lunes, 21 de marzo de 2016

IV Pinsapo Trail 2014 (27 km y 1700+) (30 de marzo de 2014)

IV Pinsapo Trail 2014 (27 km y 1700+) (30 de marzo de 2014)

Crónica


Enhorabuena a todos los que la finalizaron y a los que no la terminaron también.  Ya el hecho de estar presente en la salida de esta carrera hay que valorarlo.  Luego, a veces el cuerpo y las lesiones respetan y te dejan disfrutar y otras veces no.  Así es la vida, pero siempre mirando las cosas desde un punto de vista positivo y si uno se cae, sonríe, se levanta y continúa avanzando.



Algo parecido es lo que me ha ocurrido a mí en estos últimos meses.  Desde hace aproximadamente dos meses sufro molestias en la tibia izquierda que me han impedido entrenar y participar en varias carreras, la del Calamorro, la de Sierra Blanca y la primera prueba del Campeonato de Andalucía, la de los Guájares.  Aún así, decidí participar en los Bandoleros y probar sensaciones.  Las últimas semanas he hecho alguna tirada corta y a ritmos bajos y las largas las he hecho andando o trotando con suavidad.  A veces reaparecían las malas sensaciones y a veces no.  La carrera para mi era una incógnita y así la afronté.  Sobre todo me planteaba no correr mucho en las bajadas y si lo hacía, siempre a ritmos lentos y en caso de forzar, sólo en las subidas.



En cuanto a la carrera en sí.  Bueno, todo el mundo hablaba muy bien de esta carrera.  Dura pero por unos lugares espectaculares y por senderos no demasiado técnicos donde se podía disfrutar corriendo.  Además tenía el aliciente de ser prueba del campeonato de Andalucía.  Decidí correr con la mochila de 5 litros del Decathlon y la bolsa de hidratación, en vez de con la riñonera.


Llegué con tiempo a Yunquera.  Hacía más de 15 años que no pasaba por allí.  Viejos recuerdos.  Nervios típicos de precarrera, olvidos varios, etc.  Después de mi café de rigor, me dirigí a recoger dorsal y bolsa del corredor con tan mala suerte que no me lo entregaron.  Creía que estaba en la bolsa y… ¡empezaba bien la mañana!  Menos mal que iba con tiempo.  Una vez solucionados los pequeños problemas, con mi spray efecto frío en el bolsillo del cortavientos, me dirigí a la zona de salida.  Encuentro con muchos del TRM, Josejudo, Wibo, Kike, Guirilarson, Vickilu, Ecjuandi, Fernadal, Llero; nuevos conocidos como Libelula, saludos varios, fotos chulas incluídas, una de ellas con el campeón Zait, buenos momentos y en mi mente la incertidumbre de lo que me iban a deparar los próximos kilómetros.  En la salida neutralizada puse el freno de mano. Quería mentalizarme que no debía correr en exceso. Si había que hacerla andando, se hacía. Daban 6 horas para finalizarla, tiempo de sobra para hacerla en modo ultra lento. Me coloqué entre los últimos y de hecho, cuando llegaron las primeras rampas iba bastante atrás.  Salí a ritmo tranquilo y como todo era en ascenso empecé a tirar.  Al cabo de varios kilómetros tenía calor y me quité el cortavientos.  Lo guardé en la mochila junto con el spray efecto frío.  A ver si no lo tenía que utilizar.  Empecé a adelantar a algunos en la subida.  Me encontraba bien.  Adelanté a Fernadal y pasamos una zona con bastante barro.  En las primeras zonas de descenso corría a ritmos bajos.  Algunos de los que pasé en la subida me volvieron a adelantar en el llano pero me sentía contento porque las molestias no aparecían.  Euforia sin desbordar.  El sendero era precioso, zigzagueaba en un frondoso y a esas horas, sombrío bosque.  Además, los restos de los pinsapos formaban una acolchada alfombra por la que se disfrutaba corriendo.  Durante un rato seguí el ritmo de toda una institución en el mundo del trail como Fali “el coleta” hasta que se paró por necesidades fisiológicas y empezó una nueva subida.  Tiré con fuerzas.  Delante había un grupo de tres que con esfuerzo logré pasar.  Durante un rato me quedé sólo saboreando los primeros rayos de la mañana hasta llegar al siguiente avituallamiento, el del pinsapo candelabro en el que me encontré con un tipo fantástico, buena gente, Llero.  Decidí aminorar el ritmo de subida del Puerto Saucillo y acompañarle durante la subida.  Todavía quedaban muchos kilómetros por delante y tal vez sería conveniente tomarse un respiro.  Lo subimos disfrutando de una amena charla, entre pinsapos y con avistamientos espectaculares de un maravilloso paisaje. En la conversación prácticamente hicimos planes de próximas carreras hasta el verano (la nocturna de Montejaque, la media maratón nocturna de El Burgo, etc.).


Un poco antes de llegar al punto más elevado de la carrera, ya sea por el ritmo o por los ánimos que me dio Llero de que subiera a mi ritmo, decidí tirar en solitario.  Así lo hice aunque le comenté que en el descenso me alcanzaría porque era cuando la incertidumbre de las molestias de la tibia más se podían acentuar.  Durante varios kilómetros, por una zona bastante técnica, con mucha roca, piedra suelta y laja, avancé en busca de nuevos corredores a los que adelantar.  El sol de la mañana empezaba a apretar.  La Sierra de las Nieves se levantó aquella mañana, en lo alto del Torrecilla, con una leve capa de nieve, pero en nuestra carrera no llegamos a divisarla.  Es lo que tiene correr por la montaña, que corres por unos paisajes majestuosos pero en pocas ocasiones te paras a disfrutarlos.  Es básico estar pendiente del sendero, de sus piedras, de sus raíces ocultas, de esos socavones inesperados.  Cualquier traspiés puede resultar bastante peligroso.   Hay que verter los cinco sentidos en lo que haces y el sexto, la intuición, agudizarla, por lo que uno se pueda encontrar en los próximos metros.


Sobrepasé a uno vestido con una camiseta naranja y empecé un descenso zigzagueante, menos técnico.  Alguno me adelantó.  Como siempre, le animo a que me pase y a que no se quede justo detrás de mí, primero porque resulta bastante agobiante, como cuando un coche se pone muy pegado detrás tuya y segundo, porque no quiero retrasar a nadie, ni obligarle a llevar un ritmo que no sea el suyo. Al poco rato Llero me volvió a coger. 


Las piernas siguen bien.  Los voluntarios de la carrera abundan por todas partes. Ya llevamos más de 13 km. de carrera y Llero y un servidor realizamos el descenso del Puerto Saucillo.  Me comenta que en los descensos va mejor pero en las subidas y en llano, los gemelos ya le han avisado dos veces. 


Llegamos al llano y en un primer repecho sigo corriendo y LLero se para.  Me dice que quiere descansar.  Que siga yo sólo.  Así lo hago.  Llegamos al siguiente avituallamiento, cojo dos trozos de plátano, bebida isotónica y empiezo a correr por una senda bien marcada.   Aumento el ritmo.  Adelanto a varios que ya van fundidos.  Enfrente diviso la montaña que tenemos que ascender.  Me encuentro con fuerza.  Avanzo y adelanto a más de 15 corredores en esa empinada subida.  Al llegar a la cumbre ya llevamos más de 20 km. y ante la inmensidad del paisaje, el esfuerzo realizado y comprobando que las piernas responden, asomo una prudente sonrisa de felicidad. 


El siguiente tramo es un falso llano por la parte alta de la montaña a través de un caminito bien marcado.  Atrás he dejado a bastantes corredores y corro sin parar pero sin emocionarme ni apretar demasiado el ritmo. Durante unos 20 minutos no me encuentro a nadie. Son los momentos mágicos de la carrera. Me regocijo en el paisaje y en la soledad ante la inmensidad de las montañas hasta que llego al siguiente avituallamiento.   A partir de ahí, volvemos a coger el sendero, el mismo del inicio.  Son más de 5 kilómetros de suave descenso por el bosque de pinsapos que disfruto con una alegría contenida.  Por momentos se me llegan a hacer pesados.  Me adelantan varios corredores.  Sigo sin querer apretar a pesar de que noto que las piernas me responden.  Al salir del bosque un pequeño repecho donde me despisto y pierdo unos minutos pero enseguida retomo el camino.  A unos cien metros hay varios corredores.  Me encuentro con fuerzas pero no quiero apretar.  La meta está cerca y no es cuestión de forzar en los últimos metros para mejorar unos puestos.  La carrera es mía.

Termino en 3 horas y 49 minutos en la zona de los arbolitos.  Contento.  Luego vino lo mejor: el descanso del guerrero, la sensación del deber cumplido.  Una ducha de agua fría, un plato de arroz con una cerveza y varios plátanos y la agradable conversación con varios corremontañeros, entre ellos otro nuevo del TRM, llamado Bulla, sobre los tiempos, carreras pasadas y futuras.  Bonita carrera y una de las que será fija en el calendario de los próximos años.




2014 - VIII Xtreme Maratón Lagos de Covadonga 2014 (42,1 Km y 3000 +) (20/09/2014)

 VIII Xtreme Maratón Lagos de Covadonga 20 septiembre de 2014

Crónica


      Sirva esta pequeña crónica para animar a otros trail runners a participar en esta bonita y dura carrera.

     El precio de la inscripción es de 35 € (36 € me costó la corta de Sierra Nevada y las críticas a la organización han sido múltiples) y ofrecen camiseta técnica, 9 avituallamientos, servicio de fisio, crioterapia en meta y una pléyade de voluntarios por todo el recorrido digna de admiración, algunos de los cuales se dedicaron a hacer fotos que luego suben a su Facebook, ¡vaya!, lo que viene siendo pensar en los corredores. Creo que una de las carreras donde mejor organización he encontrado.





   En cuanto a la carrera en sí, decir que partimos de El repelao, una zona próxima al santuario de la Virgen de Covadonga 410 corredores y creo que llegamos a meta unos 284. La carrera es bastante dura y técnica y con mucho desnivel para sus 42 km aunque casi todos los senderos son corribles, siempre mirando donde se pisa (nada que ver con la travesía extrema de la Vuelta al Aneto). 

    Eso sí los paisajes son espectaculares. Salvando un tramo de pista de 3 o 4 km. sobre el km. 32, casi toda la carrera es por senderos, en ocasiones con mucha piedra y en otras por zonas de pradera donde correr es una gozada.  


      En mi caso, como en las últimas carreras, salí bastante fuerte pero controlando, siempre guardando fuerzas por lo que pueda pasar. En la primera subida fuerte, adelanté a bastantes corredores y hasta el kilómetro 35 o 36 mantuve posiciones entre el 70 y 80 de la carrera. Algunos me adelantaban en las bajadas y los volvía a pasar en las subidas.


Tuvimos la suerte de disfrutar de un buen día, incluso con demasiado calor a partir de media mañana. Atravesamos un túnel abierto en la roca de unos 15 o 20 metros, accedimos a unas minas donde todavía mantienen las vías por las que rodaban las vagonetas, etc. circunvalamos los lagos Enol y Ercina, llegamos al punto más alto de la carrera, la porra de Enol y desembocamos, allá por el kilómetro 25 sobre la misma peña de la Virgen de Covadonga. En ese momento llevaba unas 3 horas y media y había superado lo que pensaba era la parte más dura de la prueba. Estaba equivocado. La segunda parte también es muy dura y técnica y con sensación de sube y baja continuo que acaba destrozando piernas y mente. 


   Decir que los dos últimos kilómetros antes de Covadonga son los más técnicos y peligrosos pero con cuidado se atraviesan sin muchos problemas.

   Después de Covadonga viene una subida por carril bastante dura y los kilómetros empiezan a pesar en las piernas. Otra vez la subida, con algunos toboganes, se vuelve bastante técnica y salvo los dos kilómetros de carril ya mencionados, apenas si tienes posibilidad de correr a un ritmo fuerte. 


   En mi caso, los últimos kilómetros se me hicieron bastante duros, ya fuera por el calor, por los continuos repechos, lo cierto es que debí comer más en los últimos avituallamientos porque sufrí una ligera bajada de azúcar que me quedó sin fuerzas, a partir del kilómetro 37, y en pocos minutos me adelantaron unos 15 corredores. En la última bajada me recuperé pero ya era demasiado tarde para volver a adelantarlos. Aún así, muy contento por la carrera, por el esfuerzo realizado, porque el cuerpo responde bien al maltrato al que lo someto, por la organización, por el inestimable acompañamiento de mis padres en este viaje y por los lugares por donde hemos corrido.



Sin duda, carrera que habrá que repetir.
Ahora a descansar y a pensar en el próximo reto: el 5 de octubre La pretoriana con 69 kilómetros de pistas. A ver que tal!
Saludos.








sábado, 19 de marzo de 2016

I LA PRETORIANA 2014 (69 km) (5 de octubre)

I LA PRETORIANA 2014 (69 km) (5 de octubre)



Crónica:
   

  Se trata de una carrera de ultradistancia de 69 Kilómetros por pista de tierra en un 90 %, sendero un 8 % y algo de asfalto por el pueblo de Tomares. Prácticamente llana y con 11 horas para poder terminarla y con un carácter de compañerismo y no "competitivo", es decir, sólo hay dos clasificaciones, una masculina y otra femenina y le dan el mismo trofeo al primero que al último que complete el recorrido. Luego, cada uno se toma la carrera como quiere o como puede.




    Antes de la salida me encontré con un compañero del foro, rdelgado, de Málaga aunque vive en Almería, un auténtico fiera (los 101 lo realizó en 11 horas y ha quedado cuarto en la Ultra de Sierra nevada de 65 km.).Nos deseamos suerte pero en meta no lo vi.



     Salimos a las 7,30 sin frontal, por lo que los primeros kilómetros se hacen prácticamente a oscuras, con la luz de la luna como guía. Hay un primer kilómetro con salida neutralizada desde el polideportivo hasta la pista de tierra donde nos van guiando los pretorianos. 




      Luego, a correr y disfrutar de la mañana, del amanecer, del buen hacer de los pretorianos en los avituallamientos y de los paisajes, primero, mucha zona de olivar y luego, para mi gusto, lo más bonito, una zona de pinares son mucha sombra donde correr es una gozada. A veces la pista se transforma en un sendero y entre la sombra y la frescura de la mañana todo se hace bastante llevadero. 



     Sobre el kilómetro 40, a las 11,30 de la mañana, paré por primera vez y a partir de ahí, empezó la otra parte de la carrera, es decir, la parte en la que toca sufrir un poco. Comenzaron los estragos del calor y las interminables pistas de tierra. Sobre el kilómetro 45 llegamos al único punto de corte de la carrera, el camping de Aznalcazar sobre las 12 de la mañana (el horario de corte era a las 14,30). La organización fantástica. Lo que antes nunca me había ocurrido en ninguna carrera: me ayudaban a quitarme la mochila, se encargaban de llenar la bolsa de hidratación mientras yo comía y luego me ayudaban a colocármela. De lujo. Ojalá otras carreras aprendan de ésta.




    En otro avituallamiento se ofrecían a echarme agua por la cabeza a lo que accedí gustoso porque el calor apretaba de lo lindo. Lo mejor de la carrera, a parte de la zona de pinares, el buen ánimo de los pretorianos y lo bien organizada y balizada que estaba.

   Pasado el kilómetro 50 la carrera era un querer y no poder. Avanzaba lo mejor que podía corriendo y andando pero el calor la endureció bastante (supongo que como pasa en los 101 de la Legión). En muchos aspectos, me recordó a las Millas Romanas de Mérida. De hecho, había bastantes participantes de Extremadura, mi tierra, por cierto. Supongo que para devolver la moneda. Entre romanos anda el ultrafondo de pista de tierra.

   Al final, conseguimos llegar a meta por debajo justo de las 8 horas en el puesto 42 de carrera de los 350 participantes. Contento, bastante cansado y acalambrado, dolores varios y con alguna que otra ampolla pero con la satisfacción de haberla terminado.

Ahora a recuperar. Lo dicho. Carrera absolutamente recomendable.

VUELTA AL ANETO 2014 (58 Km y 3700+) (26 de julio)

VUELTA AL ANETO 2014 (58 Km y 3700+) (26 de julio)


Crónica:

Bueno, ahí va mi pequeña aportación personal sobre esta carrera y algunas reflexiones. Espero no aburrir demasiado.


Supongo que hay muchas carreras de montaña, algunas más técnicas que otras, algunas de media montaña y otras por zonas que sobrepasan con creces los 2000 o 2500 metros de altitud. Llevo un año corriendo por las montañas, no tengo mucha experiencia pero ya he estado en varias carreras con zonas más o menos difíciles y reconozco que los 25 km. aproximadamente que van desde el Refugio de la Renclusa hasta cerca del Refugio de Coronas, en condiciones climáticas buenas son, más que una carrera, una travesía de alta montaña bastante peligrosa.


Según avanzaba entre tanta piedra y nieve, pensaba en los que habían salido a las 12 de la noche y habían atravesado aquellos parajes espectaculares, de noche, con nieve dura y por ende, más resbaladiza y ....en fin, sin comentarios ....no tengo palabras para esos valientes que se atrevieron y finalizaron el Gran Trail Aneto-Posets.

Por lo visto, según he leído en alguna crónica, fueron evacuados unas 9 personas de la montaña, una de ellas bastante grave.


Espero que todos se recuperen y sigan disfrutando de la montaña. Lo digo porque nunca se sabe y a la montaña, en general, y a la alta montaña, en particular, hay que tenerle mucho respeto y cuando empiezas a acumular papeletas corres el riesgo de que te toque y como dice aquél: la montaña nunca se va a marchar y si hoy no se puede y te ves cada vez con más números, lo mejor es darse la vuelta y volver a intentarlo en otra ocasión.


Volviendo sobre esta carrera: Vuelta al Aneto (58 kilómetros y 3700+) comenzaré diciendo que arrancó a las 7 de la mañana desde el bonito pueblo montañero de Benasque con una temperatura de unos 10 grados. Me puse la chaqueta y no me la quité hasta el mediodía aproximadamente, en la ascensión al collado que seguía al de Salenques.

Los primeros kilómetros avanzamos, parte por pista forestal, parte por sendero, en suave ascenso rodeados de espectaculares montañas y dejando a un lado el río Esera. Atravesamos los baños de Benasque, el Hospital de Benasque y seguimos ya por zona de sendero, con un día radiante. Me encontraba bastante bien y tiré con fuerzas. El día, el lugar y el tiempo invitaban a ello y más sabiendo que cuando llegar al refugio iba a dejar de correr,... pero faltando unos kilómetros para llegar al Refugio de la Renclusa (kilómetro 20) me vino el hombre del mazo y no tuve más remedios que parar, tomar aire y empezar a comer y beber para recuperar. Me pasaron unos cuantos corredores y poco a poco, gracias también al avituallamiento del refugio, recuperé algo de fuerzas aunque notaba los gemelos bastante acalambrados.

De la Renclusa subimos y luego bajamo ya por un terreno mucho más complicado. Apenas hay trazas de senda y empezamos a jugar con los primeros pedruscos, perdemos altura para bajar al Plan de Aigualluts, una llanura verde, casi un pantano porque el terreno está inundado por todas partes. El itinerario discurre por el borde de la llanura, pegado a la ladera y se ve cortado en múltiples ocasiones por arroyos, cuando no por enormes piedras, que saltamos o vadeamos como podemos. Sigo a ritmo tranquilo dejando pasar a aquellos que se me van acercando y como veo que el terreno se complica, prefiero ir en plan conservador.

Por el Valle de Barrancs volvemos a ganar altura, a nuestra derecha los picos del macizo de la Madaleta se levantan colosales, revestidos de blancos neveros, los últimos y moribundos glaciares de los Pirineos. Ya no hay senderos y cada uno sube como puede o por donde puede, con cuidado de no pisar una piedra de las que se mueven o no darse un resbalón y acabar en el hospital. Algunos se defienden bastante bien con los bastones. En mi caso, las manos y a arriesgar lo menos posible. En uno de esos intentos se me acaba subiendo un gemelo y al otro le quedó poco. Tomo otra pastilla de sales y sigo bebiendo. Así, a ver como acabo! pensé. Pero lo que es el cuerpo y estas carreras que te llevan horas y horas.... pues, aproximadamente, una hora después, tal vez por la concentración, por la alimentación, etc. lo cierto es que desaparecieron los calambres y volví a encontrarme con las fuerzas propias del momento que llevaba en carrera, es decir, cansado pero sin molestias.


Pisamos los primeros neveros y seguimos ganando altura en dirección al Collado de Salenques, techo de la carrera con 2808 mts. Atravesamos un primer collado o mejor dicho, lo escalamos. A los lados nos rodean las montañas, cada vez más próximas. Hay muchos arroyos y sientes el agua discurrir debajo del enorme caos de piedras que estás atravesando. Decido tirar de las pastillas potabilizadoras y llenar los bidones de agua. Otros corredores hacen lo mismo. Recuerdo que uno me dijo que el año anterior había rellenado el agua en el mismo sitio y que se podía beber sin problemas. Doy fe de ello.

Cerca del collado de Salenques hay bastante nieve y la organización ha dispuesto unas cuerdas fijas a las que, yo al menos, si echo mano pues de lo contrario notaba que resbalaba. En otras zonas han habilitado escalones de nieve y con lentitud ascendemos, entre neveros y enormes bloques de piedra granítica. Los que llevan bastones, por la nieve avanzan mejor, pero en las zonas de piedra, muchas veces les estorban. De todas formas, se nota en muchos su control y experiencia con los bastones y su ascenso entre las piedras. Creo que volví a acertar en no llevarlos aunque poco a poco, trato de acostumbrarme a ellos.


En el collado de Salenques, por lo visto, los del del Gran Trail pasaron sobre las 4 de la mañana y entonces la nieve estaba mucho más dura. Leyendo crónicas me entero que un corredor ha sufrido un grave accidente y ha sido trasladado de urgencias al hospital de Zaragoza. Ya digo, si de día es peligroso andar por esos sitios, de noche, no quiero ni pensarlo.

El collado es una brecha en la pared que separa el Valle de Barrancs del de Salenques. Al otro lado te encuentras con unas vistas espectaculares pero sientes que estás en una zona muy peligrosa. Prefiero no pensar mucho y seguir avanzando, despacio y viendo por donde van los que me preceden. En ese lado hay cuerdas de acero y bajamos con mucho tiento. De vez en cuando escuchas gritos, mezcla de alegría y de histerismo. Más abajo lo comprendes. Llegamos a un gran nevero con bastante desnivel donde la única forma de bajar es haciendo la modalidad llamada: "culo-esquí". Hay que tener cuidado de no torcerse porque las piedras están a ambos lados y con la nieve ... Los que llevan bastones frenan con ellos. En mi caso, utilizo los talones y, en última instancia, las manos. Hay que lanzarse, no queda otra. Luego vendría otro nevero donde hice lo mismo. Aunque peligroso, fue divertido.

Sigo avanzando. Atravesamos la parte más salvaje de la aventura, en esta región los lagos de montaña no vienen en el mapa como ibones sino como Estanys: Estanys de Salenques, Cap de la Vall, Negre... Cap d'Angliós... Son siete kilómetros de terreno muy técnico, con mucha piedra, algunas sueltas, donde el equilibrio y la concentración juegan un papel importante, por lo menos desde mi punto de vista. Ascendemos otro collado y después de bastantes horas y de rellenar otra vez los bidones, de perdernos en un valle y de subir otro pico, conseguimos, por fin, ver algo de civilización, coches y una carretera asfaltada, y llegar al objetivo de todos, que no es otro que llegar al Ibón de Llauset, un pedazo de lago represado donde se sitúa el segundo y último y avituallamiento sólido y líquido. La gente se apelotona comiendo y bebiendo como posesos. No me entretengo mucho tiempo. Cargo los bidones y a seguir.

Después del avituallamiento me atrevo a correr un rato por una zona de sendero que vadea el lago pero en seguida empieza una fuerte subida camino de otro collado, el de Vallibierna (2732 mts) Las fuerzas me van escaseando y el avance se hace lento, primero por un sendero, más o menos marcado, atravesado continuamente por un arroyo y luego ya, al final, más piedras y algo de nieve. Después de ese collado ya todo será bajada pero no será tan fácil. Estamos por el kilómetro 40 aprox. y pareces que llevas una eternidad, no tanto por el desnivel que has realizado sino por la dificultad técnica de atravesar tanta piedra. Me uno a un chaval que va extenuado y cansado de tanto escalar. Ha guardado los bastones y avanza escuhando música y deseando llegar al siguiente control, el Refugio de Coronas, desde donde quedan 13 kilómetros pero ya por pista forestal fácil y corrible. Yo tengo la misma sensación. Otro está deseando terminar y comenta que va a dejar el trail running por una temporada. Esbozo una sonrisa y le contesto que lo que estamos haciendo es otra cosa, pero que, desde luego no es correr por la montaña.

Sigues bajando por grandes piedras y poco a poco volvemos al bosque y a senderos más fáciles. Ya todo es descenso. Me noto cansado, sin embargo, aún me quedan fuerzas para seguir corriendo y bajar los últimos 13 kilómetros a un buen trote, con alguna parada corta de vez en cuando. La gente nos anima y en los últimos metros, cerca del pueblo, por la carretera nos pitan los coches. Tal vez muchos saben por donde nos hemos metido o no, o sólo ven la cara de esfuerzo de los que van llegando.

La entrada a Benasque, todo el pueblo volcado, es digna de vivirla y recordarla.
Al final acabo cansado pero sin ninguna molestia y lo que es mejor, sin un solo golpe; sólo las manos algo doloridas.
Acabaron la carrera 440 y unos 60 abandonaron y otros tanto no tomaron la salida. Mi puesto fue el 182 con 12 horas y 55 minutos. Mi reloj me marcaba 60 kilómetros.

Eso es todo. Creo que me he alargado más de la cuenta.

Saludos.

V GRAN TRAIL PEÑALARA 110km y 5000+ (25 y 26 de junio de 2014)

V GRAN TRAIL PEÑALARA 110km y 5000+ 
(25 y 26 de junio de 2014)

Crónica


Bueno, pues ahí va mi pequeña aportación al que se plantee hacer esta carrera en un futuro.

Antes que nada, recuerdos a los del Alpino que vimos y con los que nos encontramos durante la carrera y sobre todo, saludos muy especiales a los máquinas del TRM que afrontaron esta aventura conmigo, Choco, Gustavo y Fernadal (muchas gracias por las fotos) y también a Juanjo que estaba en la línea de salida animándonos y haciendo fotos.  La verdad que los momentos postcarrera fueron muy emotivos por que , entre otras cosas, uno tiene la sensación que todo el entrenamiento realizado se va a concentrar en muy poco tiempo.  Había nervios y ganas de que empezara todo.


Además de crónica hago algunas reflexiones a título personal y en cuanto corredor con muy poca experiencia en este tipo de carreras. 


Primera reflexión: Para estas carreras es necesario un frontal potente que aguante a máxima potencia toda la noche.   El que yo tengo aguanta unas cuatro horas y a partir de ese momento empieza a parpadear.  Ya me pasó en Los Bandoleros pero en la de Mérida, que es todo carril, la puse al mínimo y me aguantó bien.  En esta, opté por la siguiente solución, en las subidas al mínimo y en las bajadas al máximo, a ver si me aguantaba toda la noche.  Subiendo los últimos kilómetros de la Morcuera me empezó a fallar pero con la bajada poco técnica por el carril y las primeras luces del alba pude dibujar una grata sonrisa.  Desde luego, me pondré en busca de un buen frontal.

Segunda reflexión: Creo que para estas carreras son bastante recomendables los bastones.  Evitan cierta sobrecarga de las rodillas y fortalecen el tren superior.  En la subida al Reventón y en los últimos 30 kilómetros me hubiesen venido muy bien.  Poco a poco me voy acostumbrando a ellos.


Durante algún tiempo me planteé hacer la carrera en grupo, siguiendo a Gustavo o Choco, por ejemplo, pero al final opté por hacerla por libre, a mi ritmo.  Si quería correr correría y si deseaba andar, lo haría, según las necesidades del momento.  Creo que acerté.  Son carreras demasiado largas donde se pueden producir muchos contratiempos.

La carrera es muy dura y los primeros 27 kilómetros hasta la Hoya de San Blas son los más complicados.  Salimos con mucha fuerza, hay que superar un desnivel importante, es la zona más técnica junto con la de los claveles de Peñalara allá por el kilómetro 70, hay bastantes corredores que te adelantan o a los que adelantas, con lo que se incrementa el nerviosismo; también hay que sumar el estrés nocturno y luego el terreno es roca con arenilla suelta que se hace, en ocasiones, bastante resbaladizo.  También influye que son sitios y montañas que no conoces. 


En mi caso, salí bastante fuerte, el cuerpo y las piernas respondían bien y bueno, tocaba correr y tirar hacia delante.  El único problema que sufrí en esta primera parte fue la mochila que se me desajustó y me botaba más de la cuenta.  Realicé varios intentos por arreglarla pero desistí del empeño y preferí dejarlo para cuando amaneciera. La bajada técnica de la Maliciosa la realicé sin contratiempos.  Luego venía una zona de senderos zigzagueantes para disfrutar corriendo, sin embargo, una raíz en el camino que no ví y zas… mi primera caída.   Fuerte golpe en la rodilla izquierda pero podía continuar.  Bajas el ritmo y vas con más cuidado pero mentalmente ya vas algo fastidiado.  

Al llegar al avituallamiento de Canto Cochino (km. 18), allí no había un avituallamiento, había una verbena de corredores.  Se hacía difícil hasta hacer lllegar el vaso.  Me lo rellenaron unas cuantas veces.  Dichosos minivasos!  Menos mal que no lo compré. Es material obligatorio y en Rascafría más de uno lo había perdido por el camino. No entiendo lo del régimen de autosuficiencia por que al final, la diferencia básica con el avituallamiento de una carrera de montaña normal es que no ponen vasos de plástico para tomar allí mismo pero, en fin, supongo, que hay que seguir las tendencias de otras carreras.

No hay momento de descanso y llega la subida al Collado de la Pedriza que me resulta más dura que lo que indicaba el perfil de carrera.  Veo algunas caídas y corredores parados.  Algunos incluso llamando por teléfono.  Una chica que iba conmigo se había caído dos veces y la que iba primera la ví retirarse abrigada y con un brazo en cabestrillo. En fin, que me uno a la fiesta y se produce la segunda caída exactamente igual y en la misma zona.   Qué ganas tenía de que amaneciera!


La zona es bastante peligrosa por arenilla suelta y así avanzamos por senderos y alguna zona de carril.  Sobre el kilómetro 27 llegamos al control y avituallamiento de la Hoya de San Blas.  A partir de aquí cambia la carrera, mucha zona de carril y poca zona técnica.  Ya cada corredor va a su ritmo.  Empiezo a notar molestias en la tibia izquierda pero al poco tiempo me desaparecen.   No siento molestias en la rodilla.  Me encuentro bien e incluso adelanto a bastante gente corriendo y subiendo por el carril camino de la Morcuera.  Al fondo se ven las luces de las ciudades madrileñas y por la montaña se vislumbran los corredores con sus frontales.  No hace frío y la noche acompaña.

Mi mejor momento de carrera fue el amanecer bajando y corriendo la Morcuera.

La salida del avituallamiento de Rascafría, donde realizaron el control de material obligatorio, fue rápido y mentalmente me vino muy bien.  A la salida me encontré con Silvia. Me quito el sombrero por su carrera.  En la Granja me adelantó y ya no la volví a ver.  Muy buena carrera la suya y espectacular tiempo. 

La subida al Puerto del Reventón la hice charlando con un madrileño que recientemente había participado en la Transvulcania y que se había descolgado de Mayayo por temas gastrointestinales.  Creo que se nos hizo bastante amena la subida. 


Las vistas eran espectaculares.  El avituallamiento del puerto del Reventón, en mi opinión, era más bien escaso.  A partir de ahí, empezó a soplar más viento y el frío comenzó a notarse.  El cansancio hizo acto de presencia y lo que es peor, la rodilla se enfrío y me empezó a doler.  En pocos kilómetros pasé de encontrarme muy bien a estar como el nombre del puerto.  Del Reventón a Peñalara fue un suplicio y la bajada a la Granja, a pesar de la belleza del sendero entre los helechos, fue en un estado de sufrimiento interesante.  Para más inri el avituallamiento bajando a la Granja era solamente de agua.   En mi opinión, desde el kilómetro 55 hasta el 80 se realiza una parte bastante dura del ultra y creo que para la próxima edición deberían replantearse incluir algún avituallamiento más y con mayor surtido. 


Mentalmente iba tocado y físicamente ni lo describo … pero bueno, allí estaba mi hermana, cuñado y sobrino que resultaron un gran estímulo.  Decidí seguir aunque me encontraba exhausto y con la rodilla bastante perjudicada. Precisamente en la Granja me curaron la herida pero en cierto modo, supuso que se incrementara el dolor. 

Los últimos 30 kilómetros los hice, en parte, acompañado de un vallisoletano y una asturiana, a veces en  silencio y otras charlando.  Apenas si podía correr y el sufrimiento en mi recuerdo queda.  Los sitios que atravesamos eran merecedores de pararse y de paso, darse un chapuzón.   En 6 horas aproximadamente, por zonas realmente exuberantes y siguiendo el curso del río, llegamos al avituallamiento de la Pesga, subimos la Fuenfría y el Puerto de Navacerrada hasta llegar a meta. Menos mal que el calor nos dio una tregua. Por cierto, tal vez la euforia, tal vez la rabia, lo cierto es que bajando los últimos kilómetros me animé a correr y así entré en meta, acompañado de mi sobrino y muy satisfecho de haber completado la carrera y en un tiempo más que aceptable.

Mi próximo reto está cerca.  Este fin de semana (26 de julio). Vuelta al Aneto. 58 kilómetros y 3700+.  A ver que tal.
Saludos.








II ULTRA TRAIL BOSQUES DEL SUR 125 Km y 4000 + (26 y 27 de septiembre de 2015) II CAMPEONATO DE ANDALUCIA DE ULTRA TRAIL

II ULTRA TRAIL BOSQUES DEL SUR 125 Km y 4000 + 
CAMPEONATO DE ANDALUCÍA DE ULTRA TRAIL 
(26 y 27 de septiembre de 2015) 

CRÓNICA

Por segundo año he participado en el campeonato de Andalucía de Ultra Trail. El primero en el Valle del Genal y este segundo recorriendo parte de la espectacular Sierra de Cazorla.

Después de la TDS (Mont Blanc) había entrenado un poco más y bastante recuperado afrontaba esta nueva carrera con mucha ilusión, aunque uno no sabe, luego, durante la misma, como nos va a responder el cuerpo.  De hecho, el día antes, a la hora de recoger el dorsal notaba como uno de los gemelos lo tenía bastante cargado.  Mal asunto.  A ver que pasaba.


Sobre las 7,30 de la mañana ya estaba listo en el Parque del Santo Cristo de Cazorla.  Últimos preparativos mientras amanece. Buen ambiente previo a la salida, con el speaker Chito animando al personal y entrevistando a muchos.  Bastante concentración en las caras de los corredores que salían a ganar la prueba. Buena mañana y temperatura agradable.  Poco a poco voy conociendo a más corredores.  Creo que había 240 inscritos y hemos terminado sobre unos 140.  A las 8 en punto de la mañana salen las dos carreras, la ultra de 125 km y la “corta” de 92.  En la de 92, creo que no llegan a 70 corredores.

Como siempre salgo muy tranquilo y me dejo llevar por las calles del pueblo.  En seguida llega la primera ascensión, muy bonita, por un sendero sinuoso al principio, paralelo al río y atravesando pequeños puentes triangulares de madera. Subimos al pico del Gilillo mientras dejamos abajo Cazorla y las vistas del olivar jienense y de otros pueblos como Peal de Becerro, Quesada, etc.  Me encuentro con Silvia y la adelanto.  Ya me adelantará, pensé, pero bueno, corro por sensaciones y en ese momento, aun regulando, me notaba bastante bien, por lo que decido tirar.   Pensé en no llevar bastones pero al final, como siempre, creo que en una ultra con cierto desnivel es un acierto llevarlos.


Tras la subida, nos adentramos en el bosque por un sendero muy chulo hasta el km. 15 donde está el primer avituallamiento, en el Parador Nacional, cerca del nacimiento del río Guadalquivir.  Me como medio sándwich y un plátano.  Me molestan los gemelos pero es soportable.  A partir de aquí comparto más de 10 km. charlando con un chaval de Motril llamado José, creo que del Trail Running Costa Tropical.  Un fiera con 3 horas el año pasado en el maratón de Málaga. Poco a poco va entrando la mañana y el calor y el dolor de gemelos se hace más fuerte, sobre todo, al correr en cuesta.  Voy comiendo dátiles y bebiendo agua regularmente. Nos pasan algunos corredores.  Decido bajar el ritmo y el chaval me deja.  Esto es una carrera y es comprensible. Se me ha hecho muy ameno ese tramo.  Desde el km. 15 casi todo es carril con bastante sombra que se agradece. Muchos coches con familiares nos adelantan haciendo el seguimiento de la carrera y animándote. Todos es bienvenido.


En el kilómetro 33 llegamos al siguiente avituallamiento (Navas de San Pedro) con mucha fruta. Me encuentro con Silvia, que me adelanta y no vuelvo a verla más durante la carrera. Una máquina y de esas personas que siempre te recibe con una sonrisa.  Como siempre un placer coincidir con ella en una ultra. Me tomo varios geles (dos que nos han suministrado en la bolsa del corredor) a ver si consigo que pase el dolor de gemelos pero nada.  El calor me está matando y decido mantener un ritmo tranquilo.  Me uno con otro corredor, llamado David, de Elche, y hablamos durante una hora mientras avanzamos por carril caminando-corriendo, según los tramos. Otro de la corta, uno de Cazorla, se une a la conversación.  Nos pasan algunos corredores.  Voy tranquilo, tratando de disfrutar.  Iría mucho mejor sino fuera por las molestias de los gemelos.

Sobre el kilómetro 40 se disuelve la comunidad y cada uno coge su ritmo.  De repente me encuentro sólo.  Nadie por delante y nadie por detrás.  Mucho carril.  Se levanta algo de viento mientras contemplo la sierra.  Avanzo buscando el siguiente avituallamiento de refuerzo (sólo agua) en el kilómetro 43.  Hasta el kilómetro 50 voy sólo con mis pensamientos, con la única compañía de la sierra y del viento. Sigue haciendo calor pero me voy animando porque los kilómetros van pasando.  Tras el avituallamiento de Rambla Seca, aumento el ritmo tratando de seguir el de otros corredores que veo en la lejanía con la intención de darles alcance.  Ahora la sierra deja paso a una zona casi lunar, un páramo, por donde va ascendiendo el carril.   En pocos kilómetros pasamos del calor al frío.  Subimos a la zona de mayor altitud de carrera, unos 1600 metros y el viento se deja notar.  Cada vez me encuentro mejor y el dolor de gemelos va remitiendo.  De vez en cuando noto una molestia en el empeine derecho que asocio a la polaina.  Me la aflojo. Sigo aumentando el ritmo y poco a poco empiezo a alcanzar y pasar a corredores.  A la izquierda del carril empiezan a formarse nubes con un color amenazante y acto seguido comienza a cernirse una tormenta.  Los truenos, al principio, en la lejanía, pero cada vez el ruido se vuelve más cercano. La tormenta cada vez crece más.  Parece que la bordeamos pero a la vez se empeña en darnos alcance, como si quisiera unirse a la carrera.  Sigue bajando la temperatura y el dolor muscular casi ha desaparecido.  Llego al km. 64, Campo del Espino, una carpa en medio del páramo, lugar intermedio y donde hemos dejado una mochila que decido no usar.  Interactuo con los voluntarios, muy amables y se prestan a llenarme los bidones de agua. Como algo de chocolate, refresco de cola, isotónico y plátanos y sigo la marcha.  


  Ahora toca una larga bajada, la primera parte por un sendero donde disfruto como pocas veces.  Empieza a llover, por algunos momentos con cierta intensidad, pero me encuentro bien y disfruto de la bajada, a veces algo técnica y en otros tramos muy corrible. El empeine del pie derecho cada vez me molesta más.  Me paro varias veces a aflojarme la polaina hasta que una de las veces noto un fuerte dolor y me doy cuenta que no son las polainas sino el cordón de las zapatillas que me está apretando demasiado.  Maldita sea! Vuelvo a hacer el nudo y desaparecen las molestias.  Sigo bajando, sólo, con la única compañía de la lluvia y del viento.  Sigo el descenso hasta coger de nuevo carril.  Me encuentro con David, el de Elche, al que adelanto. Ha amainado. No paro de correr hasta el kilómetro 80 donde unos voluntarios muy amables (de nuevo me llenan los bidones mientras como dulce de membrillo) me informan que voy en el puesto 42.  Seguimos por carril, a veces asfaltado, con algún tramo de campo a través, por la zona de Coto Ríos.  Sigo con fuerzas y sin parar de correr.  

Al llegar al kilómetro 93, según mi reloj, empieza a anochecer y me coloco el frontal.  Llegamos a la Torre del Vinagre donde hay bastante ambiente.  Ya es noche cerrada y empiezo a subir, primero por sendero y luego por carril en dirección al pico de Las Palomas.  La noche es fresca.  Se escucha a los búhos, tal vez el aullido de algún lobo y sobre todo, muchos ciervos berreando.  La tormenta ha remitido del todo y ha dado paso a una noche típica de una ultra, oscuridad y estrellas, balizas reflectantes y luces rojas que parpadean, es decir, lo que viene siendo una noche fantástica. Algún frontal por delante, alguno que te sigue los talones por detrás, los ruidos del bosque y tú escuchándote tu respiración mientras te animas  porque tu reloj te marca más de 100 km y ya queda poco para llegar a meta. Por supuesto, con la noche, siempre hay alguna raíz que no ves o alguna piedra en el camino.  Tropiezos sin consecuencias, como mucho una o varias uñas moradas o negras.  Estoy disfrutando esta ultra como pocas veces he disfrutado una carrera.  Sigo adelantando a más corredores y por el kilómetro 110 me siento todavía con fuerzas corriendo en subida y dejándome llevar en las bajadas.


Al llegar al pico de las Palomas me informan que voy en el puesto 35. Ya sólo me quedan 15 km. y me veía con opciones de bajar de las 17 horas pero no pudo ser.  Los últimos 15 km. son muy técnicos, con bastante sube y baja y se me hacen eternos, con La Iruela y después Cazorla a nuestra derecha pero las balizas se empeñaban en bordearlos y en conducirte al sendero del inicio, al de los puentecillos triangulares de madera. Adelanto a algún corredor y otros con más fuerza y más técnica me pasan. En estos últimos kilómetros, el cansancio hace acto de presencia y el dolor de gemelos casi amenaza con volver.

Al final, bajo por las calles del pueblo lo más rápido que puedo.  Satisfecho y cansado, sobre las 4 de la madrugada, llego a la meta, por cierto, bastante espectacular, debido a lo que queda de la bóveda en ruinas de la iglesia.  Puesto 36, en 17 horas y 56 minutos.  Me tomo un plato de macarrones que me sabe a gloria y bajo al pabellón polideportivo donde intento descansar algo hasta que amanezca.  Por la mañana, en el pabellón he coincidido con varios bestias de este mundillo, Juan Imbernón y Victor Pimentel, octavo y quinto de la carrera, respectivamente. Y eso es todo.  Por supuesto, no ha faltado la bandera de TRAIL RUNNING MÁLAGA. Gracias a todos por los ánimos, y bueno, a descansar y cuidarse para la siguiente.