II ULTRA TRAIL BOSQUES DEL SUR 125 Km y 4000 +
CAMPEONATO DE ANDALUCÍA DE ULTRA TRAIL
(26 y 27 de septiembre de 2015)
CRÓNICA
Por segundo
año he participado en el campeonato de Andalucía de Ultra Trail. El primero en
el Valle del Genal y este segundo recorriendo parte de la espectacular Sierra
de Cazorla.
Después de la TDS (Mont Blanc) había
entrenado un poco más y bastante recuperado afrontaba esta nueva carrera con
mucha ilusión, aunque uno no sabe, luego, durante la misma, como nos va a
responder el cuerpo. De hecho, el día
antes, a la hora de recoger el dorsal notaba como uno de los gemelos lo tenía
bastante cargado. Mal asunto. A ver que pasaba.
Sobre las 7,30
de la mañana ya estaba listo en el Parque del Santo Cristo de Cazorla. Últimos preparativos mientras amanece. Buen
ambiente previo a la salida, con el speaker Chito animando al personal y
entrevistando a muchos. Bastante
concentración en las caras de los corredores que salían a ganar la prueba.
Buena mañana y temperatura agradable. Poco
a poco voy conociendo a más corredores.
Creo que había 240 inscritos y hemos terminado sobre unos 140. A las 8 en punto de la mañana salen las dos
carreras, la ultra de 125 km
y la “corta” de 92. En la de 92, creo
que no llegan a 70 corredores.
Como siempre
salgo muy tranquilo y me dejo llevar por las calles del pueblo. En seguida llega la primera ascensión, muy
bonita, por un sendero sinuoso al principio, paralelo al río y atravesando
pequeños puentes triangulares de madera. Subimos al pico del Gilillo mientras
dejamos abajo Cazorla y las vistas del olivar jienense y de otros pueblos como
Peal de Becerro, Quesada, etc. Me
encuentro con Silvia y la adelanto. Ya
me adelantará, pensé, pero bueno, corro por sensaciones y en ese momento, aun
regulando, me notaba bastante bien, por lo que decido tirar. Pensé en no llevar bastones pero al final,
como siempre, creo que en una ultra con cierto desnivel es un acierto
llevarlos.
Tras la
subida, nos adentramos en el bosque por un sendero muy chulo hasta el km. 15
donde está el primer avituallamiento, en el Parador Nacional, cerca del
nacimiento del río Guadalquivir. Me como
medio sándwich y un plátano. Me molestan
los gemelos pero es soportable. A partir
de aquí comparto más de 10 km .
charlando con un chaval de Motril llamado José, creo que del Trail Running
Costa Tropical. Un fiera con 3 horas el
año pasado en el maratón de Málaga. Poco a poco va entrando la mañana y el
calor y el dolor de gemelos se hace más fuerte, sobre todo, al correr en
cuesta. Voy comiendo dátiles y bebiendo
agua regularmente. Nos pasan algunos corredores. Decido bajar el ritmo y el chaval me
deja. Esto es una carrera y es
comprensible. Se me ha hecho muy ameno ese tramo. Desde el km. 15 casi todo es carril con
bastante sombra que se agradece. Muchos coches con familiares nos adelantan
haciendo el seguimiento de la carrera y animándote. Todos es bienvenido.
En el
kilómetro 33 llegamos al siguiente avituallamiento (Navas de San Pedro) con
mucha fruta. Me encuentro con Silvia, que me adelanta y no vuelvo a verla más
durante la carrera. Una máquina y de esas personas que siempre te recibe con
una sonrisa. Como siempre un placer
coincidir con ella en una ultra. Me tomo varios geles (dos que nos han
suministrado en la bolsa del corredor) a ver si consigo que pase el dolor de
gemelos pero nada. El calor me está
matando y decido mantener un ritmo tranquilo.
Me uno con otro corredor, llamado David, de Elche, y hablamos durante
una hora mientras avanzamos por carril caminando-corriendo, según los tramos.
Otro de la corta, uno de Cazorla, se une a la conversación. Nos pasan algunos corredores. Voy tranquilo, tratando de disfrutar. Iría mucho mejor sino fuera por las molestias
de los gemelos.
Sobre el
kilómetro 40 se disuelve la comunidad y cada uno coge su ritmo. De repente me encuentro sólo. Nadie por delante y nadie por detrás. Mucho carril.
Se levanta algo de viento mientras contemplo la sierra. Avanzo buscando el siguiente avituallamiento
de refuerzo (sólo agua) en el kilómetro 43.
Hasta el kilómetro 50 voy sólo con mis pensamientos, con la única
compañía de la sierra y del viento. Sigue haciendo calor pero me voy animando
porque los kilómetros van pasando. Tras
el avituallamiento de Rambla Seca, aumento el ritmo tratando de seguir el de
otros corredores que veo en la lejanía con la intención de darles alcance. Ahora la sierra deja paso a una zona casi
lunar, un páramo, por donde va ascendiendo el carril. En pocos kilómetros pasamos del calor al
frío. Subimos a la zona de mayor altitud
de carrera, unos 1600
metros y el viento se deja notar. Cada vez me encuentro mejor y el dolor de
gemelos va remitiendo. De vez en cuando
noto una molestia en el empeine derecho que asocio a la polaina. Me la aflojo. Sigo aumentando el ritmo y poco
a poco empiezo a alcanzar y pasar a corredores.
A la izquierda del carril empiezan a formarse nubes con un color
amenazante y acto seguido comienza a cernirse una tormenta. Los truenos, al principio, en la lejanía,
pero cada vez el ruido se vuelve más cercano. La tormenta cada vez crece
más. Parece que la bordeamos pero a la
vez se empeña en darnos alcance, como si quisiera unirse a la carrera. Sigue bajando la temperatura y el dolor
muscular casi ha desaparecido. Llego al
km. 64, Campo del Espino, una carpa en medio del páramo, lugar intermedio y
donde hemos dejado una mochila que decido no usar. Interactuo con los voluntarios, muy amables y
se prestan a llenarme los bidones de agua. Como algo de chocolate, refresco de
cola, isotónico y plátanos y sigo la marcha.
Ahora toca una larga bajada, la primera parte por un sendero donde
disfruto como pocas veces. Empieza a
llover, por algunos momentos con cierta intensidad, pero me encuentro bien y
disfruto de la bajada, a veces algo técnica y en otros tramos muy corrible. El
empeine del pie derecho cada vez me molesta más. Me paro varias veces a aflojarme la polaina
hasta que una de las veces noto un fuerte dolor y me doy cuenta que no son las
polainas sino el cordón de las zapatillas que me está apretando demasiado. Maldita sea! Vuelvo a hacer el nudo y
desaparecen las molestias. Sigo bajando,
sólo, con la única compañía de la lluvia y del viento. Sigo el descenso hasta coger de nuevo
carril. Me encuentro con David, el de
Elche, al que adelanto. Ha amainado. No paro de correr hasta el kilómetro 80
donde unos voluntarios muy amables (de nuevo me llenan los bidones mientras
como dulce de membrillo) me informan que voy en el puesto 42. Seguimos por carril, a veces asfaltado, con
algún tramo de campo a través, por la zona de Coto Ríos. Sigo con fuerzas y sin parar de correr.
Al llegar al kilómetro 93, según mi reloj,
empieza a anochecer y me coloco el frontal.
Llegamos a la Torre
del Vinagre donde hay bastante ambiente.
Ya es noche cerrada y empiezo a subir, primero por sendero y luego por
carril en dirección al pico de Las Palomas.
La noche es fresca. Se escucha a
los búhos, tal vez el aullido de algún lobo y sobre todo, muchos ciervos
berreando. La tormenta ha remitido del
todo y ha dado paso a una noche típica de una ultra, oscuridad y estrellas,
balizas reflectantes y luces rojas que parpadean, es decir, lo que viene siendo
una noche fantástica. Algún frontal por delante, alguno que te sigue los
talones por detrás, los ruidos del bosque y tú escuchándote tu respiración
mientras te animas porque tu reloj te
marca más de 100 km
y ya queda poco para llegar a meta. Por supuesto, con la noche, siempre hay
alguna raíz que no ves o alguna piedra en el camino. Tropiezos sin consecuencias, como mucho una o
varias uñas moradas o negras. Estoy
disfrutando esta ultra como pocas veces he disfrutado una carrera. Sigo adelantando a más corredores y por el
kilómetro 110 me siento todavía con fuerzas corriendo en subida y dejándome
llevar en las bajadas.
Al llegar al
pico de las Palomas me informan que voy en el puesto 35. Ya sólo me quedan 15 km . y me veía con opciones
de bajar de las 17 horas pero no pudo ser.
Los últimos 15 km .
son muy técnicos, con bastante sube y baja y se me hacen eternos, con La Iruela y después Cazorla a
nuestra derecha pero las balizas se empeñaban en bordearlos y en conducirte al
sendero del inicio, al de los puentecillos triangulares de madera. Adelanto a
algún corredor y otros con más fuerza y más técnica me pasan. En estos últimos
kilómetros, el cansancio hace acto de presencia y el dolor de gemelos casi
amenaza con volver.
Al final, bajo
por las calles del pueblo lo más rápido que puedo. Satisfecho y cansado, sobre las 4 de la
madrugada, llego a la meta, por cierto, bastante espectacular, debido a lo que
queda de la bóveda en ruinas de la iglesia. Puesto 36, en 17 horas y 56 minutos. Me tomo un plato de macarrones que me sabe a
gloria y bajo al pabellón polideportivo donde intento descansar algo hasta que
amanezca. Por la mañana, en el pabellón
he coincidido con varios bestias de este mundillo, Juan Imbernón y Victor
Pimentel, octavo y quinto de la carrera, respectivamente. Y eso es todo. Por supuesto, no ha faltado la bandera de
TRAIL RUNNING MÁLAGA. Gracias a todos por los ánimos, y bueno, a descansar y
cuidarse para la siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario