ibuprofeno que me he tomado en carrera me va haciendo efecto y aunque persiste, se hace más llevadero.  En realidad todo este recorrido es el que conecta la pedanía de Pontones con la Toba, pero este segundo tramo, al tener una carretera paralela ha quedado en desuso o al menos, eso creo.


Y por fin, llegamos al siguiente avituallamiento, la Toba, sobre el kilómetro 17, en un tiempo de 1 hora y 58 minutos y donde me alimento a conciencia porque ahora viene un fuerte repecho, la subida al collado Marchena.  Durante unos kilómetros de ascensión el ritmo se ralentiza, dejamos de correr y empezamos a apretar los dientes y a subir andando pero rápido.  Me encuentro bien y empiezo a adelantar a unos cuantos corredores.  Se empiezan a vislumbrar espectaculares parajes con el embalse al fondo.  Es una vereda sombría que zigzaguea en la falda de la montaña, entre la frondosidad del bosque, dejando abajo el río Segura y el pantano de Anchuricas y la Toba. 

Con esas buenas sensaciones llego al siguiente avituallamiento, collado Marchena, en su primer paso, en el kilómetro 21,8 donde cargo bidones y me tomo varios refrescos de cola fresquita.


A partir de aquí, es un sendero estrecho y algo inclinado donde se puede correr pero con cierta dificultad.  Es como trotar por la playa pero peor.  Lo bueno es que las vistas son espectaculares.  Dos enormes laderas boscosas bajan hasta el agua del pantano de Anchuricas.    Este tramo es de ida y vuelta, por lo que me puedo cruzar con los primeros corredores o no.  Al final, llegamos a una zona de sendero con más piedras que bordea una parte de la ladera más rocosa y a la vez más despejada y que permite contemplar un paisaje sobresaliente.  Tal vez, para mi gusto, sea el tramo más destacado, en cuanto a paisajes y espectacularidad de la Long Trail Sierra de Segura. Es en este punto donde me cruzo con el primer corredor.  Nos saludamos.  Al llegar a este punto donde un voluntario nos indica el camino, hay una magnífica bajada de 5 o 6 kilómetros por sendero sombrío con la pendiente adecuada y de tierra compacta, es decir, ese tipo de veredas donde, en mi caso y creo que en el de muchos, más se disfruta del trail.


Al terminar la bajada, vienen 500 metros de carril hasta llegar a otra nueva pedanía y punto de avituallamiento, Miller, kilómetro 31, por donde transito con un tiempo de 4 horas y 14 minutos.  En la bajada hacia Miller coincido con Óscar, el de Marea Naranja. Como plátano, barritas y un poco de refresco de cola y empieza una nueva subida.   Me encuentro bien y con fuerza aunque el dolor en la tibia se mantiene pero, además de no impedirme correr, creo que me espolea.


Hago una rápida subida adelantando a unos cuantos corredores hasta llegar a la Pililla.  En la bajada buscando el sendero que nos devolverá al avituallamiento del collado Marchena, adelanto a Oscar y le pregunto por su compañero.  Me dice que va un poco por delante.  Al final no pude cogerlo. Creo que se llama Antonio Rubio Andrade y quedó en la posición 17, en un tiempazo de 7 horas y 13 minutos.
La temperatura empieza a descender y de vez en cuando sopla una brisa fresca que siempre es bienvenida.  En esta ligera subida por el sendero de ida y vuelta coincidimos con algunos corredores de la ultra.

De nuevo visito el avituallamiento del collado Marchena pero ya en el segundo paso y sobre el kilómetro 39,8.  A partir de este punto la subida ya es por carril.  Intento trotar de vez en cuando pero enseguida se cargan demasiado los gemelos.  Es una zona de páramo, sin apenas vegetación. Sigue bajando la temperatura y ascendemos al punto de mayor altitud de la carrera, el collado Retozarkilómetro 44, a 1724 metros de altitud.  Apenas si paro y con ganas de terminar enfilo los últimos kilómetros, tal vez los peores.  Tras un tramo de carril, una bajada casi campo a través con sendero roto y bastante peligroso.  Luego una subida con muchas piedra y sobre todo, por la larga bajada final donde se necesitaba una gran habilidad y técnica para correr sin doblarte un tobillo o caerte de bruces.


Iba con un grupo de tres corredores y traté de forzar y seguir con ellos, pero al final no pude.  Decidí bajar a mi ritmo, más lento. Me faltaban escasos dos o tres kilómetros para terminar y no era plan de sufrir una torcedura o una caída.   A la entrada del pueblo mucha gente congregada, así como en meta. Como siempre pude desplegar mi bandera de Trail Running Málaga y disfrutar de una feliz recompensa, la satisfacción de haberlo dado todo, a pesar del dolor, y haberlo conseguido.  

             Al día siguiente, al ver la clasificación me di cuenta que había quedado en el puesto 25 de los 101 corredores que terminaron, en un tiempo de 7 horas y 29 minutos.  Para mi nivel no está nada mal.  En definitiva, carrera absolutamente recomendable con unos paisajes preciosos y a la vez, casi desconocidos, todo en el enorme término municipal de Santiago-Pontones.  Perfecta organización, buenos avituallamientos y gran acogida.  Al terminar, masaje y ducha, y vuelta a casa, ya noche cerrada.  Habrá que volver.



           


            

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