Crónica III Media Maratón Bosques
del Sur (23 km
y 1138 +)
Domingo, 3 de junio de 2018 Cazorla (Jaén)
Después de finalizar la Runela Trail , contaba con más
de un mes para prepararme para otra dura prueba como ha sido la Scenic Trail (Lugano-Suiza),con
sus 113 km
y 7400 + (al final 7800 +). Decidí, tal
vez equivocadamente o no, inscribirme a una media maratón la semana antes, con
la única intención de que me sirviera de último entrenamiento serio para
afrontar la ultra en Suiza y aunque había varias, me decanté por la Media Maratón Bosques del Sur,
ya en su tercera edición, zona que conozco bastante bien y que además, me
permitía llevarme a mi familia, incluido al perro (Toby).
Sin embargo, después de la ultra de
Burgos, Runela Trail, a principios de mayo y debido a la compra impulsiva y a
última hora de unas nuevas zapatillas amortiguadas, las Altra Olympus Zero
Drop, para afrontar la referida ultra, zapatillas que no llegué a calzar, pues
conseguí que me arreglaran las Hoka Stinson ATR 4. La cuestión es que transcurrida una semana
después de mi satisfactoria participación en esa ultra, decidí probar las
nuevas zapatillas Altra Olympus por la zona de Jarapalos, un entrenamiento “tipo”
de unos 20 km
y 1000 +. Y nada, todo fue genial. Gran entrenamiento con buenas
sensaciones. Si que notaba que la suela
es más baja en relación con las Hoka Stinson y que se notaban más las piedras …
pero por lo demás, lo dicho, enormes sensaciones.
Pero al día siguiente todo cambió.
Empezaron a surgir molestias varias en los metatarsos de ambos pies, así como
en la cintilla iliotibial y la alegría por la comodidad en el uso de esas
nuevas zapatillas se esfumó a lo largo de la semana siguiente. De estar con unas fantásticas sensaciones,
sin apenas molestias, tras aquel feliz entrenamiento, se asentaron en mi cuerpo
toda clase de dolores. Estuve renqueante casi tres semanas con diversas
molestias e inflamaciones en músculos y tendones. Tal vez no fueran las culpables o si, lo
desconozco, lo cierto es que las zapatillas resultaron el chivo expiatorio de
aquellos dolores. Sea como fuere, preferí no arriesgar y desde entonces no me
las he vuelto a probar. Obviamente, las
zapatillas han pasado a un total ostracismo.
Conclusión: mientras no me hagan daño y siga contento con alguno de los
modelos (y son varios), supongo que seguiré con Hoka. Bien es verdad que algunos modelos, como las
Challenger ATR y las primeras Speedgoat no me han dado un buen resultado y
apenas he alcanzado con ellas los 500 km , sin embargo, se compensa con otros
modelos como las Rapa Nui 2 y las Rapa Nui 2 XS, las Mafate Speed 1 y 2 y las
Hoka Stinson 4 ATR.
Poco a poco fui saliendo del bache
del mes de mayo y aunque con ligeras molestias pude realizar algún que otro
entrenamiento medio decente para intentar llegar bien a la Scenic Trail pero
antes, el fin de semana anterior, había un carrera-entrenamiento en Cazorla, la
media maratón de montaña de Bosques del Sur y con la familia al completo, junto
con nuestro perro Toby, salimos camino de Cazorla a pasar ese fin de semana de
principios de junio. Recuerdo que durante
el largo viaje en coche sentía un fuerte dolor en la cintilla de la pierna
derecha, una de mis recurridas y siempre acechantes dolencias.
Llegamos al mediodía del sábado (la
carrera era el domingo) con un cielo gris y encapotado. A decir verdad la crónica de la carrera es
más bien corta pero los prolegómenos, por lo anecdótico, tal vez si que sean
dignos de contar, sobre todo por la cuasi hipotermia de la tarde antes.
Tras alojarnos en el hotel en el vecino pueblo de La
Iruela, salimos a almorzar y a los pocos minutos se puso a granizar de modo
intenso. Mas tarde una espesa niebla
hizo acto de presencia. Mi familia se
quedó tranquilamente en el hotel y yo, en pantalón corto y en manga corta,
decidí dar un paseo entre la Iruela y Cazorla buscando el Ayuntamiento por si
entregaban la tarde ante los dorsales. La niebla seguía muy baja y salvo algún
vecino que subía de Cazorla a la Iruela no encontré a nadie. Al llegar a Cazorla, de forma inopinada, se
puso a llover de forma torrencial; lluvia acompañada con una súbita bajada de
las temperaturas. Por cierto que la
lluvia a la que hago referencia provocó la cancelación de la ultra de Bosques
del Sur.
La lluvia rápidamente se convirtió en diluvio y no
pude hacer otra cosa que guarecerme en un portal mientras el agua bajaba por
las calles como si de un río se tratase.
Así permanecí más de media hora hasta que escampó algo y pude llegar al
Ayuntamiento donde no había ni un alma. Comencé a pasar mucho frío y había que volver
a la Iruela. No llegué a padecer
hipotermia como tal, pero la sensación no fue muy agradable. Tenía el cuerpo
aterido de frío y los pies calados.
Menos mal que llevaba la cartera por lo que decidí entrar en un bar a ver
si se entonaba el cuerpo. Mientras
dejaba pasar el tiempo curioseando en el móvil, me tomé un vaso de leche
caliente con cacao con el que me sacudí el frío. Después de una hora, todavía
mojado, salí del bar y a paso firme y rápido subí por las empinadas calles de
Cazorla en dirección a la Iruela y al hotel, al que llegué sobre las 21 horas,
la hora justa para sacar de la habitación al perro mientras mi mujer y mi hija
salían a cenar.
Se puede decir que esto fue lo más destacado del fin
de semana. En cuanto a la carrera en sí, poco que contar aunque siempre es
bienvenido correr por el fantástico Parque Natural de Cazorla, Segura y las
Villas.
Por la mañana
temprano me acerqué a recoger el dorsal, luego vuelta al coche a preparar
mochila y alguna barrita y gel y poco más; y con algo de frío regresé a la
Plaza de Santa María, a las sobrecogedoras ruinas de la iglesia, lugar de
salida y meta.
Al final, después de la lluvia del día anterior, la
mañana y la sierra estaban dispuestas a acoger a un nutrido grupo de
corredores. La media maratón Bosques del
Sur consiste en subir el Pico Gilillo (1742 metros), algo más de 1000 + y luego
circundar por senderos bastante corribles la sierra que rodea al pueblo, con
zona más llana en la parte alta para pasar después por una larga y pronunciada
bajada, sin mucha pendiente, hasta Cazorla pero antes un repecho matador
faltando varios kilómetros. Como
siempre en estas carreras cortas, me siento como un caracol. Todo el mundo me adelanta. Luego, poco a poco, voy cogiendo ritmo y
siendo en subida, comencé a mejorar posiciones pero tampoco nada del otro
mundo. En la zona de bajada mantuve un
buen ritmo hasta llegar al repecho de los últimos kilómetros donde me quedé sin
energías y me adelantaron unos cuantos.
No recuerdo muy bien la ubicación de los avituallamientos, salvo el del
pico Gilillo.
Escribo esta
breve crónica pasados unos cuantos meses y lo que más recuerdo son unos cuántos
kilómetros de bajada que hice con una pareja, sobre todo, con una chica bajita
y rubia que descendía con gran rapidez y a la que me costaba seguir. Al final se acabaron escapando pero disfruté
con ellos durante esos kilómetros.
En la meta me llevé una gran alegría porque mi mujer
y mi niña se desplazaron desde la Iruela a las ruinas de la iglesia de Santa
María con el “perrote” para recibirme en meta.
No me lo esperaba. En fin,
domingo redondo de competición y en familia. La posición y el tiempo, lo de menos. Como se puede ver en la foto, 2 horas y 46 minutos, puesto 121 de 233. A pesar del bajón final, bastante
contento con las sensaciones (se puede ver la sonrisa de felicidad entrando en meta). Luego,
vuelta al hotel, ducha y paseo y comida por Cazorla.