VI CXM RUTE (21 KM Y 1400 +)
18 DE MARZO DE 2018
Aprovechando que esta prueba estaba
homologada por la ITRA y siendo además, la primera prueba de la Copa Andaluza
de carreras por montaña, decidí inscribirme y conocer una nueva carrera y nuevos
lugares. Como a la semana siguiente viajaba a Portugal,
a la Ultra do Marao, el 24 de marzo de 2018, mi objetivo con esta carrera era
conseguir un buen entrenamiento de cara al fin de semana siguiente.
Las semanas posteriores a la
Transgrancanaria HG habían transcurrido sin incidencias. Al cabo de una semana y media consideré que
me encontraba recuperado y volví a correr y las sensaciones resultaron
aceptables.
Por supuesto, sigo con la ligera
molestia en la inserción de los isquiotibiales de la pierna izquierda, aunque
llevo varios meses que las molestias han remitido y casi puedo hacer fartlek
con cambios de ritmo a cierta velocidad, al menos, para el que escribe. No obstante, sigo preocupado con la
calcificación en la parte alta de la rótula de la rodilla izquierda que, hasta
la fecha, no me impide correr. Llevo
varios meses tratándola con ondas de choque y a ver si consigo mantenerla a
raya.
Volviendo a la Cxm Rute, comentaré
que el domingo 18 de marzo me levanté más temprano de lo habitual y tras un ligero
desayuno, un café con una barrita de avena, tomé la autovía A-45 camino de
Rute, el pueblo del anís y del mantecado.
Los días previos la lluvia había hecho acto de presencia en toda
Andalucía y buena parte de España y se preveía bastante barro, como así fue.
Tras parar para tomar un café,
recogí el dorsal (buena bolsa del corredor, con dulces de chocolate, un
botellín de anís, etc.) me cambié como mejor pude dentro del coche, ya que la
temperatura en el exterior era demasiado baja. El día amaneció bastante cubierto pero a la
hora de la salida pudimos vislumbrar algunos rayos de sol. Al tratarse de la Copa Andaluza, había un
gran número de corredores “élite”, entre ellos Dani García e Iván Ortiz, que a
la postre quedaron los primeros en esta prueba. Desconocía si la carrera era o no técnica y
después de terminarla, he de reconocer que ha superado las expectativas en
cuanto a dureza y terreno técnico.
Justo antes de la salida, estuve
dudando si salir o no con guantes y si salir o no con el impermeable
puesto. Al final opté por la seguridad
antes que por la comodidad. Eso sí,
decidí salir sin mochila ni hidratación.
Con los avituallamientos puestos por la organización entendí que iba
sobrado. Resultó todo un acierto. Los minutos previos me los tomé con cierta
tranquilidad, observando a la gran cantidad de corredores que había congregado
la VI Cxm Rute, así como el calentamiento de alguno de ellos, muy profesional,
dicho sea de paso. A diferencias de
otras carreras, donde casi siempre coincido con algún corredor conocido, en
esta no ocurrió lo mismo. Algunas caras
me resultan familiares y cada vez observo como nutridos grupos de chicas se van
sumando a las carreras por montañas y muchas de ellas con bastante nivel, tratando
de colocarse en las primeras posiciones de salida.
En fin, con más retraso de lo
previsto y eso que la salida estaba programada a las 10 de la mañana, arrancó
la prueba. Enseguida empiezan las
primeras subidas dentro del pueblo y luego por carril. El corazón se acelera y percibo como me pasa
un gran número de corredores. Estoy
demasiado lento, me digo. Aunque luego
me entono, al principio, siempre me cuesta entrar en calor y coger un buen
ritmo. Como más de uno me ha dicho en
alguna ocasión, soy un corredor diesel. No lo sé, lo cierto es que esto de
correr ultras te acaba ralentizando.
Y tras poco más de 2 kilómetros de
carril, casi en el furgón de cola de la carrera, nos desvían a la izquierda por
un sendero embarrado, con mucha piedra resbaladiza, donde más de una vez
tenemos que echar el culo a tierra y a los pocos metros, en una zona muy
empinada y con barro, al socaire de un gran conglomerado de rocas y donde la organización ha colocado cuerdas,
nos encontramos un nutrido grupo de corredores en un soberano atasco que nos
mantuvo entretenido durante casi 20 minutos o más (algunos hablan de media
hora). Tras atravesar la zona de
cuerda, vuelvo a correr pero las sensaciones son bastante malas. Intento acelerar el ritmo para recuperar todo
el tiempo perdido en el atasco pero apenas si voy. Además, tengo problemas con tanto barro y las
zapatillas me bailan, a punto de salirse del pie, debido a que se han aflojado
los cordones, circunstancia que se
agrava sobre todo en las subidas.
Intento sustraerme de las condiciones, del mal arranque y decido
tomármelo como lo que era: un buen entrenamiento. Uno de los pensamientos que me anima es que
esto no es una ultra, que es una carrera corta y que en poco tiempo habré
terminado.
Tras bajada por carril, entramos en el pinar de Rute
y la organización nos encamina por un nuevo sendero en zigzag y en continua
subida. Sobre el kilómetro 8, otra zona
de cuerdas y otro monumental atasco donde perdimos más de 15 minutos. Este era el primer bucle y pasado ese segundo
tramo de cuerda venía un avituallamiento que, además, era punto de corte. Por lo visto, la organización eliminó de la
carrera a unos cuantos a tenor del enfado que algunos mostraron en las redes
sociales al no tener el cuenta el tiempo que se perdió en los atascos.
Tras este segundo tramo de cuerda, pude reponer
líquido en el mencionado avituallamiento para, acto seguido, tomar una bajada y
luego girar hacia la izquierda, buscando otra fuerte subida, pero todo por
sendero bien marcado. La mañana se fue estropeando
y una densa niebla nos fue calando. Hay que decir que pese al día, la organización
estuvo de diez y había voluntarios repartidos por todo el recorrido.
Repuse fuerzas en otro avituallamiento, a la vera del
carril, tal vez sería sobre el kilómetro 10 y por fin, casi sin corredores a mi
alrededor, pude disfrutar del trote por una especie de senda-tobogán hasta que
reanudamos la subida por una zona de campo a través muy técnica y dura hasta
coronar el punto geodésico de la sierra que bordea el pueblo de Rute y luego
descender por otro tramo con piedras de todos los tamaños y colores, cubiertas
de barro, donde intentar correr era como hacer malabarismos para no caerse. Sobre lo de correr y equilibrarse en zonas
técnicas, he de decir que los corredores altos tenemos cierta desventaja al
tener un centro de gravedad más elevado.
Luego está el tema de las zapatillas, en mi caso, las Hoka Stinson 4 ATR
que si bien son confortables y muy amortiguadas, preparadas para competiciones
de larga distancia, pierden mucho en agarre en zonas mojadas y técnicas, más si
cabe, cuanto intentas ir deprisa.
En
fin, es lo que hay, toca seguir bregando, intentar correr donde la zona me lo
permita y deseando terminar pronto una carrera que se ha vuelto más dura de lo
previsto. Poco a poco, vamos bajando,
dejando atrás los tramos técnicos y la espesa niebla para descender a mayor
velocidad por una senda amplia, hasta toparnos con otro avituallamiento. Cada vez empiezo a encontrarme mejor y trato
de iniciar una leve remontada. Y de
nuevo, otra empinada subida para volver a adentrarnos en el pinar y acabar
recalando en el punto de unión de los dos bucles y desde ahí, todo hacía abajo
hasta llegar al pueblo y a la meta. Al
final muy mal tiempo, 3 horas y 54 minutos en el puesto 228 de la general.
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