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jueves, 26 de abril de 2018

VI CXM RUTE (21 KM Y 1400 +) 18 DE MARZO DE 2018


VI CXM RUTE (21 KM Y 1400 +)
18 DE MARZO DE 2018

            Aprovechando que esta prueba estaba homologada por la ITRA y siendo además, la primera prueba de la Copa Andaluza de carreras por montaña, decidí inscribirme y conocer una nueva carrera y nuevos lugares.   Como a la semana siguiente viajaba a Portugal, a la Ultra do Marao, el 24 de marzo de 2018, mi objetivo con esta carrera era conseguir un buen entrenamiento de cara al fin de semana siguiente.

            Las semanas posteriores a la Transgrancanaria HG habían transcurrido sin incidencias.   Al cabo de una semana y media consideré que me encontraba recuperado y volví a correr y las sensaciones resultaron aceptables.

            Por supuesto, sigo con la ligera molestia en la inserción de los isquiotibiales de la pierna izquierda, aunque llevo varios meses que las molestias han remitido y casi puedo hacer fartlek con cambios de ritmo a cierta velocidad, al menos, para el que escribe.    No obstante, sigo preocupado con la calcificación en la parte alta de la rótula de la rodilla izquierda que, hasta la fecha, no me impide correr.  Llevo varios meses tratándola con ondas de choque y a ver si consigo mantenerla a raya.


            Volviendo a la Cxm Rute, comentaré que el domingo 18 de marzo me levanté más temprano de lo habitual y tras un ligero desayuno, un café con una barrita de avena, tomé la autovía A-45 camino de Rute, el pueblo del anís y del mantecado.   Los días previos la lluvia había hecho acto de presencia en toda Andalucía y buena parte de España y se preveía bastante barro, como así fue. 

            Tras parar para tomar un café, recogí el dorsal (buena bolsa del corredor, con dulces de chocolate, un botellín de anís, etc.) me cambié como mejor pude dentro del coche, ya que la temperatura en el exterior era demasiado baja.     El día amaneció bastante cubierto pero a la hora de la salida pudimos vislumbrar algunos rayos de sol.  Al tratarse de la Copa Andaluza, había un gran número de corredores “élite”, entre ellos Dani García e Iván Ortiz, que a la postre quedaron los primeros en esta prueba.   Desconocía si la carrera era o no técnica y después de terminarla, he de reconocer que ha superado las expectativas en cuanto a dureza y terreno técnico.


            Justo antes de la salida, estuve dudando si salir o no con guantes y si salir o no con el impermeable puesto.   Al final opté por la seguridad antes que por la comodidad.  Eso sí, decidí salir sin mochila ni hidratación.  Con los avituallamientos puestos por la organización entendí que iba sobrado.  Resultó todo un acierto.    Los minutos previos me los tomé con cierta tranquilidad, observando a la gran cantidad de corredores que había congregado la VI Cxm Rute, así como el calentamiento de alguno de ellos, muy profesional, dicho sea de paso.  A diferencias de otras carreras, donde casi siempre coincido con algún corredor conocido, en esta no ocurrió lo mismo.  Algunas caras me resultan familiares y cada vez observo como nutridos grupos de chicas se van sumando a las carreras por montañas y muchas de ellas con bastante nivel, tratando de colocarse en las primeras posiciones de salida. 

            En fin, con más retraso de lo previsto y eso que la salida estaba programada a las 10 de la mañana, arrancó la prueba.  Enseguida empiezan las primeras subidas dentro del pueblo y luego por carril.  El corazón se acelera y percibo como me pasa un gran número de corredores.  Estoy demasiado lento, me digo.  Aunque luego me entono, al principio, siempre me cuesta entrar en calor y coger un buen ritmo.  Como más de uno me ha dicho en alguna ocasión, soy un corredor diesel. No lo sé, lo cierto es que esto de correr ultras te acaba ralentizando.


Y tras poco más de 2 kilómetros de carril, casi en el furgón de cola de la carrera, nos desvían a la izquierda por un sendero embarrado, con mucha piedra resbaladiza, donde más de una vez tenemos que echar el culo a tierra y a los pocos metros, en una zona muy empinada y con barro, al socaire de un gran conglomerado de rocas  y donde la organización ha colocado cuerdas, nos encontramos un nutrido grupo de corredores en un soberano atasco que nos mantuvo entretenido durante casi 20 minutos o más (algunos hablan de media hora).    Tras atravesar la zona de cuerda, vuelvo a correr pero las sensaciones son bastante malas.  Intento acelerar el ritmo para recuperar todo el tiempo perdido en el atasco pero apenas si voy.  Además, tengo problemas con tanto barro y las zapatillas me bailan, a punto de salirse del pie, debido a que se han aflojado los cordones,  circunstancia que se agrava sobre todo en las subidas.  Intento sustraerme de las condiciones, del mal arranque y decido tomármelo como lo que era: un buen entrenamiento.  Uno de los pensamientos que me anima es que esto no es una ultra, que es una carrera corta y que en poco tiempo habré terminado.


Tras bajada por carril, entramos en el pinar de Rute y la organización nos encamina por un nuevo sendero en zigzag y en continua subida.  Sobre el kilómetro 8, otra zona de cuerdas y otro monumental atasco donde perdimos más de 15 minutos.  Este era el primer bucle y pasado ese segundo tramo de cuerda venía un avituallamiento que, además, era punto de corte.  Por lo visto, la organización eliminó de la carrera a unos cuantos a tenor del enfado que algunos mostraron en las redes sociales al no tener el cuenta el tiempo que se perdió en los atascos. 

Tras este segundo tramo de cuerda, pude reponer líquido en el mencionado avituallamiento para, acto seguido, tomar una bajada y luego girar hacia la izquierda, buscando otra fuerte subida, pero todo por sendero bien marcado.  La mañana se fue estropeando y una densa niebla nos fue calando.    Hay que decir que pese al día, la organización estuvo de diez y había voluntarios repartidos por todo el recorrido. 


Repuse fuerzas en otro avituallamiento, a la vera del carril, tal vez sería sobre el kilómetro 10 y por fin, casi sin corredores a mi alrededor, pude disfrutar del trote por una especie de senda-tobogán hasta que reanudamos la subida por una zona de campo a través muy técnica y dura hasta coronar el punto geodésico de la sierra que bordea el pueblo de Rute y luego descender por otro tramo con piedras de todos los tamaños y colores, cubiertas de barro, donde intentar correr era como hacer malabarismos para no caerse.  Sobre lo de correr y equilibrarse en zonas técnicas, he de decir que los corredores altos tenemos cierta desventaja al tener un centro de gravedad más elevado.  Luego está el tema de las zapatillas, en mi caso, las Hoka Stinson 4 ATR que si bien son confortables y muy amortiguadas, preparadas para competiciones de larga distancia, pierden mucho en agarre en zonas mojadas y técnicas, más si cabe, cuanto intentas ir deprisa.   

En fin, es lo que hay, toca seguir bregando, intentar correr donde la zona me lo permita y deseando terminar pronto una carrera que se ha vuelto más dura de lo previsto.            Poco a poco, vamos bajando, dejando atrás los tramos técnicos y la espesa niebla para descender a mayor velocidad por una senda amplia, hasta toparnos con otro avituallamiento.   Cada vez empiezo a encontrarme mejor y trato de iniciar una leve remontada.   Y de nuevo, otra empinada subida para volver a adentrarnos en el pinar y acabar recalando en el punto de unión de los dos bucles y desde ahí, todo hacía abajo hasta llegar al pueblo y a la meta.   Al final muy mal tiempo, 3 horas y 54 minutos en el puesto 228 de la general.



           

domingo, 9 de octubre de 2016

2016 - II Maratón Ultra Trail Madrid - 25 de septiembre de 2016 - Cercedilla - 42 km y 2300 +

 II Maratón Ultra Trail Madrid - 25 de septiembre de 2016 - 
(Cercedilla - MADRID) 42 km y 2300 +
Crónica

         El domingo 25 de septiembre de 2016 corrí el Maratón de la ULTRA TRAIL MADRID en Cercedilla, con 42 km y 2300 +.   Me la tomé como una prueba para medir el estado físico y de recuperación tras el UTMB y también como una excusa para ver a mis padres y hermana y echar un fin de semana familiar.

          El sábado, tras pasar unas horas en Alcalá de Henares, crucé Madrid en dirección al Norte, a la Sierra de Guadarrama, hasta llegar al pueblo de Cercedilla donde ese día ya se había celebrado la media maratón y por tanto, con el arco de salida-meta y todas las carpas ya montadas. 

            A diferencia de lo que me ocurrió en la Ultra del Desafío Calar de Yeste para el que nos habilitaron un pabellón desvencijado donde la intemperie campaba por doquier, pasando mucho frío, en esta ocasión, también nos ofrecieron suelo duro en el pabellón municipal pero nada que ver.   Por de pronto estaba totalmente cerrado, bien equipado y con colchonetas.  No tuve ni que inflar mi colchón.  No es que durmiera como un bebé pero al menos conseguí pegar ojo y no pasé frío.

          Tras recoger los aparejos y vestirme, me dirigí a recoger el dorsal.  La temperatura era agradable.  Como bolsa del corredor, una camiseta técnica y nada más. 

 
            
    Se preveía lluvia y de hecho, en los primeros kilómetros algo lloviznó pero sin importancia.  Fue un día de mucho calor que se sobrellevó bastante bien porque es una carrera que, salvo los primeros 8 kilómetros, transita por zonas de bosque con abundante sombra.

   Tras el recital del speaker, se produjo la salida pasada las 8 de la mañana, aproximadamente unos 200 corredores.   Al principio, fue una salida muy tranquila recorriendo las calles del pueblo en dirección oeste pero poco a poco, las liebres empezaron a imponer un fuerte ritmo   No iba todo lo bien que yo quisiera, con la respiración bastante acelerada, tal vez por querer llevar un ritmo desacostumbrado.
           

            Algunos de los corredores se mantendrán conmigo hasta el final, como son la 2ª y 3ª clasifica de la carrera que entraron en meta unos minutos antes que el que escribe.

            La subida se hace por carril de arena compacta.  Durante los primeros kilómetros de asfalto me  van pasando varios corredores con más velocidad de crucero que la mía.  Luego, en el inicio de la subida por el carril mantengo la posición alternando tramos de subida andando y otros corriendo. 

           Sobre el kilómetro 5 aproximadamente viene un descenso por carril de varios kilómetros y nuevamente subida en dirección a la Peñota.  Al principio por carril y luego ya por sendero.  El tramo final de subida a la famosa Peñota es bastante técnico y costoso.  Sigo con la respiración acelerada y no voy nada cómodo.  Todavía no he recuperado bien de la UTMB, -pienso.


            Comienzo la bajada con mucha piedra y arena suelta y llegamos al tercer avituallamiento sobre el kilómetro 16.  Agua, isotónico y fruta y a seguir bajando, nuevamente por carril los primeros kilómetros y otra vez por sendero técnico.

            Y como todo lo que baja hay que volver a subir, pues nuevo sendero con piedra, arena y raíces para volver al mismo avituallamiento del kilómetro 16 pero en el 21.  Esta subida me costó más de la cuenta.  El calor ya apretaba bastante y me quedé sin agua.  A partir del kilómetro 21 y tras hidratarme bien y comer más fruta, creo que empecé a mejorar bastante y a encontrarme mejor, en parte también porque había más tramos corribles aunque, en general, la carrera es todo un continuo sube y baja por senderos más o menos técnicos.


            A destacar de todos esos kilómetros un tramo de bajada que, si no me equivoco, se trataba de una calzada romana, otro tramo bastante llano donde tenías que ir apartando a gran cantidad de grupos de senderistas y una subida por asfalto de varios kilómetros en dirección a la zona de la Fuenfría.    En todos ellos sentí que mejoraba y en los que adelanté a unos cuantos corredores, sobre todo, en las subidas.

            En la última bajada, tras sendero técnico, entrada a zona de carril hasta llegar a Cercedilla en un tiempo de 6 horas y 19 minutos, en el puesto 55 de carrera.    Feliz por las sensaciones con las que terminaba y feliz por encontrarme en meta con mis padres y sobrinos.
            Tras comer algo en el avituallamiento de meta, ducha, hotel y tarde en familia por las calles de Cercedilla.
           






 

martes, 10 de mayo de 2016

VII CXM Sierra Elvira (Granada- Atarfe) 12 abril de 2014 (29,4 km y 2000+) II Prueba Campeonato de Andalucía de CXM.

Crónica de la carrera por montaña Sierra Elvira 12 de abril de 2014.
(29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo).


    El sábado se celebraba la tercera prueba del campeonato de Andalucía de carreras por montaña. La de Sierra Elvira.

      Algo había escuchado de que era bastante dura. De hecho, sus 29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo ya la hacen bastante dura.
Estaba inscrito desde hacía varios meses y cuando llega el momento, uno no sabe como se va a encontrar.
    
   
       Coincidía con la Maratón antequerana pero por probar nuevos sitios, opté por la de Sierra Elvira. Hace justo un año que en el Desafío Sur Torcal de Antequera participé en mi primera carrera de montaña, en modalidad de senderista. Lo recuerdo como toda una aventura.

       La semana pasada había hecho las Millas Romanas y al día siguiente de terminarla pensaba que para la de Sierra Elvira no iba a estar en condiciones y que lo más razonable es que no participara. Sin embargo, fue pasando la semana y cada día me encontré mejor. El jueves, dos días antes de la carrera, hice una tirada de 10 km. a ritmo lento y, salvo ligeras molestias en la rodilla derecha, me sentía medianamente bien. Decidí probar suerte y correrla pero en plan tranquilo, saliendo desde atrás y según me fuese encontrando apretaría o no.



       Me presenté con tiempo en la ermita de Atarfe. El sitio engaña bastante, al lado de la autovía y de varias canteras. Parece un sitio poco dado para organizar una carrera por montaña pero nada más lejos de la realidad. Al subir a la ermita tienes unas vistas magníficas de Granada y Sierra Nevada y se atisban senderos y carriles entre pinares. Un lugar que merece la pena visitar. Por lo visto, según un lugareño, la zona de la ermita se llama los tres juanes y lo que es Sierra Elvira, con sus morrones, se encuentra detrás.



     Como siempre, recogida de dorsal y preparativos varios. Encuentro con dos máquinas del trail, Laura y Angel y dispuesto a disfrutar de la carrera.
En la salida también coincido con Libélula, encantadora, a la que ya conocí en la Pinsapo Trail.
    
Decido salir sin mochila ni riñonera para el tema de la hidratación. A confiar en los avituallamientos y soportar bien el calor. 



      Los primeros kilómetros son una especie de tobogán alrededor de la ermita por un carril estrecho pero bien definido, también alguna subida por escaleras, alguna bajada peligrosa pero todo bien controlado. Voy a ritmo tranquilo y adelantando de vez en cuando.
Sobre el kilómetro 7 u 8 dejamos la zona de la ermita y salimos por carril en busca de las tachuelas. 

       A partir del kilómetro 10 siento ligeras molestias en la rodilla. Es zona corrible pero trato de regular el ritmo. Empieza una zona de subida por una zona de matorral donde se disponen de estupendas vistas pero sin árboles y así será el resto de la carrera salvo los últimos kilómetros donde volveremos al bosque de pinares.


     Sobre el kilómetro 15 empieza lo bueno. Primera subida importante, "la cuesta de la maldición" con un desnivel brutal. La subo a buen ritmo. Luego un descenso peligroso con mucha piedra suelta hasta que llegamos a un sendero donde podemos llanear durante un rato. La molestia de la rodilla me ha desaparecido y disfruto corriendo a buen ritmo. 

        Nuevo avituallamiento y segunda subida. Esta segunda todavía es más fuerte, con un desnivel que no te deja descansar. Los últimos metros de subida se realizan entre grandes piedras. El sol aprieta y las piernas empiezan a tomar conciencia del esfuerzo. LLegamos al vértice y de nuevo, otra bajada peligrosa y un descenso zigzagueante por un sendero que a veces se pierde entre tanto arbusto y matorral. Me encuentro con numerosos carteles de bajadas peligrosas. Mucha tierra suelta donde había que retener o bajar de lado y que parece no terminar nunca. Este descenso se me hace bastante duro. En uno de ellos, sin previo aviso, se me agarrota un gemelo. Bastante dolor aunque pasa rápido. Terminamos la bajada algo tocado. Uno de los chicos de protección civil me echa, creo que era reflex, y luego, en el avituallamiento, varios viales de glucosa, mucha agua e isotónica, ayudan a minimizar las molestias.



        Para rematar la carrera, al final venía lo peor, un cortafuegos con una pendiente brutal, creo que se llamaba la cuesta de manu el cojo o cuesta de los esclavos. Parecemos zombies subiendo a cámara lenta por un sitio duro de verdad. Al final, con mucha paciencia y sufrimiento, coronamos el último morrón. Nueva bajada peligrosa y ya sí, los últimos kilómetros se hacen ya muy llevaderos, por un bonito camino entre pinos donde avanzo sin parar de correr. 


       En la línea de meta, muy buen ambiente. Ducha fría, un bonito chaleco, paella y cerveza. Encuentros de nuevo con Libelula, Angel y Laura y con Pedro de Triaworld, todo un campeón. Cada uno cuenta como le ha ido. Todos coincidimos en que es bastante dura.
En fin, bien por la organización y mejor aún por los ánimos recibidos a lo largo de la carrera. Al final 4 horas y 29 minutos. Cansado pero satisfecho.

lunes, 21 de marzo de 2016

IV Pinsapo Trail 2014 (27 km y 1700+) (30 de marzo de 2014)

IV Pinsapo Trail 2014 (27 km y 1700+) (30 de marzo de 2014)

Crónica


Enhorabuena a todos los que la finalizaron y a los que no la terminaron también.  Ya el hecho de estar presente en la salida de esta carrera hay que valorarlo.  Luego, a veces el cuerpo y las lesiones respetan y te dejan disfrutar y otras veces no.  Así es la vida, pero siempre mirando las cosas desde un punto de vista positivo y si uno se cae, sonríe, se levanta y continúa avanzando.



Algo parecido es lo que me ha ocurrido a mí en estos últimos meses.  Desde hace aproximadamente dos meses sufro molestias en la tibia izquierda que me han impedido entrenar y participar en varias carreras, la del Calamorro, la de Sierra Blanca y la primera prueba del Campeonato de Andalucía, la de los Guájares.  Aún así, decidí participar en los Bandoleros y probar sensaciones.  Las últimas semanas he hecho alguna tirada corta y a ritmos bajos y las largas las he hecho andando o trotando con suavidad.  A veces reaparecían las malas sensaciones y a veces no.  La carrera para mi era una incógnita y así la afronté.  Sobre todo me planteaba no correr mucho en las bajadas y si lo hacía, siempre a ritmos lentos y en caso de forzar, sólo en las subidas.



En cuanto a la carrera en sí.  Bueno, todo el mundo hablaba muy bien de esta carrera.  Dura pero por unos lugares espectaculares y por senderos no demasiado técnicos donde se podía disfrutar corriendo.  Además tenía el aliciente de ser prueba del campeonato de Andalucía.  Decidí correr con la mochila de 5 litros del Decathlon y la bolsa de hidratación, en vez de con la riñonera.


Llegué con tiempo a Yunquera.  Hacía más de 15 años que no pasaba por allí.  Viejos recuerdos.  Nervios típicos de precarrera, olvidos varios, etc.  Después de mi café de rigor, me dirigí a recoger dorsal y bolsa del corredor con tan mala suerte que no me lo entregaron.  Creía que estaba en la bolsa y… ¡empezaba bien la mañana!  Menos mal que iba con tiempo.  Una vez solucionados los pequeños problemas, con mi spray efecto frío en el bolsillo del cortavientos, me dirigí a la zona de salida.  Encuentro con muchos del TRM, Josejudo, Wibo, Kike, Guirilarson, Vickilu, Ecjuandi, Fernadal, Llero; nuevos conocidos como Libelula, saludos varios, fotos chulas incluídas, una de ellas con el campeón Zait, buenos momentos y en mi mente la incertidumbre de lo que me iban a deparar los próximos kilómetros.  En la salida neutralizada puse el freno de mano. Quería mentalizarme que no debía correr en exceso. Si había que hacerla andando, se hacía. Daban 6 horas para finalizarla, tiempo de sobra para hacerla en modo ultra lento. Me coloqué entre los últimos y de hecho, cuando llegaron las primeras rampas iba bastante atrás.  Salí a ritmo tranquilo y como todo era en ascenso empecé a tirar.  Al cabo de varios kilómetros tenía calor y me quité el cortavientos.  Lo guardé en la mochila junto con el spray efecto frío.  A ver si no lo tenía que utilizar.  Empecé a adelantar a algunos en la subida.  Me encontraba bien.  Adelanté a Fernadal y pasamos una zona con bastante barro.  En las primeras zonas de descenso corría a ritmos bajos.  Algunos de los que pasé en la subida me volvieron a adelantar en el llano pero me sentía contento porque las molestias no aparecían.  Euforia sin desbordar.  El sendero era precioso, zigzagueaba en un frondoso y a esas horas, sombrío bosque.  Además, los restos de los pinsapos formaban una acolchada alfombra por la que se disfrutaba corriendo.  Durante un rato seguí el ritmo de toda una institución en el mundo del trail como Fali “el coleta” hasta que se paró por necesidades fisiológicas y empezó una nueva subida.  Tiré con fuerzas.  Delante había un grupo de tres que con esfuerzo logré pasar.  Durante un rato me quedé sólo saboreando los primeros rayos de la mañana hasta llegar al siguiente avituallamiento, el del pinsapo candelabro en el que me encontré con un tipo fantástico, buena gente, Llero.  Decidí aminorar el ritmo de subida del Puerto Saucillo y acompañarle durante la subida.  Todavía quedaban muchos kilómetros por delante y tal vez sería conveniente tomarse un respiro.  Lo subimos disfrutando de una amena charla, entre pinsapos y con avistamientos espectaculares de un maravilloso paisaje. En la conversación prácticamente hicimos planes de próximas carreras hasta el verano (la nocturna de Montejaque, la media maratón nocturna de El Burgo, etc.).


Un poco antes de llegar al punto más elevado de la carrera, ya sea por el ritmo o por los ánimos que me dio Llero de que subiera a mi ritmo, decidí tirar en solitario.  Así lo hice aunque le comenté que en el descenso me alcanzaría porque era cuando la incertidumbre de las molestias de la tibia más se podían acentuar.  Durante varios kilómetros, por una zona bastante técnica, con mucha roca, piedra suelta y laja, avancé en busca de nuevos corredores a los que adelantar.  El sol de la mañana empezaba a apretar.  La Sierra de las Nieves se levantó aquella mañana, en lo alto del Torrecilla, con una leve capa de nieve, pero en nuestra carrera no llegamos a divisarla.  Es lo que tiene correr por la montaña, que corres por unos paisajes majestuosos pero en pocas ocasiones te paras a disfrutarlos.  Es básico estar pendiente del sendero, de sus piedras, de sus raíces ocultas, de esos socavones inesperados.  Cualquier traspiés puede resultar bastante peligroso.   Hay que verter los cinco sentidos en lo que haces y el sexto, la intuición, agudizarla, por lo que uno se pueda encontrar en los próximos metros.


Sobrepasé a uno vestido con una camiseta naranja y empecé un descenso zigzagueante, menos técnico.  Alguno me adelantó.  Como siempre, le animo a que me pase y a que no se quede justo detrás de mí, primero porque resulta bastante agobiante, como cuando un coche se pone muy pegado detrás tuya y segundo, porque no quiero retrasar a nadie, ni obligarle a llevar un ritmo que no sea el suyo. Al poco rato Llero me volvió a coger. 


Las piernas siguen bien.  Los voluntarios de la carrera abundan por todas partes. Ya llevamos más de 13 km. de carrera y Llero y un servidor realizamos el descenso del Puerto Saucillo.  Me comenta que en los descensos va mejor pero en las subidas y en llano, los gemelos ya le han avisado dos veces. 


Llegamos al llano y en un primer repecho sigo corriendo y LLero se para.  Me dice que quiere descansar.  Que siga yo sólo.  Así lo hago.  Llegamos al siguiente avituallamiento, cojo dos trozos de plátano, bebida isotónica y empiezo a correr por una senda bien marcada.   Aumento el ritmo.  Adelanto a varios que ya van fundidos.  Enfrente diviso la montaña que tenemos que ascender.  Me encuentro con fuerza.  Avanzo y adelanto a más de 15 corredores en esa empinada subida.  Al llegar a la cumbre ya llevamos más de 20 km. y ante la inmensidad del paisaje, el esfuerzo realizado y comprobando que las piernas responden, asomo una prudente sonrisa de felicidad. 


El siguiente tramo es un falso llano por la parte alta de la montaña a través de un caminito bien marcado.  Atrás he dejado a bastantes corredores y corro sin parar pero sin emocionarme ni apretar demasiado el ritmo. Durante unos 20 minutos no me encuentro a nadie. Son los momentos mágicos de la carrera. Me regocijo en el paisaje y en la soledad ante la inmensidad de las montañas hasta que llego al siguiente avituallamiento.   A partir de ahí, volvemos a coger el sendero, el mismo del inicio.  Son más de 5 kilómetros de suave descenso por el bosque de pinsapos que disfruto con una alegría contenida.  Por momentos se me llegan a hacer pesados.  Me adelantan varios corredores.  Sigo sin querer apretar a pesar de que noto que las piernas me responden.  Al salir del bosque un pequeño repecho donde me despisto y pierdo unos minutos pero enseguida retomo el camino.  A unos cien metros hay varios corredores.  Me encuentro con fuerzas pero no quiero apretar.  La meta está cerca y no es cuestión de forzar en los últimos metros para mejorar unos puestos.  La carrera es mía.

Termino en 3 horas y 49 minutos en la zona de los arbolitos.  Contento.  Luego vino lo mejor: el descanso del guerrero, la sensación del deber cumplido.  Una ducha de agua fría, un plato de arroz con una cerveza y varios plátanos y la agradable conversación con varios corremontañeros, entre ellos otro nuevo del TRM, llamado Bulla, sobre los tiempos, carreras pasadas y futuras.  Bonita carrera y una de las que será fija en el calendario de los próximos años.




sábado, 12 de abril de 2014

2014 - VII CxM Sierra Elvira 12 abril 2014 (29,4 KM Y 2000+) (GRANADA)


Crónica de la carrera por montaña Sierra Elvira 12 de abril de 2014.
3ª prueba de la Copa de Andalucía de carreras por montaña
(29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo).


    El sábado se celebraba la tercera prueba del campeonato de Andalucía de carreras por montaña. La de Sierra Elvira.  Algo había escuchado de que era bastante dura. De hecho, sus 29,4 km y casi 2000 metros de desnivel positivo ya la hacen bastante dura. Estaba inscrito desde hacía varios meses y cuando llega el momento, uno no sabe como se va a encontrar.


    Coincidía con la Maratón antequerana pero por probar nuevos sitios, opté por la de Sierra Elvira. Hace justo un año que en el Desafío Sur Torcal de Antequera participé en mi primera carrera de montaña, en modalidad de senderista. Lo recuerdo como toda una aventura.

    La semana pasada había hecho las Millas Romanas y al día siguiente de terminarla pensaba que para la de Sierra Elvira no iba a estar en condiciones y que lo más razonable es que no participara. Sin embargo, fue pasando la semana y cada día me encontré mejor. El jueves, dos días antes de la carrera, hice una tirada de 10 km. a ritmo lento y, salvo ligeras molestias en la rodilla derecha, me sentía medianamente bien. Decidí probar suerte y correrla pero en plan tranquilo, saliendo desde atrás y según me fuese encontrando apretaría o no.





    Me presenté con tiempo en la ermita de Atarfe. El sitio engaña bastante, al lado de la autovía y de varias canteras. Parece un sitio poco dado para organizar una carrera por montaña pero nada más lejos de la realidad. Al subir a la ermita tienes unas vistas magníficas de Granada y Sierra Nevada y se atisban senderos y carriles entre pinares. Un lugar que merece la pena visitar. Por lo visto, según un lugareño, la zona de la ermita se llama los tres juanes y lo que es Sierra Elvira, con sus morrones, se encuentra detrás.

    Como siempre, recogida de dorsal y preparativos varios. Encuentro con dos máquinas del trail, Laura y Angel y dispuesto a disfrutar de la carrera.  En la salida también coincido con Libelula, encantadora, a la que ya conocí en la Pinsapo Trail.



    Decido salir sin mochila ni riñonera para el tema de la hidratación. A confiar en los avituallamientos y soportar bien el calor. 

    Los primeros kilómetros son una especie de tobogán alrededor de la ermita por un carril estrecho pero bien definido, también alguna subida por escaleras, alguna bajada peligrosa pero todo bien controlado. Voy a ritmo tranquilo y adelantando de vez en cuando.
Sobre el kilómetro 7 u 8 dejamos la zona de la ermita y salimos por carril en busca de las tachuelas.
A partir del kilómetro 10 siento ligeras molestias en la rodilla. Es zona corrible pero trato de regular el ritmo. Empieza una zona de subida por una zona de matorral donde se disponen de estupendas vistas pero sin árboles y así será el resto de la carrera salvo los últimos kilómetros donde volveremos al bosque de pinares.




    Sobre el kilómetro 15 empieza lo bueno. Primera subida importante, "la cuesta de la maldición" con un desnivel brutal. La subo a buen ritmo. Luego un descenso peligroso con mucha piedra suelta hasta que llegamos a un sendero donde podemos llanear durante un rato. La molestia de la rodilla me ha desaparecido y disfruto corriendo a buen ritmo.
Nuevo avituallamiento y segunda subida. Esta segunda todavía es más fuerte, con un desnivel que no te deja descansar. Los últimos metros de subida se realizan entre grandes piedras. El sol aprieta y las piernas empiezan a tomar conciencia del esfuerzo. Llegamos al vértice y de nuevo, otra bajada peligrosa y un descenso zigzagueante por un sendero que a veces se pierde entre tanto arbusto y matorral. Me encuentro con numerosos carteles de bajadas peligrosas. Mucha tierra suelta donde había que retener o bajar de lado y que parece no terminar nunca. Este descenso se me hace bastante duro. En uno de ellos, sin previo aviso, se me agarrota un gemelo. Bastante dolor aunque pasa rápido. Terminamos la bajada algo tocado. Uno de los chicos de protección civil me echa, creo que era reflex, y luego, en el avituallamiento, varios viales de glucosa, mucha agua e isotónica, ayudan a minimizar las molestias.



    Para rematar la carrera, al final venía lo peor, un cortafuegos con una pendiente brutal, creo que se llamaba la cuesta de manu el cojo o cuesta de los esclavos. Parecemos zombies subiendo a cámara lenta por un sitio duro de verdad. Al final, con mucha paciencia y sufrimiento, coronamos el último morrón. Nueva bajada peligrosa y ya sí, los últimos kilómetros se hacen ya muy llevaderos, por un bonito camino entre pinos donde avanzo sin parar de correr.

En la línea de meta, muy buen ambiente. Ducha fría, un bonito chaleco, paella y cerveza. Encuentros de nuevo con Libelula, Angel y Laura y con Pedro de Triaworld, todo un campeón. Cada uno cuenta como le ha ido. Todos coincidimos en que es bastante dura.
En fin, bien por la organización y mejor aún por los ánimos recibidos a lo largo de la carrera. Al final 4 horas y 29 minutos. Cansado pero satisfecho.



domingo, 30 de marzo de 2014

IV Pinsapo Trail Yunquera 30 marzo de 2014 (YUNQUERA-MALAGA)

IV PINSAPO TRAIL (30 DE MARZO DE 2014)
2ª prueba de la Copa de Andalucía de carreras por montaña 2014
    YUNQUERA (MALAGA) SIERRA DE LAS NIEVES



Enhorabuena a todos los que la finalizaron y a los que no la terminaron también.  Ya el hecho de estar presente en la salida de esta carrera hay que valorarlo.  Luego, a veces el cuerpo y las lesiones respetan y te dejan disfrutar y otras veces no.  Así es la vida, pero siempre mirando las cosas desde un punto de vista positivo y si uno se cae, sonríe, se levanta y continúa avanzando.


Algo parecido es lo que me ha ocurrido a mí en estos últimos meses.  Desde hace aproximadamente dos meses sufro molestias en la tibia izquierda que me han impedido entrenar y participar en varias carreras, la del Calamorro, la de Sierra Blanca y la primera prueba del Campeonato de Andalucía, la de los Guájares.  Aún así, decidí participar en los Bandoleros y probar sensaciones.  Las últimas semanas he hecho alguna tirada corta y a ritmos bajos y las largas las he hecho andando o trotando con suavidad.  A veces reaparecían las malas sensaciones y a veces no.  La carrera para mi era una incógnita y así la afronté.  Sobre todo me planteaba no correr mucho en las bajadas y si lo hacía, siempre a ritmos lentos y en caso de forzar, sólo en las subidas.


En cuanto a la carrera en sí.  Bueno, todo el mundo hablaba muy bien de esta carrera.  Dura pero por unos lugares espectaculares y por senderos no demasiado técnicos donde se podía disfrutar corriendo.  Además tenía el aliciente de ser prueba del campeonato de Andalucía.  Decidí correr con la mochila de 5 litros del Decathlon y la bolsa de hidratación, en vez de con la riñonera.

Llegué con tiempo a Yunquera.  Hacía más de 15 años que no pasaba por allí.  Viejos recuerdos.  Nervios típicos de precarrera, olvidos varios, etc.  Después de mi café de rigor, me dirigí a recoger dorsal y bolsa del corredor con tan mala suerte que no me lo entregaron.  Creía que estaba en la bolsa y… ¡empezaba bien la mañana!  Menos mal que iba con tiempo.  Una vez solucionados los pequeños problemas, con mi spray efecto frío en el bolsillo del cortavientos, me dirigí a la zona de salida.  Encuentro con muchos del TRM, Josejudo, Wibo, Kike, Guirilarson, Vickilu, Ecjuandi, Fernadal, Llero; nuevos conocidos como Libelula, saludos varios, fotos chulas incluídas, una de ellas con el campeón Zait, buenos momentos y en mi mente la incertidumbre de lo que me iban a deparar los próximos kilómetros.  En la salida neutralizada puse el freno de mano. Quería mentalizarme que no debía correr en exceso. Si había que hacerla andando, se hacía. Daban 6 horas para finalizarla, tiempo de sobra para hacerla en modo ultra lento. Me coloqué entre los últimos y de hecho, cuando llegaron las primeras rampas iba bastante atrás.  Salí a ritmo tranquilo y como todo era en ascenso empecé a tirar.  Al cabo de varios kilómetros tenía calor y me quité el cortavientos.  Lo guardé en la mochila junto con el spray efecto frío.  A ver si no lo tenía que utilizar.  Empecé a adelantar a algunos en la subida.  Me encontraba bien.  Adelanté a Fernadal y pasamos una zona con bastante barro.  En las primeras zonas de descenso corría a ritmos bajos.  Algunos de los que pasé en la subida me volvieron a adelantar en el llano pero me sentía contento porque las molestias no aparecían.  Euforia sin desbordar.  El sendero era precioso, zigzagueaba en un frondoso y a esas horas, sombrío bosque.  Además, los restos de los pinsapos formaban una acolchada alfombra por la que se disfrutaba corriendo.  Durante un rato seguí el ritmo de toda una institución en el mundo del trail como Fali “el coleta” hasta que se paró por necesidades fisiológicas y empezó una nueva subida.  Tiré con fuerzas.  Delante había un grupo de tres que con esfuerzo logré pasar.  Durante un rato me quedé sólo saboreando los primeros rayos de la mañana hasta llegar al siguiente avituallamiento, el del pinsapo candelabro en el que me encontré con un tipo fantástico, buena gente, Llero.  Decidí aminorar el ritmo de subida del Puerto Saucillo y acompañarle durante la subida.  Todavía quedaban muchos kilómetros por delante y tal vez sería conveniente tomarse un respiro.  Lo subimos disfrutando de una amena charla, entre pinsapos y con avistamientos espectaculares de un maravilloso paisaje. En la conversación prácticamente hicimos planes de próximas carreras hasta el verano (la nocturna de Montejaque, la media maratón nocturna de El Burgo, etc.).


Un poco antes de llegar al punto más elevado de la carrera, ya sea por el ritmo o por los ánimos que me dio Llero de que subiera a mi ritmo, decidí tirar en solitario.  Así lo hice aunque le comenté que en el descenso me alcanzaría porque era cuando la incertidumbre de las molestias de la tibia más se podían acentuar.  Durante varios kilómetros, por una zona bastante técnica, con mucha roca, piedra suelta y laja, avancé en busca de nuevos corredores a los que adelantar.  El sol de la mañana empezaba a apretar.  La Sierra de las Nieves se levantó aquella mañana, en lo alto del Torrecilla, con una leve capa de nieve, pero en nuestra carrera no llegamos a divisarla.  Es lo que tiene correr por la montaña, que corres por unos paisajes majestuosos pero en pocas ocasiones te paras a disfrutarlos.  Es básico estar pendiente del sendero, de sus piedras, de sus raíces ocultas, de esos socavones inesperados.  Cualquier traspiés puede resultar bastante peligroso.   Hay que verter los cinco sentidos en lo que haces y el sexto, la intuición, agudizarla, por lo que uno se pueda encontrar en los próximos metros.

Sobrepasé a uno vestido con una camiseta naranja y empecé un descenso zigzagueante, menos técnico.  Alguno me adelantó.  Como siempre, le animo a que me pase y a que no se quede justo detrás de mí, primero porque resulta bastante agobiante, como cuando un coche se pone muy pegado detrás tuya y segundo, porque no quiero retrasar a nadie, ni obligarle a llevar un ritmo que no sea el suyo. Al poco rato Llero me volvió a coger. 


Las piernas siguen bien.  Los voluntarios de la carrera abundan por todas partes. Ya llevamos más de 13 km. de carrera y Llero y un servidor realizamos el descenso del Puerto Saucillo.  Me comenta que en los descensos va mejor pero en las subidas y en llano, los gemelos ya le han avisado dos veces. 

Llegamos al llano y en un primer repecho sigo corriendo y LLero se para.  Me dice que quiere descansar.  Que siga yo sólo.  Así lo hago.  Llegamos al siguiente avituallamiento, cojo dos trozos de plátano, bebida isotónica y empiezo a correr por una senda bien marcada.   Aumento el ritmo.  Adelanto a varios que ya van fundidos.  Enfrente diviso la montaña que tenemos que ascender.  Me encuentro con fuerza.  Avanzo y adelanto a más de 15 corredores en esa empinada subida.  Al llegar a la cumbre ya llevamos más de 20 km. y ante la inmensidad del paisaje, el esfuerzo realizado y comprobando que las piernas responden, asomo una prudente sonrisa de felicidad. 


El siguiente tramo es un falso llano por la parte alta de la montaña a través de un caminito bien marcado.  Atrás he dejado a bastantes corredores y corro sin parar pero sin emocionarme ni apretar demasiado el ritmo. Durante unos 20 minutos no me encuentro a nadie. Son los momentos mágicos de la carrera. Me regocijo en el paisaje y en la soledad ante la inmensidad de las montañas hasta que llego al siguiente avituallamiento.   A partir de ahí, volvemos a coger el sendero, el mismo del inicio.  Son más de 5 kilómetros de suave descenso por el bosque de pinsapos que disfruto con una alegría contenida.  Por momentos se me llegan a hacer pesados.  Me adelantan varios corredores.  Sigo sin querer apretar a pesar de que noto que las piernas me responden.  Al salir del bosque un pequeño repecho donde me despisto y pierdo unos minutos pero enseguida retomo el camino.  A unos cien metros hay varios corredores.  Me encuentro con fuerzas pero no quiero apretar.  La meta está cerca y no es cuestión de forzar en los últimos metros para mejorar unos puestos.  La carrera es mía.


Termino en 3 horas y 49 minutos en la zona de los arbolitos.  Contento.  Luego vino lo mejor: el descanso del guerrero, la sensación del deber cumplido.  Una ducha de agua fría, un plato de arroz con una cerveza y varios plátanos y la agradable conversación con varios corremontañeros, entre ellos otro nuevo del TRM, llamado Bulla, sobre los tiempos, carreras pasadas y futuras.  Bonita carrera y una de las que será fija en el calendario de los próximos años.