jueves, 6 de abril de 2017

VI FORMENTERA ALL ROUND TRAIL 72 KM. Y 800 + (25 MARZO 2017)

            
VI Formentera All Round Trail 72 km y 800 +
25 DE MARZO DE 2017

            Tras conseguir ser finisher del Ultra Trail Sierras del Bandolero 100 millas (166 km y 6500 +) en su primera edición en esta distancia, afrontaba, 3 semanas después una ultra de media distancia, de unos 72-74 km y unos 800 + por la isla de Formentera (Baleares), la Formentera All Round Trail en su VI edición, dando prácticamente la vuelta a toda la isla, con bastantes tramos “trotables” y con otros de trepada y muchas zonas del track por la arena de la playa.
           
            Al inscribirme, sabía que para esta carrera no iba a estar recuperado de Bandoleros.  La cuestión es que las secuelas de esta épica edición fueron mas duras de las previstas, entre otras, la pérdida de unas cuantas uñas, ampollas de varios tamaños y grosores, tobillos hinchados durante algo más de una semana, cintilla iliotibial en ambas rodillas y otras molestias varias que poco a poco fueron remitiendo.   Decidí tomar las tres semanas en modo reposo activo, es decir, senderismo y entrenamiento a base de gimnasio y bicicleta de carretera, tratando de evitar todo entreno con impacto.

            Lo que más me preocupaba eran las dos rodillas y como iban a poder responder.   Toda una incógnita que descubriría al empezar a correr; ¡así habría más aliciente!    Al igual que en Bandoleros y en carreras anteriores, volvería a utilizar las Hoka Mafate Speed, que ya llevan más de 1000 km pero resisten.


            Había visto esta carrera en otras ediciones y tenía verdadero interés en conocer esta isla.  Visto que los vuelos salían baratos y había hoteles a un precio razonable, a mediados de febrero, decidí inscribirme.  Al fin y al cabo, siempre dentro de un espíritu de superación, esfuerzo y sufrimiento, corremos para disfrutar, para vivir nuevas experiencias y conocer nuevos parajes siempre en la medida de lo posible y pensando que el lunes hay que volver a trabajar.   Me gustaría correr más rápido pero   …    Tal vez, por eso hago ultras, porque puedes ir lento e ir intercalando tramos corriendo y otros andando, uno mismo decide la dureza que le quiera imprimir a la carrera y tal vez, porque pienso, que, en la mayoría de las ultras, conseguir finalizarla en tiempo es ya toda una gesta.


            El viernes 24 de marzo, al mediodía, cogí el vuelo en dirección a Ibiza.  En el aeropuerto llovía y tras más de media hora esperando, un autobús de línea, nos trasladó al puerto de Ibiza.  Llegué por los pelos pero pude coger el ferry de Balearia, Formentera Direct, de las 16,30  en el que ya iban muchas familias y corredores de la Formentera All Round Trail.   Las vistas de la ciudad de Ibiza, su fortaleza, el mar embravecido y este pequeño viaje en barco me supieron a gloria.  Cada vez que salía a la cubierta, a la intemperie, a disfrutar de los paisajes, notaba en mi cara y en todo mi cuerpo el frío intenso que nos rodeaba.  A lo lejos, o no tan lejos, se divisiba Formentera.

            Con esa tarde desapacible nos recibió el pequeño pueblo de La Savina, lugar de salida y meta de la carrera, y único puerto de Formentera.   Tras recoger el dorsal en la carpa habilitada en el puerto, con regalo de mochila incluida, y con muy buen ambiente entre voluntarios y corredores, y después de las gestiones para alquiler un utilitario, un Fiat Panda, me dirijo al hotel que se encuentra en el último avituallamiento de carrera, la torre de Punta Prima, muy cerca de la localidad de Els Pujols.
 
            Como siempre, no pude dormir en condiciones.  Además, durante la noche llovió varias veces pero lo que más me preocupaba iba a ser la fuerza del viento (anunciaban rachas de 30 km/h), pues toda la carrera transita al lado del mar, por playas y acantilados.

            
            A pesar del mal tiempo del viernes, el sábado amaneció un día espléndido, cielo azul claro.   Tanto en la zona del hotel como en el pueblo de la Savina, apenas soplaba viento y la calidez de los rayos de sol se agradecía, pues hacía bastante fresco.  No obstante, sabía que a media mañana, tal vez me iba a sobrar ropa. Tenía claro que iba a correr sólo con los manguitos.

            Me tomé un café cargado en la única cafetería del puerto abierta a esas horas de la mañana.  Los encargados de la cafetería nos decían que estábamos locos.  ¡Si ellos supieran! – pensé, recordando las vivencias de Bandoleros.
  
            Como siempre, algo nervioso en los prolegómenos, las dudas  habituales antes de una carrera pero siempre feliz por afrontar un nuevo reto. En fin, y como suelo decir, cada uno es libre de autoproponerse objetivos en esta vida.   En esta ocasión mi objetivo es simple: finalizar la carrera.  El tiempo máximo de la organización son 12 horas.  La cuestión es terminar un poco antes. 



            A las 8 y unos pocos minutos se dio la salida a los ciento y pocos corredores de esta sexta edición.  Como decía el speaker: bienvenidos al paraíso.  La salida es rápida, por las calles de La Savina.   En seguida se gira a la derecha buscando una primera laguna, Estany des Peix, corriendo por su orilla en fila india.  Mi ritmo es bueno y no siento ninguna molestia y apenas si hace viento.

            Tras dejar la primera laguna, avanzamos unos cuantos kilómetros por carril y después de adelantamientos varios cada corredor va buscando su ritmo y los puesto se van estabilizando.   Algunos salen muy fuerte pero a los pocos kilómetros comienzan a pararse.

            
           Al llegar a la zona de los acantilados y la Punta de la Gavina, el viento sopla con fuerza y siempre en contra.   Mi ritmo durante estos primeros kilómetros es de 5,30 min/km. pero poco a poco irá bajando.  Desde Punta de la Gavina, la zona es por sendero aunque a veces se difumina y corres entre las piedras por zona de acantilados.   Hay tramos que corro solo, en otros me adelantan y a veces, se forman grupos.  Eso sí, tanto delante como detrás, vas viendo unos cuantos corredores.  Es un tramo sin vegetación y con mucha piedra. Ni que decir tiene que las vistas son espectaculares. La altura de los acantilados es considerable.  Al principio corres lejos de los mismos pero a veces, el tramo nos acerca peligrosamente y hay que andarse con ojo, o bien existe un vallado de piedra y el único lugar para atravesarlo es junto al acantilado.

            Sobre el kilómetro 12 empieza una ligera subida por zona de acantilados y después nos alejamos un poco, entre senderos tamizados de piedras e hieras y con abundante vegetación y arbustos diversos, hasta que llegamos a una carretera asfaltada que nos conduce al faro de Cap de Barbaria y luego por acantilado hasta la torre del mismo nombre.   Son unos tres kilómetros de ida y vuelta por asfalto, el de ida en bajada y el de vuelta en subida.   En la torre, sobre el kilómetro 17, a la que hay que dar la vuelta, esta el primer puesto de control y avituallamiento, bastante completo, por cierto. Como varias barritas, alguna galleta, tomo una lata de aquarius y cargo agua y a seguir.   A este punto llegué en una hora y 43 minutos en el puesto 59.   Ya por este punto me sentía feliz porque todas las molestias se reducían a una, a la de siempre, a la tendinopatía en los isquiotibiales de la pierna izquierda pero nada de cintillas.
           
            
        No obstante, los gemelos empiezan a molestar un poco pero soportable.  Ahora hay que afrontar el tramo más duro, zonas de trepadas en acantilado, senderos con piedra y luego mucha zona de arena hasta llegar a la salida de la maratón en la Playa de Els Arenals, sobre el kilómetro 31, según la organización, aunque mi reloj marcaba más de 33 kilómetros.  Sobre este tramo, después de unos primeros kilómetros por carril, varias bajadas corribles por sendero en zona con bastante arbolado y  vegetación llegamos a los tres de los cuatro puntos técnicos de la carrera.  Se trata de bajar por el acantilado, con bastante pendiente y en mi caso y creo que en el de muchos, “culo a tierra” porque un traspiés y como aquel programa de televisión, uno “se va por el barranquillo”.  Las subidas, aunque son paredes de roca, siempre son más agradecidas y suponen menos peligro.  En una de esas bajadas, llegas a una zona de embarcadero y arreglo de barcas, muy típica en la isla.  En la segunda de esas bajadas, la situación se puso un poco peor ya que la bajada estabam en una zona sombría y había mucha hierba, barro y piedras mojadas de la lluvia del día anterior.  Sufrí un resbalón sin consecuencias.   Los gemelos, como suele ser habitual me empiezan a doler y junto a este padecimiento se une una sensación extraña y punzante en la parte interna de la rodilla izquierda que no me molesta al correr pero sí cuando la utilizo de palanca en las trepadas.
           
            
           Una vez pasados estos tramos técnicos, seguimos por acantilado con muchas piedras de todos los tamaños.  En algunas zonas no hay ni senderos, en realidad son bancales de roca de los propios acantilados.  Correr se hace difícil y decido ir con cuidado por que los bancales están salpicados de hoyos y zonas puntiagudas y lo mejor es no caerse.

            Poco a poco vamos bajando de la zona de acantilados en dirección a la playa.  Ya en la playa, la arena es fina y el correr supone un gran esfuerzo.  Cada vez me duelen más los gemelos y en muchos tramos de arena decido seguir andando. 

            Por suerte, hay unos cuantos tramos que salvan las dunas con pasarelas de maderas (regeneración de dunas) y por ahí avanzamos mucho mejor.   La mañana sigue avanzando  y el calor empieza a apretar.  Sigue haciendo bastante viento pero las vistas de la isla, la playa, los acantilados, lo compensan casi todo.  Algún corredor se une a mi ritmo, otros me adelantan, alguno se para.  En fin, un poco de todo. Lo que más me sorprendió es ver como un corredor me adelantó por la zona de las pasarelas corriendo descalzo y luego otro que iba con las famosas Fivefingers.  ¡Máquinas!- me digo. !No quiero ni pensar como han atravesado toda las zonas de acantilados!   Luego me enteré que algún corredor la quería hacer descalzo pero la organización se lo impidió y que, como mínimo, se tenía que poner las suelas referidas.  Supongo que por zona de playa se dieron el gustazo de correr descalzos.   De hecho, el que iba corriendo descalzo, más tarde, se paró para ponerse otras fivefingers.   Por esta zona me quedé sin agua y entre el calor y los tramos de arena, estos últimos kilómetros se me hicieron mentalmente bastante duros.


             
            Por fin, sobre las 12 de la mañana, alcanzo el avituallamiento de Els Arenals (km. 33).  Buen ambiente, muchos voluntarios, la mayoría chicos y chicas jóvenes.  Cargo agua, otra lata de aquarius, refresco de cola, varias barritas de proteínas, algún dulce, plátano y a seguir.   Ya son cuatro horas de carrera. Decido tomarme un tramo andando mientras doy buena cuenta de varios dulces.  De todos modos, en este tramo, abandonamos la zona costera para adentrarnos por carril hacia el interior de la isla y con varias subidas contundentes y el calor sigue apretando, por lo que lo de correr, como que costaba un poco.  Pero claro, como todo lo que sube, luego baja, y en esas bajadas por carril corría como buenamente podía ya que los dolores musculares me lo ponían difícil.  Es una zona bonita, bastante sombreada.  Sigo avanzando, la mayor parte del terreno por carril, por zonas de huertos y casitas, en un entorno bucólico y familiar y deliciosamente entrañable.  El balizaje está bien pero en cada cruce seguimos las indicaciones hacia el Faro de la Mola, sobre el kilómetro 42.   Parece que el dolor de gemelos va remitiendo y haciendo caco (caminar-correr) avanzo hasta el siguiente punto de control.  En los últimos kilómetros la carrera nos conduce por un sendero muy lindo, cerca del acantilado,  hasta llegar al Faro de la Mola.
           
            En este avituallamiento, se permitía dejar una bolsa.  Decidí no dejar nada.  Por este punto, ya llevo 5 horas y 20 minutos de carrera, en el puesto 60.  Comí un cucurucho de pasta, dulces, algún trozo de plátano, trozos de barritas, refresco de cola y algo de bebida isotónica, cargué agua y en pocos minutos estaba saliendo en dirección a Es Caló.  Al igual que los anteriores, buena organización en el avituallamiento.  Había una chica que iba preguntando a los corredores qué necesitaban.    También había bastantes familiares de corredores.  Se puede decir que era el punto intermedio de la carrera.  

            
       A partir de aquí, la carrera mejora para mí en lo que a sensaciones se refiere.  Sopla un viento más fresco, siento que el calor remite y que las molestias en los gemelos empiezan a difuminarse.  Avanzo más rápido.  A pesar de todo, me pasa uno de los corredores que calza las fivefingers.  Decido seguir su ritmo.  Del carril y de zonas de huertos, pasamos más tarde a senderos próximos a los acantilados.  En uno de estos senderos pedregosos adelanto a mi compañero de fatigas, bastante peculiar, por cierto, muy espigado, vestido de amarillo, con gafas de sol muy ajustadas y aerodinámicas.   Y al poco de pasarlo viene el último tramo técnico, una bajada bastante peligrosa por una pared de roca donde hay que echar otra vez, si o si, culo a tierra.  El problema es que la parte interna de la rodilla izquierda, que no me duele al correr, si me molesta al apoyar o al hacer palanca.  Bajo con mucho cuidado, seguido por el de las fivefingers.
 
            Una vez atravesada, seguimos por zona muy agreste y con bastante vegetación.  El balizaje me juega una mala pasada y me pierdo por unos instantes pero al poco retomo el camino correcto.   Volvemos a adentrarnos en la isla, dejando a un lado los tramos de acantilados por un sendero estrecho y sombreado.  Comenzamos a dar alcance a algunos corredores rezagados de la maratón que habían salidos desde Els Arenals. Las balizas me siguen jugando malas pasadas y vuelvo a equivocarme pero son escasos minutos de pérdida.  Tal vez sea la única queja que se puede poner a la organización. Creo que haría falta un mayor número de balizas.    

            De nuevo, un sendero por acantilados, tal vez la zona más alta y espectacular desde que la que se tenían unas vistas panorámicas de toda la isla de Formentera, así como de los islotes y de Ibiza.  Sobran las palabras para describir estos momentos. Sólo por correr ese tramo merece la pena correr la (FART) Formentera All Round Trail.   Tras varios kilómetros asombrosos de acantilados hay que bajar de nuevo a pie de playa por una especie de calzada romana repleta de piedras de todos los tamaños.   Allí tenemos el siguiente avituallamiento, en la población Es Caló, sobre el kilómetro 52.

            Apenas si paro para tomar un vaso de refresco de cola y algunos dulces. Vuelvo a la carrera por una zona de acantilados bajos, a pocos metros de la playa, pero sin correr por la arena y si por senderos más o menos marcados y corribles.  Una pareja que está corriendo la maratón me sirve de referencia durante este tramo hasta que los adelanto en un tramo de subida por los acantilados.  Alcanzo a un corredor de la prueba larga, y juntos, corriendo a buen ritmo, realizamos el último tramo hasta el siguiente avituallamiento, Torre de Punta Prima, sobre el kilómetro 62 y ya con 8 horas de carrera, aproximadamente sobre las 16 horas de la tarde.

            Tan solo restan 10 kilómetros para acabar y cada vez me encuentro mejor.   Decido seguir el ritmo del compañero.  Bajamos de nuevo a la playa en el pequeño pueblo de Els Pujols.  Después de unos kilómetros entre pasarelas de madera para salvar las dunas que están regenerando y algún tramo de paseo marítimo donde los turistas nos animan sentados en sus terrazas, hay que afrontar unos cuantos kilómetros de playa.
 
            Trato de buscar la zona donde cueste menos andar por la arena de la playa pero si me aproximo demasiado a la zona donde rompen las olas, corro el riesgo de mojarme y creo que ya me mojé demasiado en Bandoleros.

            Eso sí, las vistas de la cercana isla de Ibiza, el agua cristalina de un azul intenso rompiendo contra la playa hacen que este tramo sea algo más liviano, amen de que ya me queda poco para terminar y eso siempre anima.



            Al abandonar la zona de arena hay que coger un carril durante 4 kilómetros que nos lleva a la meta.  En este tramo entablo conversación con el corredor con el que he hecho los últimos 10 kilómetros.  Es de Barcelona.  Hablamos de ultras, de carreras realizadas y de nuestras ciudades, Málaga y Barcelona.  En esta zona de carril adelantamos a unos cuantos corredores de la carrera larga y a otros de la maratón, mientras contemplamos, al fondo, la carpa de meta y tenemos, a un lado, el mar y la isla de Ibiza y a otro, una zona de salinas, Ses salines y posteriormente, otra gran laguna, Estany Pudent.   Me siento con fuerza.  El barcelonés se empieza a quejar.  Le animo a seguir juntos.  Apenas si faltan 2 kilómetros.   Al final se para y me pide que tire.   Y así, sin parar de correr, entro en meta de una bonita y recomendable carrera, la Formentera All Round Trail, 25 de marzo de 2017, en el puesto 50, en 9 horas y 30 minutos, como siempre, con la bandera de mi club, Trail Running Málaga.