TRAIL COSTA DE ALMERÍA 32 KM y 900 +/- DESNIVEL
ACUMULADO
1 DICIEMBRE 2018
Después
de las 100 Millas
del Genal de finales de octubre, decidí tomarme el mes siguiente como un mes de
descanso, sin participar en más carreras, sólo travesías con la intención de
recuperarme del esfuerzo. A la semana
siguiente de la ultra del Genal participé en la Travesía de Resistencia Ruta
del Jabugo y a finales del mes de noviembre en la Sierra Sur de Sevilla
subiendo el peñón Algámitas y el pico más alto de la provincia de Sevilla, el
Terril. En principio, mi idea era
terminar la temporada con la dura ultra Falcó Trail 2018 de 72 km . en el puente de la
Inmaculada pero no quería resignarme a no participar en alguna de las carreras
de la Ultra Costa de Almería en la que estoy participando desde su primera
edición (la de 2019 era ya la cuarta) y pensé que una buena forma de continuar
con la tradición y que me sirviera de entrenamiento era corriendo en el Trail
Costa de Almería de 32 km ,
recorrido fácil y muy llano que, tal vez, podría venirme bastante bien. Y así fue.
Aquel
sábado 1 de diciembre me levanté temprano y cogí mi coche para llegar con
bastante tiempo de antelación al pabellón de Toyo-Retamar. Aproveché para tomar
un café, ver las redes sociales, etc.
Luego me fui a recoger el dorsal y regresé al coche para prepararme. Tenía dudas si correr con zapatillas de
asfalto (Hoka Bondi 4) o de trail (Hoka Stinson 4 Atr). Como conozco el recorrido y piedras no hay,
como mucho algo de arena, opté por la opción de las de asfalto.
En
el pabellón del Toyo nos recogió el autobús que en poco tiempo nos dejó en el
bonito y costero pueblo de San José. De
vez en cuando viene bien participar en carreras más sencillas, más tranquilas,
sin tantos nervios, correr por correr, en definitiva, disfrutar con un
sufrimiento bastante limitado. Y esa era
mi idea para el Trail Costa de Almería, dejarme llevar. Aún así, siempre están los nervios previos a
la carrera. Al desayunar poco tenía
hambre y me dio por comerme casi todas las pastillas de glucosa que llevaba en
la mochila para tomar durante la carrera.
Este trail es muy de pista y nada técnico. Muchos corredores de montaña son reacios a
participar en este tipo de carreras, pero en mi caso, más corredor que
montañero, eso sí, corredor lento pero corredor al fin y al cabo, eso de trotar
sin estar cada segundo mirando donde pongo el pie y poder levantar más la vista
observando lo que tengo y pasa a mi alrededor, los paisajes, las playas, las
marismas, etc. siempre es de agradecer.
Tal vez, una de las razones por las que, de vez en cuando me inscribo a
travesías, es esa. La posibilidad de
contemplar tranquilo lo que me rodea.
A
diferencia de los años anteriores en los que el Trail Costa de Almería salía
del paseo marítimo, este año salía de la Plaza principal del pueblo. Sobre las 10 de la mañana, con un día
espléndido, los poco más de 100 corredores, nos pusimos detrás del arco de
salida, dispuesto a disfrutar y darlo todo.
A los pocos minutos de salir disparados empecé a sentirme sin fuerzas, a
pesar de las pastillas de glucosa, por lo que tuve que echar mano de unas
gominotas del Decathlon que me vienen bastante bien y que me ayudaron, en
seguida, a sentirme mejor. Y poco a
poco, me voy estabilizando, tratando de subir el ritmo por la amplia y extensa
pista que circunda la conocida Playa de los Genoveses. Adelanto a algunos corredores y a su vez,
otros me adelantan. Intento seguir el
ritmo de alguno de ellos pero es difícil.
Van
pasando los minutos y me voy encontrando bastante mejor. Del kilómetro 6 al 8 viene la subida más
fuerte del trail que realizo sin parar de correr. Luego viene una pronunciada
bajada por asfalto donde sigo apretando el ritmo, adelantando a algún que otro
corredor. Y sin darme cuenta, paso por delante
del primer avituallamiento, Aula del Mar.
Voy con mochila y con mis bolsas de hidratación por lo que prefiero
seguir sin pararme. Tras una pequeña
bajada, nueva subida por carretera y ahora sí, entramos en Cabo de Gata y en
las pistas de arena paralelas a la playa y que muchas veces, se hacen
mentalmente muy duras.
Siento
como los gemelos se empiezan a cargar.
Aminoro el ritmo y me coloco con un grupo de corredores para llegar más
entero al segundo y último avituallamiento, el de Cabo de Gata, donde tomo
varios vasos de cola e isotónica. Por unos segundos que trato de recortar
cometo el error de no recargar los bidones de plásticos y después de este
avituallamiento quedan hasta meta 12 duros, arenosos y eternos kilómetros hasta
el pabellón de Toyo-Retamar. Y lo acabo pagando. Los gemelos se acaban cargando y no puedo
seguir corriendo. Tengo que hacer cortas paradas para recuperarlos. Algún que otro corredor me adelanta pero las
fuerzas van muy justas y el dolor de los gemelos es insoportable. Trato de avanzar en modo ultra:
caminar-correr. Por suerte, esta es una
carrera corta y el sufrimiento es bastante limitado en el tiempo. Sin darme cuenta o dándome demasiada cuenta (lo digo por el dolor de gemelos) entro el paseo del
Toyo-Retamar y al cabo de varios minutos llego a meta en 2 horas y 56 minutos
en el puesto 27 de la general absoluta de 111 corredores que terminaron. Objetivo conseguido con más sufrimiento del
esperado. Hacía tiempo que no se me cargaban de esa manera los gemelos. Después de carrera, la organización nos
agasaja en el pabellón con todo tipo de comidas y bebidas. La verdad que en estos cuatro años que participo en esta carrera, la organización y voluntarios siempre son de diez y al terminar tienes donde picar, beber y comer. Necesité un buen rato para que se relajaran
los músculos. Luego, una buena ducha
recuperadora, donde saludé y charlé con todo un campeón, Rubén Delgado Gil, que
quedó segundo en la ultra Costa de Almería de 75 km y que esté verano
pasado (2018) hizo un carretón en la famosa ultra americana, Leadville Trail100
Run.
En
fin, a recuperar durante la semana puesto que a la siguiente debía afrontar la ultra Falco Trail (72 km), en Ceheguin (Murcia).